Capítulo XXIV

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La felicidad que tenían por ver despierta a la señorita Danvers es indescriptible. Seguía siendo el mismo día solo que un poco más tarde, la rubia fue bombardeada con abrazos por sus mejores amigos que reían, lloraban, le llevaron regalos, flores y hasta chocolates, pero eso último Alex se lo prohibió hasta nuevo aviso por el tipo de medicación que debía tomar por unos días. Las únicas que no recordaba tal como le había dicho la doctora pelirroja era a Lena, Samantha y a su pequeña hija Ruby, les dolía aún sí lo entendían. Se quedaron largo rato hablando, tratando de no bombardearla con información nueva que le pudiera causar algún daño. El encuentro más esperado era con sus padres, los señores Danvers estaban casi conmocionados de verla siendo su bella alegre hija, la que parecía no haberle pasado ningún accidente, exceptuando su delgadez, pero conociendo la forma en que comía en unos días podrá recuperar su peso y musculatura que siempre la caracterizaba. Kara trataba de prestarle atención a los demás, pero sus ojos no paraban de buscar a la peligra que, le sonreía con timidez, jamás tuvo el placer de conocer a una rubia en pleno coqueteo.

Esa misma noche Lena se ofreció a quedarse igual que siempre a despertar junto a ella por si algún motivo sufría algún tipo de crisis o dolor de cabeza fuerte. Los demás casi fueron echados por la misma pelirroja, obvio, menos a sus padres, ellos se quedaron un poco más de tiempo para luego retirarse al departamento. Por supuesto, querían planear un tipo de bienvenida cuando le dieran de alta. Después de que le inyectaron unos analgésicos para que descansara un poco, la ojiverde sacó un libro que comenzó hacía meses antes de conocerla, pero como no lo había terminado de leer tomó la iniciativa de reiniciarlo. Luego de casi dos horas la CEO Danvers despertó, giró su cuello y la miró concentrada en la lectura, que no quiso interrumpirla. Apreciaba con lujo de detalles cada parte de su hermoso rostro y suspiró sintiendo curiosidad de saber quién era ella en su vida. Lena se detuvo unos instantes al comenzar a sentir una profunda mirada clavada en ella, sonrió orgullosa alzando leve su ceja para levantar su mirada de la página que leía. La ojiazul le sonrió despreocupada de ser descubierta, definitivamente esta parte de Kara no la conocía, pensó poniendo el separador en el libro para no perderse donde iba.

— ¿Descansaste bien? — le preguntó dulcemente girando un poco su cuerpo para quedar frente a ella sin quitar su posición de piernas cruzadas en la silla. La señorita Danvers asintió mordiendo un poco su labio inferior sin quitar la profundidad de su mirada. El corazón de la ojiverde comenzó a latir tan fuerte que, desvió unos instantes su mirada de los ojos a esos labios que necesitaba volver a besar.

— Dormí bien, supongo. Aunque me duele el cuerpo de estar acostada — suspiró acariciando a como podía su espalda, al menos no se le formaron ampollas de estar en la misma posición muchísimos días. Lena asintió desviando en veces su mirada a la portada del libro y comenzaba a jugar con las hojas. No era que se sentía incómoda, pero si se sentía extraña de que no pudieran estar como antes — Lena... Tengo una inmensa curiosidad por saber quién eres en mi vida, ¿podrías decirme?, por favor — se atrevió a tomar su mano, siendo para ella una desconocida. Sin embargo, le sentía una confianza enorme. La CEO Luthor se rascó su ceja divagando entre sus pensamientos si debía decirle o no la verdad, ¿qué puedo hacer?, pensaba suspirando, mirando aquel agarre que no tenía intensión de soltarse — Por favor, dime. Si estás tardando en decirme es porque eres muy importante — le dijo dulcemente acariciando con su pulgar el dorso de su mano. Lena entreabrió su boca para gesticular, debatiéndose las ganas que tenía de gritarle: Soy tú novia.

— Sí, Kara. Soy alguien muy especial para ti. Pero, no quiero que puedas sufrir un efecto colateral de tu amnesia — le dijo de forma cálida acariciando su cabello dejándolos lejos de su rostro. La rubia lo recostó en su palma aprovechando su acción y suspiró, no la puedo recordar, pero me encanta la sensación de su piel sobre la mía, es tan suave como una rosa, pensó dejando fluir su lado poético. Lena contuvo el aliento y las ganas de llorar, por momentos creía que la recordaba, pero si así fuera ya le hubiera dicho.

Cuestión De Amor [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora