Capítulo 24

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Estaba nerviosa, más bien no sabía cómo sentirme. Al decir eso en alto me sentí más miserable, y el hecho de aún no saber qué hacer empeoraba la situación. Mi padre estaba perplejo y no sabía si hacer como si no supiera nada o simplemente dejarlo en ese estado de shock.

—Perdón si te he decepcionado—dije agachando la cabeza—. No pensaba en que algo así.

—No me decepcionas hija—dijo con un todo suave—. El que siento defraudarte soy yo. Eres maravillosa, fuerte e independiente. Has logrado salir adelante todos estos años y jamás se me pasaría por la cabeza algo similar a la decepción. Perdoname a mi todos estos años que no he estado.

No supe qué decir, y las lágrimas empezaron a salir sin previo aviso. De hecho, jamás había llorado tanto en mi vida todo lo que he llorado estas últimas semanas.

—No llores-soltó abrazándome—. Si necesitas que tenga una conversación con ese traidor, yo le voy a dejar bien claro con quién no meterse.

Ante eso me reí. No se como lo hacía, pero siempre lograba soltar alguna broma o algo parecido en estas situaciones.

—No, está controlado—comenté. En realidad nada está controlado, pero decir que si lo está controla mi ansiedad.

Al llegar a casa tampoco es que tuviera mucho que hacer y se me ocurrió que era el momento de hablar con Adrián y saber por dónde van los tiros. Y antes de llamarle, vi que me había mandado un mensaje.

Antes lo digo, antes da una señal de vida.

—«¿Te apetece venir a mi casa hoy?»—preguntó y eso me daba incluso más mala espina.

—«Me apetece ir a dar un paseo, ¿te parece bien?»—contesté y él tardó en responder pero aceptó.

Esperar a que pasara el tiempo era agotador y más teniendo absolutamente nada que hacer. Ellie tenía turno de tarde en la universidad, así que he quedado con ella para cenar. Mi padre salió otra vez con Gabriel y nadie sabía que iba a salir con el traidor, así que veremos a ver qué ocurre.

Traidor es un buen nombre para él, la verdad. Entre otros...

Esperar en casa está sobrevalorado, así que mejor esperaré la hora mientras me como un helado. Hoy me sentía bien de ánimos, así que intenté enfocarme en lo positivo. Aunque fuera solo por hoy. 

Llegué a la heladería que estaba cerca del lugar donde habíamos llegado y me senté mientras comía. Y empecé a observar a las personas que pasaban por ahí, algunos reían y corrían de alegría. Eran niños. Otros iban cogidos de la mano y dedicándose miradas... simpáticas. Sobre todo me fijé en una persona que estaba sentada con un chico a lo lejos. Era la hermana de Adrián. No sabía si acercarme, y si lo hago ¿qué leches le digo? solo he hablado con ella una vez.

No lo pensé más y esperé a que el chico se fuera para ir a saludarla. ¿Qué culpa tiene ella de que su hermano sea imbécil?

—Hola—saludé mientras me sentaba sosteniendo aún mi helado.

—¿Caitlin?—soltó sorprendida—. No esperaba verte hoy.

La note nerviosa, y si mi instinto no falla, parece que quisiera salir corriendo de ahí o que quisiera decirme algo. Y como la curiosidad mató al gato...

—¿Estás bien?—pregunté mirándola a los ojos—. Te ves un poco pálida.

Se que oculta algo, se le nota demasiado. Estoy empezando a cansarme de los secretitos, quiero cerrar el caso ya y es imposible si todo mi entorno me oculta cosas.

—N...No—nerviosismo, tartamudeo, sudores... Suéltalo ya—. E...Estoy bien.

—Estoy esperando a tú hermano, ¿supongo que no le queda mucho por llegar?—intenté meterle presión, mejor así suelta lo que quiere decirme—. ¿Cómo has estado?

Caitlin JohnsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora