Capítulo 23

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[ Zane ]

-Mierda-. Asustada reacciona bruscamente, y voltea su cuerpo para ver de dónde viene mi voz. El vaso que sostenían sus manos cae en la pileta, y agarrándose del mármol intenta no marearse más de lo que ya se encuentra. -¡Zane! -exclama al encontrarme en medio de la oscuridad, parado al lado de la ventana-. Me asustaste -lleva una de sus manos al pecho, respirando profundamente.

-Perdón, no fueron mis intenciones.

-¡Dios! -expulsa un largo suspiro-. Casi muero de un infarto.

Su impecable imagen, imposible de ignorar, tientan a mis ojos a observarla de pies a cabeza. Luce un short suelto de jeans, sencillos y súper frescos, con un top rojo que resalta perfecto su tono de piel. Unas sandalias marrones, de sutil tacón y con tiras atadas alrededor de su talón, extendiéndose hasta un poco más arriba de su pierna.

Por más que desee quedarme contemplando la vista, sus intenciones fueron establecidas claramente esta mañana. No quiere saber nada de mí, más que lo necesario para el caso.

No te conozco, no me conoces. Sus palabras resuenan claramente en mi mente, una y otra vez.

Y aunque soy consciente que el causante de todos estos problemas fueron mis malditos gritos de enojo, me molesta. Estoy molesto porque no tuve oportunidad para explicar a lo que me refería.

No puedo trabajar a su lado. Y no es porque no quiera o porque duela, que en realidad si lo hace. No es por mí, sino por ella. Le prometí que jamás volvería a su vida, y lo hice por su bien.

Duele volverla a ver, no voy a mentirme a mí mismo. Duele verla más hermosa de lo que era, brillando como nunca. Duele ver que sin mi está mejor, duele no estar tomando su mano o acompañándola. Duele como jamás pensé que dolería, pero a la vez me reconforta. Me reconforta saber que gracias a mi promesa ella hoy está bien.

Pero no tengo el poder en mis manos de garantizar que sucederá si trabajamos lado a lado, y por ese motivo no quería que trabajésemos juntos, porque me juré jamás volver a hacerle daño.

Sé de antemano, que al final de todo terminaré destruido otra vez. Y lo sé, porque una parte de mi volvió a encenderse cuando sus ojos aparecieron después de tanto tiempo. Una parte de mí se movió por dentro, sacudiéndome por completo. No puedo hablar por ella, no puedo decir si realmente le duele como en mí lo hace, pero si quiero evitarlo. Evitarle el dolor, el sufrimiento, los recuerdos. No quiero volver a recordarle ese lado oscuro en su vida, no quiero ser el fiel recuerdo de su padecimiento. Pero aunque no quiera, lamentablemente lo soy. Y por eso no quería trabajar a su lado.

Me duele tenerla cerca, pero a la vez me encanta. Y estaba ansioso porque por un momento sentí que las cosas empezaban a fluir bien, hasta que sus palabras terminaron por asesinar mis esperanzas.

Tal vez sea lo correcto. Estar lejos, no conocernos, sólo vincularnos por el trabajo. Tal vez sea lo mejor para ella, y si es así estaré dispuesto a cumplírselo.

-¿Todo en orden? -pregunto antes de marcharme.

-Todo bien-. Sonríe, mientras voltea a cerrar el agua que corre.

-Está bien-. Cruzo la mesa central hasta posicionarme cerca de ella, casi en la salida de la cocina.

Quisiera quedarme, quisiera poder compartir más con ella, pero me dejó en claro lo que quería, y respetando sus deseos solo prosigo a decirle: -Cené macarrones, quedó algo en la nevera por si quieres.

-Claro, gracias.

La vi entrar, cómo se acercaba luchando por mantener rectas sus piernas. Escuché sus gritos por la ventana y su ruidosa forma de abrir la puerta y deshacerse de sus pertenencias. Está ebria y puedo notarlo por la forma en la que empieza a desenvolverse.

Encubiertos || TERMINADA || [ +18 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora