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—Ojalá poder quedarnos aquí más tiempo.
—¿Te fías tanto de tu hermana como para dejarla más semanas sola —comenta por lo bajo con gracia.
Cody guardó silencio, y durante unos escasos segundos meditó su respuesta.
—Dos semanas sola... Es posible que tenga a un fugitivo de la ley o a una stripper durmiendo ya bajo mi techo —contesta.
Mia no puede evitar reír ante la declaración de su novio. Pero sí, conociendo a su amiga, y ahora también cuñada, sabía que eso era posible.
—Deberíamos levantarnos, ¿no? —sugiere la austriaca tras unos minutos.
—Son las ocho de la mañana, Mia. La verdad es que no se ni por qué estoy despierto.
—Porque es nuestro último día aquí. Hay que aprovecharlo.
—Bastante he aprovechado yo estás dos semanas, te lo aseguro.
—Intensas, ¿verdad? —sonríe con burla.
—Tanto tiempo conviviendo en la misma casa que Max es intensísimo. Demasiada adrenalina y riesgo en muy poco tiempo.
—Al final te acabas acostumbrando.
—Si me he acostumbrado a ti, con tu hermano no voy a tener problema.
Mia, al escuchar aquellas palabras, le otorgó un puñetazo al chico, quien no pudo evitar comenzar a reírse.
—Soy buena chica.
—Eres un caos.
—¿Eso es bueno o malo?
—Es como vivir en el ojo de un huracán, pero...a mi me gusta.
Sin dejar que Mia pudiese decir nada al respeto, Cody la acercó a él y depositó un corto beso sobre sus labios.
—¿Desayunamos y hacemos algo?
—¿Con hacer algo te refieres a hacer las maletas?
—Eso también. Pero a parte.
—Podríamos dar una última vuelta por el pueblo —sugiere la actriz.
—Me parece buena idea.
Mia es la primera en tomar la iniciativa y deshacerse de las mantas que la cubrían para ponerse en pie. A los pocos segundos Cody imita su acción, y tras enfundarse ambos en una sudadera que los protegiera del frío que hacía fuera de la cama, se encaminaron al piso superior.
