Capítulo 17

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[ Red ]

¿Cómo sería la casa de Zane Mayer? Me concentro en responder esa pregunta, con las intenciones de distraer mi mente de pensamientos y recuerdos dolorosos.

El deseo de consumir se intensifica con el dolor. Aprendí a reemplazar la droga en los momentos de tranquilidad, encontré otra forma de sentirme extasiada, alegre y extrovertida. Pero no logré reemplazarla cuando hablamos de dolor. Nadie me hace opacarlo por un rato como ella lo hacía. Si bien el alcohol a veces ayuda, pero nada se le compara.

Evitar sentir dolor ya no es una solución para mí, sino que se convirtió en mi condena segura. Antes volteaba mi rostro de aquello que dolía, ignorando su presencia y acumulándolo dentro de mí, pero eso solo empeoró las cosas. Aprendí a sentirlo, a rasgarme el alma cada vez que empieza a doler. No permito pasarlo por alto, así no puede acumularse, y el deseo de consumir no aumenta en mí, haciéndome recaer otra vez.

¿Cómo me imagino la casa de un agente secreto? Estuve en una de ellas años atrás, pero para ser más exactos era la casa de sus padres. De todas formas, no pienso que sea algo muy distinto a lo que en verdad le gusta. Me imagino un lugar pequeño, con las necesidades básicas para vivir. Una cocina acogedora y un living en perfecto orden cómo tanto le gustaba. Estoy segura que su sala de arte, alegre y colorida seguirá estando, y un equipo de música sin falta. El garaje para sus autos y tal vez un patio o una terraza donde tomar aire. Le fascinaban los espacios abiertos, con oxígeno puro y una brisa fresca. Un baño moderno, pero con una ducha enorme, y un cuarto de tamaño mediano, pero con pocas repisas ya que odiaba verlas vacías.

Algo básico, personas como Zane no pasan mucho tiempo en casa ya que su vida en sí gira alrededor de su trabajo.

Mis ojos se pierden por la ventanilla, y una sonrisa se escapa de mi rostro cuando recuerdo: –Odiaba mi desorden. Él lo odiaba y yo amaba dejar mis cosas por toda la casa.

No duele como aquella noche en el restaurante. ¿Será porque estuve días procesándolo, o porque todavía no me di tiempo a recordarlo todo? No lo sé, sólo sé que por lo menos todavía no dolió como pensé que lo haría.

–Llegamos–. Afirma, luego del largo silencio que se dio desde nuestra última risa.

Su carácter cambió un poco desde que mencioné su descargo conmigo. No justifico sus acciones, tampoco digo que deja de ser un idiota, pero puedo entender el choque de palabras en la puerta de la correccional. Estaba sorprendido y al parecer demasiado enfadado con Ryan. Podría decir lo mismo, pero tengo una pequeña ventaja sobre Zane: Ryan me lo dijo días atrás, por lo que sabía que si aceptaba íbamos a encontrarnos otra vez.

El portón de su garaje se abre automáticamente y de un solo movimiento gira el vehículo dirigiéndose adentro. Mis ojos se pierden en la vista que tengo delante antes de perdernos en el garaje.

–¿Lugar pequeño?–. Me pregunto, esta vez sarcásticamente al ver el choque entre la realidad y mi imaginación.

Césped delante y dos bellos arbustos podados perfectamente. Blanco impecable, puertas de madera oscura hermosamente lustradas, y ventanas cristalizadas, mucha luz interior. Casa de un solo piso, pero de una extensión que jamás pensé posible para el Zane que conocí años atrás.

No opino nada, sólo trago las palabras y los pensamientos erróneos de mi mente.

–Tal vez algo de lo que me imaginé dentro sea correcto–. Me encojo de hombros, siguiendo el juego conmigo misma.

El metal se cierra detrás de nosotros y unas luces se encienden solas por sensor. Él baja del auto y lo rodea hasta llegar a mi puerta. La abre ayudando a mis manos esposadas con esa tarea, y espera que esté de pie fuera para cerrarla detrás de mí.

Encubiertos || TERMINADA || [ +18 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora