Capítulo 8

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[ Red ]

En tan solo minutos hicimos el recorrido que a mis piernas le llevó cerca de una hora en hacer.

La música fuerte rompió nuestro silencio incómodo. Sin decir una palabra y sin intercambiar miradas vinimos hasta el viejo Chevelle.

Después de su comentario quedé un poco impactada. No tenía miedo, en el momento en el que estaba subiendo me encontraba más nerviosa que asustada, pero con su comentario quedé un poco más ansiosa de lo normal. No saqué el arma, claramente no lo hice, pero me quedé pensando en su actitud. ¿Me habrá dicho eso para tranquilizarme en verdad? O tal vez pueda ser una buena estrategia, mencionar el tema, hacerme ver que se dio cuenta del arma y con su comentario tranquilizarme para que bajara la guardia.

No sabría decirles cuáles fueron sus intenciones, pero hasta el momento llegué al viejo 70 sana y salva.

-Está destrozada, eso está clarísimo.

-¿Ahora me crees? -mi tono desafiante se dirige a él, mientras cruzada de brazos y apoyada en el viejo 70 lo observo.

-Nunca dije que no creía en ti. Sólo me hace falta mirar con mis propios ojos para estar más seguro -limpia sus manos en la remera blanca que trae puesta.

-Tenía un pedazo de tela para eso -señalo su acción.

Es de noche, la luz del viejo 70 y su volkswagen son lo único que alumbran el lugar. Y para mi suerte, apuntan directamente hacia él.

Su piel transpirada brilla, pero no tengo idea porque eso lo hace aún más atractivo. Su look es súper casual y fresco, jeans rasgados, zapatillas negras y remera blanca. Algo sencillo, pero que hace lucir a su cuerpo a la perfección. Sus brazos son los que se me hace difícil de ignorar, más cuando inclinado dentro del Chevelle, se flexionan y tensionan, trabajando y alumbrando la zona.

-Un poco tarde -agacha su vista hacia la mancha de grasa en su tela blanca inmaculada.

-¿Tienes la costumbre de manchar tu ropa porque tienes otras 600 remeras iguales que pueden reemplazar a esta? -levanto mi ceja, intentando conocer un poco de su actitud.

-Si la duda es si realmente tengo otras iguales, entonces debo responder que sí -se detiene unos segundos, estudiando mi rostro-. Pero si estás diciendo si me da igual manchar la remera porque mi enorme cartera me permite reemplazar la ropa como si de agua se tratara, entonces estás equivocada.

Lo analizo atónita. ¿Por qué carajos interpreta las cosas de la misma manera que yo? Otra persona simplemente hubiera contestado que sí, o que no se dio cuenta, o tal vez sólo hubiera reído. En cambio, él leyó mis verdaderas intenciones.

-¿Sorprendida?-. Camina hasta su auto, pasando cerca de mí y rozando mi cuerpo a propósito, mientras me pregunta con un tono de voz grave y demasiado excitante para lo que habitualmente estoy acostumbrada a oír.

Es nuevo para mí, este escalofrío por un sólo roce hace tiempo que no lo sentía. Ese frío que baja hasta la última vértebra de mi columna. Congela mi cuerpo y mi respiración. No me muevo, no respondo nada, solo sigo sus pasos con mis ojos.

Abre el capo de su GTI y alumbra su interior, buscando tal vez una manera de arreglar el viejo 70.

Cuando necesita ambas manos, lleva su teléfono a su boca, sosteniéndolo con este.

-¿Qué carajos pretende hacer?- me pregunto, pensando lo que probablemente estaría pasando por su mente.

Me acerco hasta él y suavemente tomo el teléfono de su boca, ayudándolo a alumbrar. Sonríe levemente, sin hacer contacto visual conmigo. Me quedo allí observando unos minutos, hasta que entiendo sus intenciones al leer sus movimientos.

Encubiertos || TERMINADA || [ +18 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora