Capítulo 12

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[ Red ]

El sabor a hierro oxidado en mi boca impregna mis papilas gustativas. El ardor en mi labio tapa un poco su sabor, pero mi pómulo lastimado es el protagonista principal.

-Maldita cara bonita -maldigo mientras mis manos buscan desesperadas la canilla del agua.

Visita la ciudad, decían... Te sorprenderás, decían...

Hoy más que nunca me arrepiento de haber escuchado sus palabras idiotas.

Junto a mis manos y formando un caparazón las coloco debajo del grifo, juntando agua y arrojándola luego a mi rostro. Una, dos, tres veces mientras froto mi rostro para quitar la sangre que corre de mi ceja, mi pómulo y mis labios. De la misma forma enjuago el interior de mi boca, haciendo buches despacio para sacar el espantoso sabor de mi sangre.

Un festival. Un tranquilo, común y corriente festival. Tocaba una banda muy conocida, pura y exclusivamente electrónica. Fascinada conseguí entradas, seguí el maldito consejo del imbécil de Nicholas.

-¿Por qué no vienes ahora a sacarme maldito hijo de perra? -hablo enfadada para mis adentros, porque mi mandíbula duele si intento pronunciar una palabra.

Conocí a una mujer. Simpática, alegre y súper fanática del tequila y los festivales como yo. Un alma gemela, nueva amiga y cómplice, por lo menos esa noche lo era. Pero jamás podría pasar por mi mente, que tal persona terminó siendo una fugitiva buscada por todo el país.

Sí, mi suerte jamás acaba, cómo una montaña rusa de maldiciones.

Un poco pasada de copa me ofrecí a acercarla a casa, pero cuando estábamos subiendo a mi auto, un tipo salió de la nada y se abalanzó hacía nosotras para atacarnos. Había bebido, pero tampoco estaba tan ebria para no reaccionar inmediatamente. Saqué mi arma de su funda, que escondía debajo de la botamanga de mis jeans, y defendiéndome apunté a su maldita cabeza. Vi al cuerpo de la mujer correr, escapando de la situación, actitud que me pareció normal de una persona que jamás presenció un asalto o un ataque sorpresivo, pero la situación no terminó ahí y el escenario se dio vuelta completamente: cerca de veinte oficiales salieron de repente y nos rodearon en tan solo segundos. Bruscamente me golpearon y esposaron para llevarme a la comisaría. Tomaron mi declaración, jure que no tenía nada que ver con esta mujer, pero no sirvió de nada ya que ahora estoy aquí, encerrada tras las rejas con cargos por encubrimiento, venta de droga, portación de armas ilegales y para rematar con algo tan insignificante: por conducir ebria (cosa que jamás pude hacer ya que me detuvieron antes de tiempo).

La peor ciudad en la que podrían arrestarme. ¿No podría ser en cualquier pueblo pequeño donde por dos billetes te sueltan? No, debía ser en la gran capital.

Cumplieron con mi derecho, me dieron una llamada antes de encarcelarme, ¿pero a quién carajos podía llamar? Totalmente varada, sin conocer a nadie y sin un puto número de abogado al que recurrir. Hundida en la mierda, decidí desperdiciar mi llamada en Destiny. ¿Para decirle que me encerraron? No. Simplemente le informé que mi teléfono se había descompuesto y que no se preocupara si no contestaba, con las intenciones de que el abogado de turno que el estado quiera asignarme, pueda resolver y probar con urgencia mi inocencia en todo este malentendido que me trajo hasta aquí.

Celda 34 y un uniforme ridículamente asqueroso.

La nueva idiota de entre las rejas, el cordero recién nacido, la oveja bebé. Sé cómo funcionan las cosas aquí, pero no dejaré jamás que me arrastren sólo por ser la reciente. Y claramente mi rostro es la fiel imagen de mis intenciones.

Tercer día y todavía no necesité recurrir a la enfermería. Nuevo logro personal desbloqueado.

-Mierda -susurro bajo, sufriendo bajo el ardor de mi peil lastimada-. No dejarás de sangrar ¿verdad?-. Bruscamente tomo un pedazo de papel y haciéndolo una bolita aprieto mi labio, ejerciendo presión en la herida para que la sangre deje de correr.

Encubiertos || TERMINADA || [ +18 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora