Capítulo 4

35 1 0
                                    

[ Zane ]

La mente actúa misteriosamente.

El cuerpo humano en sí es un misterio. Almacena y recopila una inimaginable cantidad de momentos y recuerdos en nuestra mente, los tanto felices como dolorosos. Como mecanismo de defensa o supervivencia podríamos decir, guardamos esa información que nos duele y nos causa tanto daño en una porción del cerebro. La enterramos como en un pequeño cofre, e ignoramos su existencia para tan solo sentirnos mejor.

Pero eso no es más que un simple engaño a nosotros mismos.

Por que ignores a una persona, no quiere decir que esa persona deja de existir.

Exactamente lo mismo sucede con los recuerdos. Sólo bastó una palabra de Ryan para dejarme todo el día afectado. Como si se tratara de un hipervínculo, ella vino a mi mente por un segundo para tratar de ayudar a comprender a lo que se refería mi querido compañero, pero no pudo irse más.

Todas las personas que aparecen en nuestra vidas llegan para enseñarnos algo. Dejan su huella, algunas más profundas, otras no tanto. Huella que con el pasar de los días y la llegada de nuevas personas, se va borrando poco a poco.

Por esa razón, con el tiempo logramos olvidar a aquellos que se fueron, gracias a la llegada de nuevas personas. No es algo malo, tampoco es lo correcto. Simplemente se llama naturaleza humana y nos sucede a todos. Pero así como hay personas que son olvidadas, hay otras de las cuales es imposible olvidarnos. Dejaron su huella tan profunda en nosotros, que jamás, nadie podrá reemplazarlas.

En este último grupo de personas es donde se encuentra Red.

Ya pasó demasiado tiempo desde la última vez que la vi. Sigo recordando cada parte de ella como si se tratara de ayer el día que me fui, pero hay otras cosas que poco a poco se van borrando, como su voz o su risa. Su tacto en mi piel ya no logro sentirlo, igual que la textura de su cabello. Su aroma sigue ahí. A veces suelo sentirlo, pero luego me doy cuenta que es solo mi imaginación rememorándola en mis fosas nasales.

¿Debería pensar en una mujer estando con otra totalmente distinta? Claramente no, pero a veces el cansancio del día o el disgusto de tanto pelear, nos lleva a querer transportarnos a esos lugares donde todo era un poco más fácil.

El viaje no fue largo, pero a su lado a veces se siente interminable. Más sí justo antes de salir, ella recibe un caso demasiado complicado y difícil.

No me interesa saber de leyes o derechos, pero la escucho porque es lo que ella ama hacer. El problema está cuando la situación es al revés y directamente no tiene tiempo para escucharme.

Estuvo vociferando todo el camino. Bajó el volumen de la música porque no podía concentrarse, y el agobiante calor de la ciudad colmó mi paciencia hasta llevarla a su límite. Llegó un punto en el que decidí, por salud propia, silenciar mis oídos. Y fue ahí cuando mi mente viajó y trajo a Red como escudo de supervivencia.

Llegamos al hotel. Momento de merecido descanso y relajación, pero como propia característica de mi persona, se me hace imposible recostarme y quedarme sin hacer nada, cuando en realidad tengo demasiadas cosas por hacer.

Tomo el pequeño sofá de la esquina de la habitación y lo acerco a la cama, para sentarme a investigar sobre Marco. Todos los recortes desparramados sobre las sábanas me ayudan a unir piezas y conectar la situación que realmente nos importa; ¿Cómo todo esto se vincularía con las amenazas al presidente?

Sé que aquí está la respuesta. No me pregunten porqué o cómo lo sé, simplemente es una corazonada.

–¿Cómo pretendes que pueda usar la cama si la llenas con tus papeles? –la voz de Darlene me sorprende por detrás.

Encubiertos || TERMINADA || [ +18 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora