Il ragazzo con i riccioli d'oro

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El chico de los rizos dorados

Nico

Llegué a la habitación que los hermanos Solace compartían, y tras tocar la puerta, y no ser respondido, decido simplemente abrirla. Todo lo que veo en la habitación, sin embargo, son dos camas, bastante incómodas a primera vista, pulcramente tendidas.

Como no oigo más que mi propia respiración, llego a la conclusión de que los hermanos no estaban ahí, y entonces, hago un viaje sombra al patio, pues algo me decía, que aquel par de príncipes se encontraba ahí.

Y mi suerte no sabría decir, si era precisamente buena o mala, pues aparecí, justo donde los hermanos estaban practicando el tiro y arco, lo que significaba que mi presentimiento era correcto. Pero aparecí exactamente al frente de una diana.

Ambos muchachos contuvieron su respiración, mientras veían cómo una flecha se dirigía a mí. 

Y son en momentos como este, en los que agradezco mi TDAH, pues mis reflejos actúan al instante, haciendo que me gire, y dejando a la flecha pasar en frente mío.

Veo con una ceja alzada a la flecha, que se ha clavado en el centro de la diana, y luego observo a los dos hermanos, quienes de un momento para el otro, se habían puesto más pálidos que antes, y ahora farfullaban una disculpa, que en mi no tan humilde opinión, parecía patética.

- No entiendo qué te hace tan especial...- El chico con cabello de spagueti, dió un saltito, de susto, al notarme tan cerca, pues ahora tenía mi rostro a centímetros del suyo. Observo cómo sus ojos azul cielo, le dirigen miradas de auxilio a su hermana, quien parece tentada a atravesarme una flecha por el cuello. - Pareces igual de patético que los demás...- Digo, alejándome del chico.

- Disculpa? Cómo me llamaste?! Podré ser cualquier cosa, pero no soy patético.- Dijo William, cruzándose de brazos.

Yo lo ignoré... probablemente la vocesita que ya había desaparecido días atrás, era otra simple prueba de mi falta de cordura en los últimos tiempos... 

- Ejem!! Estoy hablándote!! - Le dirijo una mirada al rubio, y no puedo evitar sonreír. Este chico tenía agallas, para hablarme de tal forma. Y eso me agradaba, pues no lo hacía de forma irritante, como Minos, sino de una forma... infantil, y tierna.

- Te tendré un ojo puesto.- Digo, antes de desaparecer en las sombras. Necesitaba ir a hablar con Hazel.  

The Ghost KingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora