Capítulo 22

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Empezaba a dudar si esto era un sueño o la realidad, no podía ser que en este momento esté viendo a mi padre enfrente de mí. Llevaba casi doce años sin verlo y no es como si hubiera cambiado mucho, tenía varias heridas en la cara y una mano vendada. Tenía miedo de acercarme y darme cuenta de que no era real por lo tanto me quedé en shock un buen rato.

—¿Caitlin estás bien?—preguntó mi tía acercándose a mi.

—Caitlin cariño—esta vez hablo mi padre con lágrimas en los ojos.

Yo no aguanté más y fui corriendo hacia él. Entre lágrimas y abrazos pude verificar que en verdad era la más pura realidad.

—Papá, ¿eres tú de verdad?—solté aún abrazándolo.

No se cuanto tiempo estuvimos así exactamente pero me pareció una eternidad. Después de calmarnos, Carol y los demás agentes salieron dejando a Arón ya que él quería tomarle la declaración para prevenir en caso de que pasara lo mismo que con López, así que mi padre nos empezó a contar que fue de él estos últimos años.

—Básicamente me tenía en una casa aislada aunque más bien es una mansión—comenzó a contar-. Estuve ahí unos cinco años, él venía a visitarme pero yo creo que solo pasaba por ahí para ver que todo estuviera bajo control. Más adelante me traía noticias sobre tí porque yo se las pedía.

Ese hombre era un psicópata.

—Vi fotos de cuando te graduaste del instituto, tus cumpleaños, tu primer día en la universidad... —se que era difícil para él contar todo y me dolía que en los momentos más importantes no hayamos estado el uno por el otro—. No tenía cómo contactar con nadie, estaba todo muy bien vigilado. Pasados esos años, nos desplazamos a Italia, ahí había negocios que Matís tenía que cerrar y obviamente yo no pude sacar ni una pizca de sus trapicheos. En resumidas cuentas he estado viviendo bien así que no te preocupes por mí, ya estoy aquí. Supongo que tendré que ir a comisaría a corroborar todo los hechos de antes del secuestro.

—¿Y esas heridas?—indagué y me giré a Arón y vi que él también tenía un par de rasguños—. ¿Tú también?

—Heridas de guerra—dijo Geller para hacer más amena la situación—. Se complicó la cosa en el último momento.

—También hay algo que te puede servir—dijo mirando al detective—. Matís un par de locales por aquí cerca, exactamente no sé qué es lo que tiene pero cuanta más gente arreste menos poder va a tener.

—Luego me apuntas las direcciones señor Johanson—anunció Arón.

—No hace falta ser tan formal, la última vez que te vi tenías trece años y no parabas de insistir en que querías ser profesor—soltó mi padre entre risas—. ¿Qué tal está Gabriel?

—¿Profesor?ja, ja. ja—reí.

—S...si bueno—dijo apartando la cara y evadiendo el tema. ¿Me pregunto qué fue lo que le hizo cambiar de opinión?—. Mi padre está bien, dejaré que le comuniqué la noticia, seguro que viene corriendo hacia aquí.

Arón se despidió dejándome a solas con mi padre, y antes de hacerle la pregunta él la soltó primero.

—¿Te preguntas dónde está tu madre verdad?—preguntó y yo asentí—. Pues ella sí que falleció, el día que te sacó de casa al volver intentó zafarse y le dispararon.

Murió por intentar salvarme.

Me hubiera gustado verla por última vez y abrazarla, no sabe lo mucho que le echo de menos. Dejé que mi padre descansara y salí de la habitación en busca de mi tía y tuve suerte de encontrarme justo en la salida.

Caitlin JohnsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora