Capítulo 52

25 3 0
                                    

[ Red ]

El tiempo vuela, y cuando más necesitas que los minutos pasen lentamente, es cuando en un abrir y cerrar de ojos se esfuman.

Otra vez como años anteriores, cuando se aproxima el momento de solucionar el problema que nos une, no quiero hacerlo, porque no puedo evitar preguntarme qué sucederá luego. O, mejor dicho, no puedo dejar de pensar en las palabras de Nick.

Admite que no fue un simple polvo. Admite que sientes algo más.

Y no es algo en lo que tuve tiempo de pensar. Ni siquiera es un tema que vi necesario poner en discusión en mi mente, pero si no fuera necesario ¿entonces porque sus palabras entraron en mí aferrándose en lo profundo de mis malditos pensamientos? ¿Por qué sigo dándole vueltas al tema? Si en realidad, hay una sola verdad en esta cuestión: Zane ama a Darlene, y lo que sucedió entre nosotros es algo pasajero.

Supuestamente no habría mucho que discutir ¿verdad? Es lo que dice mi lógica, aunque últimamente no confíe en mi sano juicio.

Cuando la razón y el corazón están en una guerra constante entre ellos, mis ideas se ven un poco distorsionadas. La lucha entre ocultar lo que siento o hacer lo correcto, entre hablar o callar, sentir o ignorar, me está matando.

¿Qué es lo correcto? ¿Qué debo hacer? ¿Callar y marcharme alejándolo de mis problemas? ¿O hablar y soltar todo aquello que alguna vez no pude decirle?

Es difícil cuando la oscuridad que te rodea es mayor que tu pequeña luz. Es difícil cuando todo parece perdido o imposible. Es difícil, pero más difícil es cuando nos vemos obligados a cargar de por vida con una decisión que alguna vez tomamos y nos arrepentimos.

Decisiones que marcan vidas, que establecen un antes y un después.

Sé que es tarde, pero ya no hablo de un nosotros, sino del tiempo. Sé que debería haberme duchado y que en estos momentos debería estar vistiéndome. Sé que es momento de solucionar todo este problema de una vez, y así como deseé y planifiqué desde el comienzo, deshacerme de este caso para volver a mi vida normal. Pero no quiero hacerlo, y temo hacerlo.

Sus palabras fueron ciertas; por más que haya pasado horas investigando cómo usar sus sucios secretos cómo defensa, si atacan mi punto débil cederé, y es lo que me tiene aterrada.

El viento helado corre en el gran balcón de nuestro nuevo amigo presidente, y el sol cae otorgándome la perfecta vista del atardecer. El cigarro se consume más rápido de lo normal, no sólo por mis largas y profundas caladas, sino por la brisa insistente.

Es increíble el poder de las palabras, pienso justo antes de escuchar esa familiar y tan reconfortante voz.

–Aquí estás–. Habla entre jadeos de cansancio. Supongo que no soy a la única que las escaleras le juegan una mala pasada.

–Me encontraste –volteo sorprendida de su inesperada presencia.

–Sabía que ibas a estar por los aires.

–Al parecer conoces mis escondites secretos.

–Tengo acceso exclusivo–. Ríe mientras camina hasta mí.

–Supongo que deberé cambiarlos ahora que los sabes todos.

–¿Nunca se te ocurrió porque siempre sé dónde encontrarte?

–Mm... –claro que jamás lo pensé–. ¿Tengo un chip bajo la piel que me pusiste mientras dormía para saber dónde estoy constantemente?

–Definitivamente no –abre sus ojos de par en par.

Encubiertos || TERMINADA || [ +18 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora