La prueba final III

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Despierto con el recuerdo de cierto rey sonriendo al estar cerca mío, (y de mi hermana, pero ese es un simple detalle sin importancia) y me desperezo, para a continuación mirar a la cama vacía a mi lado.
Aunque apenas eran las 6 de la mañana, mi hermana siempre despertaba una hora antes. (No me pregunten por qué, de no ser por el hecho de que los hijos de Apolo tendemos a sentir la necesidad de despertarnos más temprano que un gallo, yo seguiría acurrucado entre las mantas).

Cuando mi hermana vuelve a aparecer en nuestra habitación, mi cama ya está tendida, y yo ya estoy arreglado, igual que ella... más o menos.

— ¿Qué?— Me pregunta ella al notar mi mirada en ella, mientras se desploma sobre las sábanas tendidas de su propia cama.

— Creo que deberías verte al espejo.— Le digo, sonriéndole.

— ¿Por qué...? Oh.— Mi hermana sonríe al verse al espejo, para luego reír junto a mí. (No pude resistirme de hacerlo, pues su cabello era tal desastre que, incluso con ese vestido naranja, amarillo y rojo, parecía ser una especie de humano criado por lobos).

Cuando ella finalmente logró domar su cabello, que había crecido un par de centímetros desde que llegamos al palacio de los fantasmas, llegó el escolta que nos llevaría al lugar donde se llevaría a cabo la última prueba.

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— Muy bien, ya hemos llegado al final de las pruebas, y me alegra decir que ya no tendré la molestia de ver lavabos rotos por el resto de mi vida, ni correr el riesgo de ser asesinado por un helicóptero casero... — Nico fulminó con la mirada a los que estábamos en el salón,— pero volviendo al tema; como ustedes sabéis, el matrimonio es cuestión de compromiso y sacrificio, si en una relación falta alguna de ellas, el matrimonio fracasa...— creo que es la primera vez que veo a Minos asentir de acuerdo con las palabras del príncipe,— Por lo que en la última prueba, las candidatas probarán que ninguna es merecedora de ser mi compañera en el trono, y no sólo por el echo de que no podremos amarnos como los gobernantes de cualquier nación deberían, sino porque todas ustedes no pueden hacer un sacrificio por mí, tal como yo no lo haría por ustedes.— Bueno, esas palabras hasta a mí me hicieron fruncir el ceño, por lo que ver la furia casi palpable de Minos parece comprensible.— Para la última prueba, se enfrentarán a la niebla de Hazel, quien hará que se enfrenten a sus mayores miedos, (con eso sabré si están dispuestas a enfrentarlos, para pasar la prueba, y casarse conmigo), y luego harán un sacrificio. Para esta prueba no pueden tener ayuda, por lo que sus acompañantes no estarán con ustedes. ¿Preguntas?— Ni siquiera dejó que alguien alzase la mano, cuando continuó.—¿No? Excelente. Hazel, ¿harías los honores?

Entonces una niebla rodeó a todas las candidatas, y aunque yo creía que esta se quedaría cubriéndolas, pasó que la niebla simplemente se metió en sus cuerpos.
Casi me da un paro, cuando vi los ojos de mi hermana totalmente verdes.

— No se preocupen, ellas están bien. Nadie corre ningún riesgo teniendo a Hazel al control de la niebla.— Minos también parecía preocupado, porque se acercó al rey con la clara intención de decirle algo. (Aunque Nico no le dejó hablar).— Si quieren pueden sentarse en los puestos a mis lados.— Abrió sus brazos, mostrando las bancas vacías que estaban a cada lado de él.

— Pero señor, esas son los puestos del consejo...— Nico rodó sus ojos, claramente harto de su consejero, pero aún así le respondió.

— ¿Está aquí alguno? Usted es solo un consejero, así que no cuenta.— Dijo como si fuese obvio.

— No su majestad.— El consejero inclinó su cabeza.

— ¿Qué esperan? — Nos preguntó.— Dudo mucho que quieran quedarse parados ahí, esta prueba podría llegar a demorarse un par de horas, por no decir cuatro.

The Ghost KingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora