Teme Zoë

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Cuando salgamos de aquí, -eso si logramos salir de aquí-, tendré una seria charla con mi hermana.

En general, mataría a cualquier ser que osara caer sobre mí, pero considerando que se trataba de ese rubio de Solace, no pude evitar quedarme estático.

Will se sonrojó en cuanto abrió sus ojos y me vio debajo de él. 

- L...lo... lo siento.- Se apresuró a disculparse, abochornado. 

Agradecí no estar en el mundo de los vivos, porque al menos no había sentido el golpe de la caída, pero considerando que cuando abrí mi boca para hablar, me quedé paralizado de terror, no sabría decir si aquello en realidad se debiera al shock que sentí al ver a ese par de ojos marrones mirándome con rencor.

- ¿Nico?- Sentí el calor de la magia posarse en mi mejilla y expandirse por mi cuerpo. Noté que mis ojos se encontraban húmedos cuando me separé de golpe del tacto del heredero de Apolo y sentí el líquido al frotarme los mismos con el torso de mi mano.

- E...estoy bien.- Dije, odiándome por saberme vulnerable, saberme incapaz de tolerar ver los ojos de mi hermana Bianca sin poder evitar echarme a sollozar como un niñito pequeño.- Avancemos. - Dije, dándole la espalda a mi compañero.

No podía permitirme ser vulnerable, permitirme tener aquellos sentimientos de impotencia. No podía permitir que él, específicamente, me viese en ese estado.

Tal vez ya había enloquecido. Apenas y conocía al tipo que me había seguido como idiota a los temores las princesas.

- ... -


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Después de lo que pareció medio siglo de caminata, llegamos a una cueva en la cumbre de la horrorosa montaña que habíamos tenido que escalar.

Agradezco mentalmente a mi padre, quien me había hablado del titán Atlas, sus hijas locas y su dragón-resguarda-manzanas-mágicas, pues por ello había decidido rodear el área, en el que suponía, el animal se encontraría. 

- Hija, no te ocultes.- La voz retumbó por las paredes de la caverna, mientras Will y yo en esta nos adentrábamos.

- No me oculto.- Vi a Bianca salir de entre las rocas y alistar una flecha en su arco de cacería. Veo a Atlas soltar el peso del cielo y abalanzarse hacia mi hermana. Me veo a mí mismo, invocando a mi espada e interponiéndome entre ella y el titán. 

Veo al cielo siendo sujetado por Maria di Angelo y Hades.

Veo el puño acercándose a mi rostro, y a mí, siendo incapaz de moverme, pues me encontraba evitando las estocadas de la espada,- salida de la nada-, de mi enemigo.

Veo a Bianca empujarme lejos.

La veo rompiéndose ante el impacto del puño del tamaño de un dorso humano del titán.

Me veo llorando junto a su cuerpo, mientras que la cueva desaparece para dejar simple bruma.

- ¡Nico, lo logró, déjala, hay que salir de aquí!- El rey sintió como lo jalaban lejos del cuerpo de su hermana y no dejó de patalear para librarse.

Al menos hasta que sentí la luz de mi compañero expandiéndose dentro de mí, y brindándome un sentimiento de profunda tranquilidad. Ahí simplemente me abrazo al otro cuerpo mientras lloraba.

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Abrí mis ojos.

Will se encontraba con el ceño fruncido y su mano brillante, sobre mi cabeza. 

Aquello me causó un déjà vu, pero uno al que ignoré mientras me separaba sobresaltado de Solace.

- ¿Qué pasó?

- Hazel abrió el portal, caímos aquí y... mi cuerpo te atravesó Nico.-  Fruncí mi ceño mientras me erguía. - Tú... creí que desaparecerías...- la desesperación en la voz del rubio, formó en mí un retortijón de emociones. Ni siquiera sabía el por qué.

- Hija mía, no te escondas.- Sentí mis ojos ensancharse al oír la voz del Titán.

- No te preocupes, rubio. Me encuentro bien, pero algo me dice que Zoë necesitará algo de ayuda.- No acabo de hablar, cuando mi fiel y confiable espada aparece en mis manos. 

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Nos topamos con la princesa afilando una flecha a la luz de las estrellas. 

Estaba muy concentrada en su labor, pues al acercárnosla, ni se volteó a vernos.

- Zoë...- Mi mano fue detenida por la de Will, quien negó a mi acción con un ceño preocupado.

- Mira sus ojos.

Me paralicé. Sus cuencas estaban vacías.

-  Creo que nos estamos demorando mucho. Hay que sacarlas pronto de aquí.- Asiento, y Will entonces se acerca a la chica.

Veo como le posa una mano en el hombro y como el color oro forma runas antiguas mientras se introducen a Zoë. Sin embargo, no funciona. 

- Déjame intentarlo.- Le dije, mientras me ponía a lado de Will. La expresión de Will se transformó de desesperada a esperanzada. 

Posé una mano en la cabeza de la chica y entonces pude sentirlo.

- Es una fantasma.- Dije, alejándome dos pasos de la princesa. - Llegamos muy... tarde-. Will me sujeta un hombro.

- Zoë estaba destinada a morir enfrentando sus miedos...- dice, mientras vemos a la cuencas-vacías levantarse y adentrarse a la caverna.- Ella lo sabía. Ella así lo quiso.

Me separé del tacto de Will y me dispuse a entrar al lugar, pero reboté y me golpeé contra una pared. 


Al abrir mis ojos ya no me encontraba en las montañas, pero en el desierto.

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