Capítulo 18

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[ Red ]

Mi cuerpo se mueve en la cama de un lado a otro, intentando dormirse. Pero es imposible cuando mi cerebro no quiere dejar de funcionar y mi mente está cegada con una maldita idea: Zane está durmiendo con otra persona a tan sólo metros de mí.

Y es un planteo tan estúpido como la pregunta de, ¿por qué carajos me importa tanto? Si ya todo estaba superado...

Pero es que romper con todas esas creaciones abstractas que mi cerebro creo de su posible vida para poder recuperarme, es más complicado de lo que parece. Más si esas imaginaciones son completamente erróneas.

Cualquiera pensaría que luego de estar varios días sin pegar un ojo por más de cuatro horas al día, me dormiría apenas tenga la posibilidad, pero este no parece ser el caso.

–Maldita sea–. Me doy por vencida, acostándome boca arriba.

Me duché, cené, recorrí su patio, investigué su garaje, fumé mi caja entera de cigarrillos, escuché sus gritos, analicé sus peleas, lloré, volví a cenar e intenté leer un estúpido libro de su biblioteca, pero la ansiedad en mi cuerpo no desaparece y mi mente no puede parar.

Por curiosa como siempre, me enteré a escondidas de que se trataba el enorme bulto que llamaba mi atención en el garaje apenas llegué. Era un vehículo cubierto por una sábana, pero en realidad, no cualquier vehículo.

Era su moto. La misma moto que manejé y casi destruí una vez que tuvimos que escapar. La misma moto que nos llevó a nuestra primera cita o la que me recogió de mis fiestas. No es cualquier moto para mí, y para él también parece ser especial, ¿sino por qué otro motivo la tendría guardada, escondida al fondo, pero en perfectas condiciones?

Son las tres de la madrugada y lo único que deseo en estos momentos es una escapatoria de este infierno en el que caí.

Levanto mi cuerpo ansioso, y en silencio me dirijo al patio a fumar un cigarro. No es hora, ni lugar, pero es la única forma de desahogarme. El pasillo está oscuro, igual que el resto de la casa. Con mi teléfono alumbro el camino, para no encender las luces y levantar a alguien más, pero cuando estaba en la puerta de mi cuarto, justo por alejarme en el pasillo, un tintineo llama mi atención.

¿Una llave golpeando un plástico hueco? O algo similar a un metal rozando con otro por una brisa repentina. No sabría exactamente de qué se trata, pero tampoco sé si debe importarme.

Quieta, mirando a ambos lados, espero unos minutos para confirmar si el tintineo vuelve a sonar o fue solo mi imaginación inventando sonidos extraños. Espero con la linterna encendida, hasta que el tintineo vuelve a hacerse presente.

–¿Qué es eso?–. Me pregunto, en la lucha de decidir si buscar el motivo o sólo ignorarlo.

Una vez, y otra más. El metal vuelve a golpearse, como ¿campanitas?

Mi yo curioso, empieza a caminar en dirección de dónde creo que proviene el ruido.

No debería hacerlo. Estoy en casa ajena, y encontrarme hurgando sus pertenencias se vería muy mal, pero cómo la semilla de la duda fue plantada en mí, sé que no podré dormirme hasta no encontrarme con el motivo del sonido.

Mis pies avanzan hasta el fondo del pasillo, y se detienen justo delante de la puerta cerrada, donde creo haber visto un pequeño lavadero. Vuelvo a detenerme. Escucho a mi alrededor, el silencio es lo único que se escucha además del tintineo. La casa sigue oscura, en su cuarto no parece haber movimiento.

–Sólo buscaré el sonido y me iré rápido –cedo ante la tentadora idea de saberlo todo.

Mi mano toma la fría perilla, y rogando que este cuarto no tenga llave, la volteo despacio, como si estuviera en cámara lenta. La puerta cede, sin berrinches ni sonidos fuertes.

Encubiertos || TERMINADA || [ +18 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora