Capítulo XVI

8.5K 636 83
                                    

Solo basta un segundo para que la vida de una persona pueda cambiar. Un día puedes estar con el corazón latiendo de felicidad y en un momento puedes estar teniendo la peor pesadilla de tu vida o la cruda realidad de que un pariente cercano tuyo a muerto. La vida es eso, por eso dicen que hay vivirla como si fuera el último día. Pero eso no le pasó a Lex Luthor, él cayó en una adicción a las drogas y él mismo se ofreció para ir a un centro de rehabilitación, sin embargo, su arrogancia lo llevó a comprar su salida de forma apresurada del centro. Estuvo unos días bastante estable hasta que cayó de nuevo y una sobredosis de camino a su departamento le produjeron un infarto casi fulminante, tomó su móvil a como pudo y le marcó a emergencias. El último pensamiento o más bien el recuerdo que tuvo antes de morir fue las tantas veces que intentó acercarse a Lena, pero su madre siempre lo alejaba de ella, desde lejos vio la tristeza, casi soledad y las humillaciones que su madre le hizo. No obstante, al llegar a la adolescencia ese deseo había desaparecido hasta llegar a prácticamente ignorarla. En medio del dolor fuerte de su pecho dejó caer una lágrima con un pequeño susurro sin aliento un: perdóname Lena, dejando caer su móvil al piso de su auto con la operadora esperando escuchar la emergencia.

Como había muerto en su auto estaba creando un poco de tráfico en esa ruta, conductores molestos pasaban esquivando su auto, hasta que uno decidió con intriga averiguar qué le pesaba y por qué no avanzaba dándose cuenta que su cuerpo estaba inerte en su volante. Él fue que dio aviso a las autoridades. Así fue como su hermana menor fue avisada seguida de sus padres, esta se sentía mal, tenía muchos remordimientos en su mente, enterarse de su muerte de la peor forma, por medio de esa llamada telefónica que hizo a su vida girar 180° grados. Pasó de estar feliz y enamorada por un pequeño detalle de Kara a estar literalmente en luto.

Se sentía perdida en su propia mente, llorando desconsolada, ignorando que no estaba sola, estaban las dos personas más importantes de su vida. La rubia y la morena se comunicaron a través de sus miradas por verla así, tuvieron que tomar la decisión de llamar a un doctor para que le inyectara un calmante, ahora estaba durmiendo en los brazos de la señorita Danvers de hacía media hora.

— Entonces, ¿Lex esta...? — le preguntó la rubia a Sam que asintió recostando el rostro en su mano estando apoyada en el escritorio. Kara suspiró acariciando el cabello de la pelinegra que estaba en su pecho en el sofá durmiendo.

— Sí, la llamó un doctor de Metrópolis para avisarle — susurró sintiendo como el aire estaba siendo pesado, demasiado luctuoso Kara suspiró y la miró con tristeza.

— Dios, no me gusta para nada verla así — susurró sin dejar de acariciarle el cabello dándole un pequeño beso en él y recordó sin poder evitarlo su luto por la muerte de su ex —  Yo la comprendo perfectamente, viví algo similar — Sam la miraba con atención, siempre le dio curiosidad por saber la historia de CEO Danvers — Hace dos años perdí a mi prometida, bueno, casi tres ya, fue asesinada por una bala perdida unos días antes de nuestra boda — la señorita Arias abrió su boca sorprendida, ya entiendo por qué Lena me decía eso, de que podía contarme nada, pensó sintiendo un gran pesar en su corazón. La rubia solo le sonrió de medio lado con tristeza despejando su propia mente, en verdad estaba superando muy bien su pasado, porque ya no se asfixiaba contándolo.

— Lo siento mucho, cuñada... No puedo imaginar un dolor así — susurró suavemente bajando su mirada. Kara solo asintió dándole otra sonrisa tranquilizadora.

— No se lo deseo a nadie. Caí en depresión y por ende... Yo casi me quito la vida, gracias a Dios llegó Alex — susurró acomodando sus lentes mirando por unos instantes el suelo. Sam en cambio frunció un poco el ceño al escuchar eso y mirando a su mejor amiga dormir en el pecho de señorita Danvers quiso cambiar el tema —Sabes, le haces mucho bien a Lena — se sinceró dándole una pequeña sonrisa. Los ojos de la rubia que la volvieron a mirar se iluminaron al escucharlo, acompañado de un pequeño latido fuerte en su corazón, pero en ese momento solo podía pensar en ayudar a su amada pelinegra a superar poco a poco este duro momento.

Cuestión De Amor [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora