Epílogo

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La señora Danvers - Luthor se encontraba en la habitación terminando de arreglarse, siempre duraba más que su esposa en hacerlo, pero es que siempre le encantaba encontrarse presentable ante cualquier situación. Se miró al espejo y comprobó que su figura seguía intacta, debajo de ese vestido color vino que tanto le gustaba, este fue un regalo de su amada rubia en su cumpleaños número treinta y cuatro, le gustaba sentirse atractiva, empoderada y deseada.

— ¡Mamá! — entró a la habitación una pequeña castaña de cabello liso, su piel era no tan blanca y de ojos color verde azulado. Tenía puesto un vestido similar al suyo. Lena se giró a ella con una sonrisa y le tocó con cuidado su pequeño rostro — Mami Kara pregunta si ya estás lista — le transmitió el mensaje de su otra mamá con inocencia y la pequeña se abrazó a sus piernas. La ojiverde trató de no rodar sus ojos ante el desespero de su esposa y acariciando su lacio cabello asintió.

— Anda, dile a mami que ya bajo — la pequeña le dio un beso en su pierna y salió corriendo. La CEO Luthor se preocupó al instante por los escalones del hogar — ¡No corras Lucy! — alzó la voz llamando su atención y la pequeña sin ser vista obedeció a su madre. Kara suspiró con amor al ver a su pequeña llegar hasta ella y la alzó meciéndola entre sus brazos.

Cinco años han transcurrido desde el momento que se dieron el sí frente a los testigos de su boda. En todo ese tiempo transcurrido las esposas CEO han tenido altos y bajos en su matrimonio, como todo, las relaciones perfectas no existen. Sin embargo, arreglaban sus diferencias unas horas o un día después. Cuando cumplieron su primer aniversario decidieron iniciar el tratamiento para ser mamás, para su sorpresa este funcionó en el primer intento, gracias a Dios. Se convirtieron en mamás de su pequeña hija Lucy Kieran Luthor- Danvers, sí, la ojiverde cumplió con la promesa que le hizo a Lucy, su pequeña tenía cuatro años de edad, ella misma la había cargado en su vientre por nueve meses, era muy inteligente, heredó la inteligencia de su mamá Lena, aprendía con facilidad todo lo que le enseñaban sus figuras maternas.

En esos años contemplaron como sus mejores amigos se casaron, tuvieron hijos y como desarrollaron sus vidas profesionales dentro y fuera de Danvers Magazine. James abrió su propio negocio de fotografía, que creció a pasos gigantados, aún así seguía trabajando para la revista, estaba recién casado con Eve que, se convirtió en la mano derecha de Lena Luthor. Winn se convirtió en el director creativo de la misma, siempre fue muy bueno en su desempeño laboral, apartando por completo el hecho de ser mejor amigo de la dueña y su esposa, ahora estaba esperando junto con Mia a su segundo hijo. Nia se convirtió en una excelente periodista ganando un Pulitzer en un reportaje especial, ahora estaba a punto de mudarse a New York junto a Berny su esposo, recibieron ofertas de trabajo en la misma ciudad, a la señora Dox- Nal como directora de redacción en The New York Times y a el señor Dox en una importante empresa de bioquímica. Por otra parte, Alex y Sam se convirtieron en mamás por segunda vez, tenían un hijo de la misma edad que Lucy, al que nombraron Thomas Danvers - Arias, ambas seguían en sus respectivos trabajos y la ahora adulta joven Ruby se encontraba estudiando en el MIT, sí, al principio les costó horrores a sus madres dejarla irse, pero ya tenía diecinueve años y conocía perfectamente el bien sobre el mal, decidió seguir los pasos de su tía Lena.

Los señores Danvers estaban más que felices con sus nietos, disfrutaban bastante al recibirlos en su hogar, para ellos era revivir los buenos momentos con sus hijas siendo pequeñas, porque eran vivos retratos de las mismas. El señor Lionel se volvió a casar, luego de haberse separado de Lillian que, seguía cumpliendo su sentencia, no obstante, esta logró recapacitar de corazón, un día Lena se sorprendió al recibir una llamada directa desde prisión, era ella que pidió casi suplicando verlas a ambas, después de tanto dudar fueron. La señora Luthor les pidió disculpas por todo el mal que les hizo, desde entonces tuvo conocimiento de que tenía una nieta y deseaba algún día poder conocerla aunque fuera por medio de una fotografía.

La pelinegra sacudió sus pensamientos para tomar su bolsa y bajar los escalones. Irían al cementerio a dejarle flores a la señorita Lane, que estaba cumpliendo ocho años desde su muerte. Desde el nacimiento de su pequeña decidieron hacerlo en esa fecha en específico.

— Amor, hasta que bajas. Ya me empezaba a preocupar — le dijo con amor y tintes de preocupación la ojiazul que cargaba aún a Lucy. La señora Danvers - Luthor sonrió con ternura negando y se acercó a las mujeres de su vida — Te ves increíble, Len. ¿Verdad que mamá se ve increíble, Lucy? — la pequeña asintió extendiendo sus bracitos para que la ojiverde la alzara y así lo hizo.

— Mamá siempre — le dio un pequeño beso en su mejilla y ambas sonrieron con ternura. Su hija siempre les lograba robar el corazón con esos pequeños detalles.

— Gracias mis amores, ustedes también se ven increíbles. Ahora sí, podemos irnos al cementerio — le sonrió a su esposa y se acercó a ella para darle un sentido beso en sus labios. La rubia iba en su trabaje ejecutivo formal de color azul rey, resaltando por completo sus ojos — ¿Les he dicho hoy que las amo? — le preguntó rozando su nariz con la suya antes de separarse. La rubia fingió hacer que pensaba y soltó una pequeña risa negando. Lucy memorizaba por completo la interacción de sus madres.

— No, pero yo si te amo muchísimo más. Al igual que amo con todo el corazón a nuestra bella princesa — dijo con voz infantil para pellizcarle ambas mejillas a su hija y esta soltó una gran carcajada. Lena no pudo evitar reírse, la pequeña sin duda heredó la risa poco particular de su esposa.

— También las amo, mamás — extendió su bracito para que se abrazaran las tres. Las mujeres mayores se miraban a los ojos al unirse y suspirando se dieron cuenta que ese amor entre ellas seguía intacto hasta se lograba reflejar en la pequeña — ¿Cuándo mi hermanito saldrá de la pancita de mami? — preguntó con inocencia haciéndolas reír nuevamente. Kara tocó su vientre y le dio una pequeña caricia, efectivamente, se habían sometido al tratamiento por segunda vez con la intensión de darle un hermanita o un hermanito y este funcionó como la primera vez. Lena también posicionó su mano libre en el vientre de Kara y lo acarició generando mil sensaciones en el cuerpo sensible de su esposa, esta tenía cuatro meses de gestación, estaban esperando un niño, al que llamarán Leonardo, en honor al abuelo de Lena, porque conocieron un poco sobre su historia con la pelinegra y les pareció lindo todo lo que hizo antes de morir, la defendió siempre que podía de Lillian, aunque desdichadamente su nieta no lo recordó hasta hace poco por boca de su hijo Lionel.

— Mi amor, falta un poco más de tiempo, pero pronto podrás jugar con él — la pequeña asintió apretando con toda la fuerza que tenía en sus bracitos, que era prácticamente nula, a sus mamás y estas hicieron lo mismo, pero dejándole un sonoro beso en su mejilla. Así es como la familia iba a comenzar a agrandarse, creando un legado nuevo y bueno por medio de sus hijos, porque sabían que ellos serán capaces de mantenerlo vivo y con convicción sabían que así será en las generaciones futuras. Sin más que decir tomaron rumbo hacia el cementerio tomadas de las manos las tres, cerraron la puerta de su hogar tras ellas.

Cuestión De Amor [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora