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Dos meses de acoso llevaba soportando Takuma, el padre de Hana había hecho de todo por separarlos, desde querer enviara su hijo a Italia con sus familiares, hasta intentar secuestrar a Takuma para aullentarlo , pero nada lograba hacer que la pareja dejara de verse.

Era sábado y  la pastelería estaba a reventar de clientes, los cuales miraron llenos de indignación cuando el hombre dijo que Takuma era un perdido, un ser repulsivo que había engatusado a su inocente hijo, para llevarlo por el camino de la depravación, que cometían pecado, que fornicaba con cualquier Omega, porque era un degenerado.

Finalmente, tras todo el escándalo Takuma se quedó sin trabajo, el dueño de la pastelería era conocido del señor Aidou, por lo que la jefa del rubio no pudo hacer nada por él. Y cuando Takuma salía de la pastelería, luego de haber recogido sus cosas se encontró con el hombre que lo miraba con una burlona sonrisa.

- Fuiste un idiota, te gano la ambición y te quedarás sin nada -

- No entiendo que le ocurre a usted conmigo, yo ni siquiera lo conozco -

- Pero yo sí, eres el amante de mi hijo -

El rubio se quedó sin palabras, ese hombre, que le había hecho perder el trabajo, era el dulce padre del cual su novio siempre hablaba.

- ¿Estás sorprendido? Por favor no me subestimes, yo no voy a creer en tu gran actuación -

- Yo no estoy haciendo nada de eso, lamento mucho que tenga tan mala opinión de mí -

- ¿Qué opinión debería tener de un cazafortunas como tú? -

- Yo amo a su hijo, no a su dinero - se defendió el rubio

- Qué bueno, porque te diré un secreto - y acercándose a Takuma - Mi hijo no tiene donde caerse muerto, todo es mío y yo no te daré nada -

- No me interesa su dinero, y no me va a alejar de Hana, lo amo y el amor lo supera todo -

El hombre rió de las palabras de Takuma y lo vio marcharse con su mochila en la espalda. Hana no sabía que Takuma había sido despedido, aunque Hana pasaba la mitad del día en casa de Takuma este no fue capaz de contarle lo sucedido, Hana hablaba con tanto amor y respeto de su padre que no quería provocar una pelea entre ellos y mucho menos un dolor en el corazón de su amado. Él era un adulto, sabría lidiar con el problema, ya encontraría trabajo, pero eso era casi imposible, por alguna extraña razón nadie quería contratarlo y sus pocos ahorros se estaban por acabar.

- Amor, dijiste que iríamos al cine a ver esa película que dicen que es tan linda ¿Lo recuerdas? - dice el rubio más bajo todo meloso

- Al cine, pero podríamos ver algo en casa - decía Takuma

- Pero cada vez que intentamos ver una película, terminamos protagonizando una pornográfica, entre nosotros -

- ¿Acaso no te gusta? Imagínate tú, yo y Kanamecito - Y mirando al techo pensando - Podría llamarse El ni, el malo y el perverso -

- Que no es el bueno, el malo y el feo - dice Hana - Además quien sería el malo -

- Bueno tú serías el bueno, porque eso eres, bueno para follar;  yo el malo, porque te daría de nalgadas en tu culito y Kanamecito el perverso, porque nos hará gemir como nunca -

- Creo que me estás empezando a convencer - Dice Hana besando los labios de su novio.

Por suerte esa noche Haru se quedó a dormir con sus abuelos, lo que los rubios agradecieron infinitamente, puesto que se deseaban con desesperación.

A la semana Hana peleó con su padre, el joven esperaba que su padre aprobará su decisión de estar con Takuma y como el hombre lo rechazo, ellos terminaron discutiendo. Y en un arrebato Hana le gritó a su padre que no necesitaba de él, fue así como el señor Aidou le pidió las llaves del departamento y del automóvil.

- ¡Qué! - dijo espantado el jovencito

- Quiero ver cuánto dura tu idilio amoroso cuando ese hombre sepa que ya no tienes nada -

- Takuma me ama, por lo que soy no por lo que tengo, pero no te preocupes, ya no necesito tu aprobación, me basta con la mía y con lo que siento por él. Hasta luego, padre -

Y dejando las llaves del automóvil sobre el escritorio se marchó, saco sus pocas cosas del departamento y lo abandonó para nunca más volver.

Al mes de haberse ido del lado de su padre Hana se comenzaba a dar cuenta que las cosas en casa de Takuma no marchaban bien, al menos en lo económico, el rubio alto hacía todo lo posible por qué Hana no lo notara, pero era algo imposible de ocultar, la despensa vacía, el corte del servicio de internet, las constantes facturas de cobro y un Takuma cada vez más preocupado.

- Hola, ¿está Takuma? - preguntó Hana a un chico nuevo de la pastelería

- ¿Takuma?¿Quién es él? -

- Trabaja aquí, es un chico alto, rubio de ojos verdes - responde Hana

- Debe ser el chico que despidieron hace dos meses -

- ¿Despedido? Debe estar equivocado, él salió está mañana a trabajar aquí -

- Pues no, él no trabaja aquí, pero si quiere puede preguntarle a mi jefa -

Hana espero a la mujer, quien le contó todo lo que había pasado, y que la persona que había provocado todo era su propio padre. El rubio salió desconcertado ¿Por qué Takuma noble había dicho nada?¿Acaso no confiaba en él?

Hana molesto fue a casa de su padre, pero se lo encontró a él y a Takuma discutiendo.

- Necesito trabajar, pero usted no me lo permite -

- Yo, que tengo que ver en eso -

- No soy estúpido, usted tiene contactos, es influyente y gracias a eso nadie quiere tomar mis servicios. Tengo un hijo que alimentar. Ya no me queda ni para comer, por favor déjeme en paz. Yo no le hecho ningún mal a usted -

- Haz engañado a mi hijo. Pero me haré cargo de ti - Y acercándose al rubio - Tienes exactamente tres días para desaparecer de la ciudad o de lo contrario... -

- ¡De lo contrario qué! - le enfrentó

- Despídete del chiquillo ese -

Takuma abrió sus hermosos ojos llenos de espanto, Haruka era su vida, jamás permitiría que algo malo le sucediera, no pudo evitar que sus ojos comenzarán a derramar lágrimas, de solo imaginar una vida sin su hijo, le hacía temblar como una gelatina.

- Si yo me marcho, su hijo también sufrirá ¿Acaso eso lo hace un buen padre? -

- Te olvidará, porque sólo eres un capricho de un niño rico -

Takuma salió a toda prisa del lugar, hacía ya unos días que tenía la sensación de que lo observaban, pero ahora tras las palabras del padre de su novio estaba seguro. Debía proteger a su hijo.










Lo mejor de mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora