Capítulo 3

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El tiempo pasaba muy lento mientras esperaba y eso era una auténtica tortura. No paraba de pensar y de imaginarme hipótesis sobre esto. Lo único importante ahora mismo era conocer los hechos y poder involucrarme en la investigación ya que seguramente no me dejan meterme más de lo necesario. Vi a mi tía salir con una carpeta en las manos. Abrió el coche y entramos.

—¿Estás bien?—preguntó mi tía cortando el silencio mientras arrancaba el coche.

—No lo sé—dije cortante mientras miraba a través de la ventana dando a entender que no quería seguir la conversación ahí.

Ese no era ni el momento ni el lugar para hablar del tema y mucho menos para pensar con claridad. Pasé el recorrido a casa recordando las palabras del comisario, buscando algo con lo que poder averiguar un ápice de información que se me saliera de las manos.

Mientras salíamos del coche saqué las llaves y fui directa a la puerta de casa, dejé el bolso en el perchero y me dirigí al salón esperando a mi tía. Ella hizo el mismo procedimiento y se sentó en frente mía.

—Por favor cuéntame todo—dije mientras juntaba mis dedos entre si—. Y antes de que digas nada, lo último que voy a hacer es juzgarte. Me ocultaste la verdad porque tuviste que hacerlo, pero ya no más.

Terminé mientras reprimía unas lágrimas.

No me gustaba llorar en público, es algo que jamás he vuelto a hacer desde el instituto. Cada vez que se me juntaban las cosas o simplemente ya no podía más lo reprimía todo hasta estar en mi cuarto a solas. Yo sé que eso precisamente sano no es, pero con el tiempo dejé que las personas creyeran que estaba bien con un par de sonrisas y algún que otro chiste. Ellie y mi tía son las únicas que lo conocen todo sobre mi, mientras que los demás... simplemente me hartó que cada vez que hablaran conmigo fuera por compasión o por que sentían pena. No sé cual de las dos es peor.

—Ya sabes parte de la historia, más bien el final—me miró—. Para que te pongas en contexto. Greg cuando tenía más o menos tu edad, contaba con una situación en casa bastante mala. Tus abuelos pasaron una muy mala racha, el trabajo escaseaba y con sigo la comida. Fueron años muy duros para la familia de tu padre.

Hizo una pausa mientras giraba su anillo, suele hacerlo cuando está nerviosa o preocupada.

—Después de un tiempo tu padre quiso tomar medidas pese a las advertencias de sus padres. Ya sabes cómo era. Conoció a un grupo de chicos con los que habló y decidió ayudarles en sus trabajos.

—¿Trabajos?, ¿Qué trabajos?—la interrumpí y antes de seguir su cara cambió a una más triste y apretó más los dedos.

—Traficaban con droga, concretamente con cocaína—yo la seguía mirando fijamente, no sabía qué contestarle o comó reaccionar. Jamás me hubiera imaginado algo así.

—Antes que nada, piensa en lo que te he dicho, estaba pasando una mala situación y lo único que encontró para ayudar fue esto. Una medida muy desesperada—tenía razón en lo que decía y entendía el por qué. Solo que no me lo esperaba.

—Continúa por favor.

—Después de un par de trabajos con estos chicos, empezó a hacer entregas él solo y así poder ganar el doble. Por aquel entonces no sabía muy bien quien estaba al mando, nadie supo quien era el que manejaba los hilos hasta que un día se lo presentaron. Se hace llamar Matís, bueno es un alias. Nadie sabe su verdadero nombre y por mucho que tu padre ayudara a la policía a cogerlo o averiguar algo más sobre él fue inútil.

Antes de que pudiera continuar le corté.

—¿Cómo es que después de tanto tiempo papá ayudó a la policía a capturarlo?

—Por que cuando él lo conoció, Mantis quería meterlo en su grupo para trabajos mayores, y no me preguntes sobre ello por que no se qué era y ni quiero saberlo—hizo una pausa con los dedos aún en el anillo—. Ese hombre es peligroso Caitlin y antes de que la cosa se agrandará más tu padre cortó cualquier relación con él.

—Pero la cosa no acabó ahí, ¿verdad?—dije apretando más los puños.

—No, al hacer la última entrega tu padre no le devolvió la mercancía que sobraba. y antes de que preguntes, la tiró. Cogió a sus padres y se largaron de ese pueblo. Nunca más supo nada de Matís, pero poco después empezó a recibir cartas amenazadoras a él y a sus padres. Volvieron a mudarse y esta vez fue la policía quien contactó con él, ya que descubrieron que traficaba para el grupo de Matis. A cambio de colaborar con ellos para atraparle, ellos le perdonarían el delito por así decirlo.

—El detective Geller llevó el caso junto con Greg por muchos años pero nunca consiguieron dar con él—se calló, y se levantó para sentarse al lado mio.-Hasta que la noche de la muerte de tus padres encontraron huellas de uno se sus hombres.

Ya está, no aguantaba más. Mis lágrimas comenzaron a caer sin control y mi tía me abrazó acariciando mi espalda. No podía parar. Todos estos años buscando la verdad, me he encontrado con algo mucho peor que ella. La venganza de un hombre que se cree que puede manejar el mundo y las personas a su antojo hace que mi rabia aumente y por su culpa he perdido a las personas más importantes de mi vida. 

No sé cuánto tiempo pasé durmiendo, el llanto agota. Cuando me levanté me sentía peor que antes así que lo que mejor se me ocurría era salir a pasear. Me levanté, me cambié de ropa y salí de casa. Vivía en una ciudad de Queens, era tranquila a ratos pero un buen sitio para vivir y conocer grandes personas. Pasaba por enfrente de mi pasteleria favorita la cual llevaba Monica, la madre de Ellie. Entré y la saludé.

—Buenas tarde señora Gómez—le di un beso por encima del mostrador.

vBuenas tardes Caitlin querida. ¿Cómo te encuentras?—preguntó sin antes confirmar mi pedido—. ¿Lo mismo de siempre?

Asentí. Siempre era lo mismo, un café con extra de cafeína y un cruasán.

—Bien, no puedo quejarme—dije riendo—. ¿Donde se ubica Ellie? llevo veinte minutos llamándola.

—Ah querida, cuando Ellie quiere desconectar o desaparecer es peor que tú—dijo seguido de una carcajada de parte de ambas—. Su pedido está servido e invita la casa.

Traté de negarme pero era imposible. Al despedirme salí con dirección a la playa mientras mandaba un mensaje a mi amiga.

Lo que más me gustaba en esta vida aparte de dormir y el maravilloso café era ver el mar. Con el simple hecho de mirarlo ya era un vicio. De pequeña iba a pescar con mi padre, más bien él lo hacía mientras yo le sacaba de quicio. Intentó enseñarme muchas veces pero yo siempre me aburría y era incapaz de quedarme quieta. La única terapia que necesito es sentarme en la orilla mientras buscaba el móvil para poner música. Hoy había sido un día difícil pero al menos tenía la esperanza de que por el resto de la tarde pasaría en desconexión total. Hasta que sonó mi teléfono y me sacó de mis pensamietos. Era un mensaje.

"La deuda de tu padre aún no está saldada."

Caitlin JohnsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora