Capítulo III

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La noche había pasado muy rápido para el gusto de Kara. Apagó su alarma, frotó con cuidado sus ojos para quitar el sueño restante. Comenzó a sentir que en su corazón tenía un pesar, por simple y llanamente recordar que la señorita Luthor y ella se iban a reunir en la tarde. Dios, no entiendo por qué me siento así, pensó mientras arrugaba su nariz, por primera vez (después de dos años), tenía duda de ir a correr. Sin embargo, no quiso darle poder a su mente, se alistó como cada día para hacerlo (excepto los fines de semana), sin olvidar el importante desayuno de Alex.

Ya lista con un conjunto deportivo (esta vez de color negro), se comenzó a dirigir al parque, en su camino no se topó a ninguno de sus vecinos, posiblemente se encontraban aún durmiendo. Pero hoy Kara se sentía diferente, más enfocada, ignorando lo que siente su corazón, al llegar como de costumbre, comenzó a calentar más en una banca que se encontraba alejada más de lo habitual.

En ese momento algunos de sus lectores se acercaban a ella con valentía para saludarla, cosa que la señorita Danvers amablemente hacía y de paso les agradeció su fidelidad con la revista. Todos esos pequeños detalles llenan su vida, la inspiran para seguir adelante con Danvers Magazine. Además, nunca se había considerado famosa, ni mucho menos una influencia, sólo es su trabajo, tampoco se desvive por tener lujos.

En cada vuelta que daba al parque, se enfoca solo en sentir sus movimientos, espantando con ello cualquier pensamiento sobre Lucy que quisiera asomarse. Sin darse cuenta, la hora había pasado, lo supo al sentir la vibración de aquella pequeña alarma que tenía programada en su móvil. Agitada y sin detenerse comenzó a dirigirse está vez a su departamento donde ya se encontraba su hermana mayor desayunando y viendo un poco de TV.

— ¡Buenos días! — saludó Alex mirándola entrar.

— ¡Buenos días! — saludó cerrando la puerta — ¿Te fue bien? — preguntó sirviéndose un vaso de agua.

— Fue una noche y madrugada tranquila. Gracias a Dios solo falta mañana — hizo un pequeño gesto de satisfacción — Pero, pero vale la pena salvar vidas — acotó sonriendo orgullosa de su profesión.

— Estoy tan orgullosa de ti, Alex — le regaló una sonrisa besándole su cabello en su acercamiento — Eres una gran médica — los ojos color avellana de Alex se humedecieron.

— ¡Cómo te amo! —  la abrazó sin importarle que estuviera llena de sudor y Kara soltó una gran carcajada correspondiendo el abrazo — Entonces, ¿es hoy? — le preguntó soltándola — ¿Acaso olvidas la cita con Lena Luthor? — Kara arrugó su frente. Claro, estaba tan enfocada en mi rutina, que lo olvidé, pensó.

— No es una cita, Alex — la corrigió — Y, sí, es hoy — cortó la conversación de raíz mirando la hora en su móvil — Me iré a bañar.

Se fue a su habitación evitando a toda costa alguna otra pregunta. Alex se limitó a verla irse, cuánto deseaba que volviera la Kara alegre de siempre, aquella que siempre le alegró sus días siendo pequeñas, aunque piense que no me doy cuenta, sé que aún sufre en silencio, pensó tristemente mientras devolvía su atención a la TV.

Kara recostó su cuerpo en la puerta de su habitación, cerrando fuertemente sus ojos frunciendo sus labios. Tomó de su cuello la pequeña cadena de plata que poseía como dije una L. Para ella tenía un significado especial porque se la había regalado Lucy en su primer aniversario como novias, era una cadena compartida, porque Lucy tenía una con una K, pero esa no la tenía en su poder, decidió dejarla puesta en su cuerpo inerte.

Desde aquel momento Kara no se la había quitado, ni para bañarse, no sentía suficiente fuerza para hacerlo. Duele, duele cuando regresas a mi mente tan de repente, que me haces sentir indefensa ante el mundo, pensó Kara como si fuera un poema que recitaba con tristeza.

Cuestión De Amor [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora