Capítulo 39

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[ Red ]

–¡Zane! –exclamo por la sorpresa, pero en vez de sonar como un regaño, termina sonando como un pequeño jadeo.

Mi cuerpo rebota ante el golpe, pero a mi espalda afectada no parece importarle. Su mano en mi muñeca me obligó a soltar su mochila, pero su pelvis pegada a mi cuerpo es quién me paraliza.

Yo contra la madera, él apretando mi cuerpo contra el suyo. Su frente pegada a la mía, sus susurros en mi nariz. Con una de sus manos sostiene mi muñeca por arriba de la cabeza, mientras que con la otra, aprieta mi cintura. Su respiración es pesada, y sus gruñidos me dicen que en verdad está luchando consigo mismo.

–Red–. Gruñe, con su voz ronca y pesada.

No puedo ver su rostro, el contraluz no me permite contemplar sus ojos, pero estoy segura que se oscurecieron de repente.

Su mandíbula está tensa, su mirada clavada en mi boca; Está conteniéndose.

No pude verlo venir, ni tampoco supe advertir cómo el deseo intenso se desataba de su control. Mi cuerpo, aturdido ante su cercanía y su forcejeo, sigue paralizado bajo sus manos.

Sin decir una palabra más, suspiramos en la piel del otro.

Determinado, luego de esperar unos segundos, lleva su nariz a mi cuello, y de una larga respiración siente mi particular aroma. El cosquilleo que produce en el hueco entre mis oídos y mis hombros erizan mi piel, y decidido a permanecer allí por un tiempo más, obliga a mis pulmones a tomar aire y retenerlo ahí. Jugando con sus cálidos y húmedos labios, besa tiernamente ciertos sectores que sabe perfectamente que son mi debilidad, y cuando llega al punto exacto en el que mi clavícula sobresale más de la cuenta, mi pecho inconsciente se inclina hacia él, y de mi boca no puedo controlar los gemidos.

No sonríe, y lentamente se mueve rozándome, sabiendo cómo enloquecerme.

Su ancho brazo aprovecha el espacio entre mi espalda y la madera, y abraza mi cuerpo empujándome hacia él mucho más fuerte. Mis pechos pegados a los suyos, mi cuerpo a su merced.

Suavemente sube otra vez a mi rostro, y apoyando su frente sobre la mía, se toma un momento.

–Red–. Susurra nuevamente, pero esta vez en forma de súplica. Su mano suelta mi muñeca tiernamente, que estaba por encima de mi cabeza, llevándola a descansar en uno de sus hombros, con las intenciones de poder acariciar mi mejilla.

¿Qué estás suplicándome Zane? ¿Qué quieres decirme con este jadeo?

Pero ni siquiera mi cerebro está funcionando como para tratar de entender.

Mis manos contornean sus hombros, hasta subir por su cuello y posarse en sus mejillas.

No debo hacerlo. No puedo hacerle esto.

Pero por más que quiera impedirlo, la tentación de probar sus labios nuevamente es mayor a mi autocontrol.

–Zane –suplico.

Me atrevo hacerlo. Me atrevo a estirar mi cuello hacia él y rozar mis labios con los suyos. Cómo si jamás hubiera besado en mi vida, lenta y tiernamente acaricio su boca con la mía, esperando su reacción.

Sus ojos cerrados, apretados. Su respiración demasiado afectada, y su fuerza brutal sobre mi cuerpo me dicen que está luchando. No voy a presionarlo ni obligarlo a cometer un error, por lo que simplemente me alejo suspirando profundo, dejando salir todo aquel dolor que invade mi alma a través de ese suspiro eterno.

Ser rechazada se siente como la mierda.

Mis ojos están húmedos. Pero, ¿por qué carajos están húmedos?

Encubiertos || TERMINADA || [ +18 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora