Cuando crees que las cosas no te pueden sorprender más, lo hacen y la mayoría de veces de una manera dolorosa.
El silencio inundó nuestro entorno y solo se escuchaba el ruido de las hojas moverse y los teléfonos sonando. La cara de mi tía estaba pálida y mirando a López. El detective Geller y Juliette cogieron los papeles desconcertados para revisarlos.Difícil de creer, si.
—¿Perdón?—dije rompiendo el silencio.
—Si, las pruebas concuerdan en la base con el ADN de tu padre—declaró Ramón—. Lo hemos comprobado dos veces y jamás nos hemos equivocado en algo así. De hecho a parte de su huella hay otra, pero aún no encontramos nada. Supongo que será el que se encargó del paquete.
—Buen trabajo Ramón, sigue en ello y en cuanto sepas algo dímelo de inmediato—ordenó López—. Gueller y Juliette venid a mi despacho.
Solo quedamos Carol y yo ahí paradas sin saber qué decir o hacer. Nos mirándonos la una a la otra por varios segundo que parecieron horas y pese a eso ninguna palabra salió de nuestras bocas.
—¿Nos vamos a casa?—preguntó mi tía—. Cualquier cosa que encuentren nos avisaran y necesito procesar esto.
—Me quedo un rato—contesté—. Tengo que hablar con el comisario.
—Bien, nos vemos en casa—dijo dándome una palmada en el hombro.
Estuve un rato largo esperando a que salieran del despacho pero ya había pasado mucho tiempo y aún no daban señales.
Me senté en el escritorio de Juliette a seguir esperando y me vinieron recuerdos a la cabeza de cuando era pequeña, exactamente cuando fui a la montaña por primera vez con mi padre. En ese momento tenía seis años y mi única preocupación era ver cuántos tipos de bichos encontraba diferentes y recuerdo en una de nuestras conversaciones donde el me dijo que nunca me olvidara de quién realmente soy y que siempre sea amable y justa mientras me acariciaba la marca de nacimiento que tenía en el brazo izquierdo. Inconscientemente me encontraba haciendo lo mismo.
—¡Cait!—chillo Juliette haciéndome dar un respingo.
—Hostias, qué susto—exclamé.
—¿A dónde te has ido? te he llamado cinco veces y por cierto estas en mi sitio—expuso y yo me disponía a levantarme—. Era broma-dijo haciéndome sentar otra vez.
—¿A pasado algo?—pregunté preocupada
—No, no te preocupes—esta vez contestó el detective—. Pf ahora hay que ir a interrogar a los sospechosos. Me gustaría irme a mi casa ya. ¿Cuánto me queda para jubilarme Jully?
¿Qué pregunta es esa?
—Aún te quedan treinta y seis años querido, y deja que llamarme Jully.
—¿Te refieres a los secuaces de Matís?—pregunté interesada.
—Si...¿Por qué me miras así?—preguntó desconfiado y yo le puse las manos juntas en forma de súplica—. No, no, no, no esta vez no me la vas a liar.
—No voy a hacer nada te lo prometo—supliqué—. Ni una pregunta.
—Que no te digo—concluyó.
Teníamos a Pablo esposado enfrente nuestra. Arón miraba unos papeles y yo observaba lo que hacía. Detrás de la ventana de vidrio, a la que supuestamente le llaman el cristal espía por lo de "ver y no ser visto" estaban dos agentes a cargo del caso de los dos comolices de Matís.
—Señor Pablo Lanz se le acusa de diversos delitos como crimen organizado, robo a mano armada, obstrucción a la justicia, estafa, coacción, amenazas entre otros—expuso Arón—. También estas bajo sospecha por el asesinato de Miriam Cooper junto con tu colega Marcos. ¿Algo más que se me escape?
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Caitlin Johnson
AksiLas palabras de su madre quedaran grabadas en el fondo de su ser después de aquella trágica noche. "-Jamás olvides que te amamos Caitlin. Y ahora corre y mantente a salvo." Caitlin ha pasado toda su infancia y adolescencia intentando averiguar qué...