Capítulo VIII

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La tormenta se detuvo al llegar la noche, lo que significaba que era la última que compartían, aunque no lo dijeran en voz alta se sentían felices y a la vez nostálgicas. Habían disfrutado mucho de la compañía que se dieron, así como de todo lo que compartido. No necesitaban decir nada, von que solo las pequeñas sonrisas de agradecimiento bastaba.

Ese mismo día que comenzaron a quedarse encerrados en el aeropuerto, Kara tuvo miedo de estar sola con personas desconocidas, muy a pesar de su profesión. La partida de Lucy la había dejado con poca de pánico, así que, cuando escuchó a Lena a sus espaldas, sintió un alivio enorme dándose la oportunidad de abrirse.

El pequeño encierro le enseñó precisamente eso, que era posible dejar entrar a alguien nuevo a su vida. Toda aquella incomodidad que decía sentir con Lena fue creada por ella como un muro de contención. Sin embargo, la señorita Luthor había sido un verdadero sol con ella, nunca le faltó al respeto, le mostró de forma indirecta que podía confiar en ella.

Era un tanto irónico, Kara había estado pensando en darse la oportunidad para conocerla. Ya que en sus pasados encuentros fueron muy amenos y, por supuesto, esos dos últimos días le terminaron confirmando que la quería en Pero le generaba temor pensar que ella no quería en su vida. Ahora se instalaba en ella un duda. ¿Será que después de esto, vamos a fingir que nada pasó?

Lena se encontraba caminando en el aeropuerto, iba por la cena de ambas. Observaba que algunos locales volvían a sus actividades normales, gracias a la restauración eléctrica. Kara la esperaba mientras mientras cuidado sus pertenencias.

En esas cuarenta y ocho horas pudo resolver una de sus luchas internas, entendió que se puede seguir adelante sin tener que cerrar la puerta de su corazón. Antes de Kara, estaba siendo la peor versión de sí misma, se aisló de los placeres de la vida, encontró refugio en su trabajo y un poco en el alcohol. De hecho, eso no era un problema para ella, podía dejarlo cuando quisiera, no lo necesitaba, lo hacía porque quería. Había sido fría, calculadora, desconfiada, también cerró la importante puerta del amor. No solo por la traición de su ex novia, también tenía mucho que ver su relación familiar.

Con Kara fue diferente, estaba siendo la verdadera Lena. Una mujer protectora, cariñosa, cálida, gentil, que sabe divertirse con algo tan sencillo como un juego de mesa, una que sabe escuchar y que trata siempre de dar un buen consejo. La rubia había logrado en poco tiempo todo lo que a Samantha le costó unos pocos años. Desde el primer momento que la vio, en aquella portada de Danvers Magazine (aparte de quedarse sin habla), gracias a su mejor amiga, supo que esa hermosa ojiazul era extraordinaria en todo sentido.

Kara logró hacerla olvidar lo tajante que fue al inicio, también le intrigó más las ganas de conocer su historia real, no la que leyó en un pequeño artículo. No sabía si la esperaba una pareja o alguna chica en especial, solo conocía a su hermana mayor, a sus mejores amigos y algunos pequeños detalles que le había contado ella o los que precisamente leyó. Pero respetaba ese silencio, no iba la a forzar jamás mi nunca a tener esa conversión para no incomodarla, pero tampoco pasaba por alto su mirada perdida y triste.

Terminó comprando comida china, terminó comprando casi todo el menú, porque no sabía que le gustaba. ¿Qué pasará cuando salgamos de aquí? Se hizo una nota mentsl de pedirle su número mordiéndose el labio inferior. Cuando iba bajando los escalones eléctricos, la vio sentada en forma de indio dándole una ojeada a su libro, robándole un pequeña sonrisa.

— ¿Con que mirando mis cosas, Danvers? — le dijo fingiendo enojo. Se puso roja, viendo a todos lados menos a Lena — Kara, tranquila, fue una broma — le sonrió divertida. Kara cruzó sus brazos como si fuera una niña regañada.

Cuestión De Amor [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora