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—La verdad es que no entiendo porque no podemos cenar en pijama. Quiero decir, ¡estamos en casa! No es como si fueramos a un restaurante.
—Navidad, Mia. Nada de cenar en pijama —avisa su padre sin apartar la mirada de la cena que Lukas y él se encargaban de preparar—. Ahora ve a cambiarte. Los Abuelos y los tíos están a punto de llegar.
Resignada sale de la cocina y regresa a su habitación para deshacerse de aquel calentito pijama navideño que cubría su cuerpo.
Navidad, época de reuniones familiares y alegría. Y en el caso de Mia, época de interrogatorios sobre temas amorosos a cortesía de las hermanas de su padre, las tías Mallory y Hazel. Las quería, pero ya había tenido suficiente con tener que darle explicaciones a su padre.
—¿Estoy guapo?
Max había ingresado en la habitación de su melliza vistiendo unos vaqueros negros y una camisa blanca.
—Aunque me duela decirlo, sí, estás guapo.
—Gracias, supongo —sonríe de forma sarcástica—. ¿Qué te vas a poner?
—No tengo no idea —se sincera—. ¿Por qué no podemos normalizar el cenar en pijama la noche de Navidad?
—Aunque me duela decirlo —repite las anteriores palabras de su hermana—, te doy la razón.
En ese momento Max se acercó a la chica, quien tenía la mirada perdida dentro del armario. En un rápido movimiento el joven sacó de este una falda de cuadros negra y un jersey rojo.
—¿Ahora eres gurú de la moda? —pregunta Mia con gracia en cuanto su hermano le entrega las prendas de ropa.
—De nada —le guiña el ojo—. Yo me pondría las botas altas negras, para rematar el outfit.
—Vale, si que te has vuelto un gurú de la moda —confirma—. Aunque me gusta. Gracias.
El chico le regaló una última sonrisa antes de irse y terminar de prepararse. Mia, una vez sola de nuevo, optó por cambiarse ya al ver la hora que marcaba el móvil; aunque teniendo en cuenta que ya se había duchado esa tarde, iba bien de tiempo.
Para cuando la actriz sintió el timbre de la casa sonar se encontraba dándole los últimos retoques a aquel sutil maquillaje que había decidido hacerse, y tras ponerse el reloj y un collar con su inicial que le había regalado su padre, bajó a recibir a los invitados.
—¡Mi niña!
La sonrisa de Mia se ensanchó ante las palabras de su abuela materna. Sin decir nada, y bajo los saludos de los miembros restantes de su familia, abrazó a la mujer.
Los cuatro abuelos de Mia, las dos hermanas de su padre con sus respectivos maridos y sus hijos, y el hermano de su madre eran los miembros que conformaban aquella familia; y su presencia daba inicio a la cena de Navidad.
(• • • • • •)
—¡Fue una experiencia horrible!
Tanto Mia, como Lukas y su padre, comenzaron a reir por el dramatismo que Max había empleado al narrar al resto de la familia su experiencia durmiendo una noche en un calabozo.
Tobias, para sorpresa y alivio de sus hijos, lo único que había atinado a hacer cuando le contaron la historia la primera vez fue reírse de la desgracia de Max y burlarse de él.
—Siguiendo la tradición Wagner, por lo que veo —comenta con gracia el tío de los muchachos.
—¿A qué te refieres?
—¿Vuestro padre no os lo ha contado?
—Quería que mis hijos tuvieran una buena imagen de mi, Adler —responde señalando a su cuñado—. Y tú adolescencia no es que haya sido mejor.
—Touché.
Aquello dió pie a que los jóvenes del grupo quisieran saber la historia que se escondía tras aquellas palabras; y tanto Tobias como Adler, que antes que cuñados habían sido mejores amigos en su adolescencia, empezaron a narrar como ambos habían acabado detenidos cuando tenían dieciocho años.
—Tras el descubrimiento del pasado ilegal de mi hermano —Mallory toma la palabra—. Me gustaría saber que es eso de que mi sobrina tiene novio y no nos había informado sobre ello.
Una mueca se implanto en el rostro de Mia, que tenía todas las miradas puestas en ella. Hacía un par de días un par de fotos de Cody y ella agarrados de la mano habían recorrido la red, y estaba completamente segura de que su tía las había visto.
—No...tengo novio.
—No oficialmente, aunque ya hayan hecho co... —la patada que Mia le propino a Max le hizo callar de golpe—. ¡Auch! ¿Pero a ti que te pasa?
—No hace falta que cuentes eso —responde entre dientes.
En ese momento Lukas comenzó a reírse, y Tobias, conocedor ya de toda la historia gracias a la bocaza de Maximilian, reprimió una risa.
—¿Es Dylan? —quiere saber su abuela.
—¿O'Brien?
—No, no. Sprayberry.
Y otros que no habían superado aquella ruptura eran los abuelos y tíos de la chica.
—Es...Cody —responde en un susurro.
—¿Quién?
—Cody —repite elevando el tono de voz.
Absolutamente todos en aquella mesa conocía al joven Christian, por lo que no tuvo que dar mayores explicaciones acerca del chico; aunque Mallory y Hazel no tardaron en comenzar el interrogatorio sobre como había surgido todo aquello, mientras los primos de la actriz hacían comentarios acerca de que se veía venir.
—¿Pero entonces no estáis saliendo?
—¿Oficialmente? No.
—¿Y a qué espera para pedirte ser su novia? —quien habla esta vez es su abuelo paterno—. Llega a ser en mi época y ya te lo habría pedido.
Mia esbozó una media sonrisa por las palabras del anciano.
—Sin presiones —se limita a responder.
—No estoy satisfecha con la respuesta —niega Mallory.
Y de nuevo un bombardeo de preguntas acerca de su relación con el estadounidense.
—¿Por qué no ponéis en práctica esas labores vuestras del CSI con Max y averiguais si tiene novia o le gusta alguien?
—¿Perdona? —pregunta indignado el recién nombrado al ver como su hermana le había pasado el relevo.
Para suerte de Mia la siguiente tanda de preguntas fue dirigida hacia su mellizo. Y a pesar de que la ponían de los nervios aquellos interrogatorios —modo cotilla que claramente la actriz también tenía y había heredado de sus tías—, adoraba aquellos momentos. Ella y su familia. Todo lo que pedía, aunque en esos momentos le faltaba Cody; pero esperaba que en su próxima visita a Austria este la acompañara.
—Sigo soltero, y a menos que Scarlett Johanson llame a esa puerta, así seguiré.