Capítulo 12

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Decisión

Sasuke movía su pie con rapidez y mordía constantemente la punta del bolígrafo azul entre sus dientes. Ese día en particular el trabajo no fue tan pesado en la oficina y su cartera de clientes estaba al día en cuanto a pagos, lo que significaba que no tenía tantas llamadas que hacer y estrés que acumular. Contactó a su madre y le dejó tranquila haciéndole saber que iría a la boda de Itachi, incluso le prometió hablar con este antes del gran día para calmar un poco las aguas.

Aunque, obviamente, omitió el hecho de que Naruto le acompañaría. Su madre seguía pensando que era el mismo hombre solitario y sin vida social de siempre.

Sasuke arrugó la frente y exasperado suspiró mientras miraba hacia el reloj de la pared. Escuchó risas venir del otro extremo y visualizó a Suigetsu acercarse para tomar asiento en su escritorio, este le miró y le sonrió de nuevo.

Uchiha casi ponía los ojos en blanco, odiaba ese gesto de lástima que siempre tenía cuando le miraba. Mientras el albino tomaba asiento en su silla, pudo darse cuenta del horroroso ánimo de su compañero y respiró hondo en cuanto abrió la boca.

—Sé que voy a arrepentirme de esto luego, pero—anunció con pesar—. ¿Qué te sucede? Pareces más irritado que de costumbre.

El silencio que Suigetsu tanto esperaba no se hizo de rogar, suspiró porque sabía que Sasuke jamás soltaría una palabra acerca de sus sentimientos, de su vida, de cualquier cosa que sea sobre él. Sin embargo, y sorprendentemente, él le miró indeciso y con una increíble curiosidad que era casi palpable en esos ojos melancólicos que tanto miedo daban.

Por otra parte, Uchiha estaba en un aprieto consigo mismo; buscaba una forma de decir las cosas sin que sonaran exactamente como lo que eran y también se preguntaba si podía confiar por una vez en su vida en Suigetsu.

Esa era precisamente la parte que más le desagradaba de no tener amigos y de no poder conversar como alguien normal con su propio hermano.

—¿Alguna vez te has enamorado?—la pregunta de Sasuke casi lo hacía escupir su sorbo de café.

Era más que obvio que no había logrado preguntar lo que carcomía su mente sin que sonara precisamente a lo que quería decir.

Aquí es cuando Suigetsu tenía que ser cuidadoso. Si metía la pata, Sasuke le miraría con indignación y escaparía antes de decir cualquier otra cosa.

Optó por la sinceridad—. No sé si enamorar, pero me han gustado algunas chicas.

El tono serio le sorprendía. A decir verdad, Sasuke no le caía mal; sabía que era diferente a los demás en el banco, era siniestro y de pocas palabras. Había escuchado infinidad de rumores, estaba al tanto de que era un Uchiha y también sabía que a este le molestaba increíblemente que hablaran sobre su familia, y especialmente estando frente a él.

Pese a todo, siempre actuaba con Sasuke como usualmente lo hacía frente a los demás empleados. Uchiha tenía sus razones para ser como era y Suigetsu no era absolutamente nadie para poder juzgarlo. Era por ese aspecto tristón que siempre cargaba que lo invitaba a beber con sus amigos, la razón por la que le hablaba a pesar de recibir a cambio esos silencios incómodos y las miradas aburridas, el por qué no desaprovechaba la oportunidad para molestarle un poco... aunque ahora mismo, estaba seguro que la nube de tristeza ya no posaba descaradamente sobre él.

Hozuki sabía que últimamente tenía un inusual rostro relajado, muchísimo más que cualquier otro día o todo lo que llevaran de vida trabajando juntos.

—¿Qué se siente?

—¿Disculpa?—Suigetsu estaba realmente consternado, con los ojos abiertos que brillaban curiosos.

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