2. Merde

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Capítulo 2.

— ¿Cómo te fue?—Alice me pregunta apenas entró de nuevo al coche.

Le doy un golpe en la cabeza.

— ¡¿Y eso porque fue?!

— ¡Por obligarme a bajar y que pasara los momentos más incómodos de mi vida! —le reprocho, ella encarna una ceja.

— ¿Los momentos más incómodos de tu vida?—me da una sonrisa picara.

—No empieces...

—Al menos dime si los viste a todos—murmura, mientras se encoge de hombros y acelera.

—No querrás decir... ¿Qué si vi a Alan?—le comento, y para de golpe en el semáforo.

— ¡¿Qué dijiste?!—exclamó, amenazándome con sus ojos azules.

— ¡Luz verde! —señalo hacia el frente.

Ella reacciona, volviendo a la realidad y acelerando nuevamente.

—Te odio —murmura.

Suelto una carcajada.

—Me amas—contraataco.

Alice rueda los ojos.

— ¿Me acompañas al centro comercial? Necesito una nueva mochila—comenta con sarcasmo, me es inevitable no volver a reír.

— ¿Cómo dices que pasó?

—Ya te dije que Sirius tuvo un problema en los riñones―me recuerda nuevamente.

Hago una mueca de asco.

Sirius es como el pequeño hijo de Alice, aunque creo que las mascotas de todos son como sus hijos. Es un enorme pastor alemán que me ha derribado más de una vez cuando me quedo a dormir en su casa.

—Si, el pobre vomito en ella... te acompañaré —le digo mirando por la ventanilla.

Observo como pasamos las bellas calles De Willow'scity, un pequeño pueblo al que llamo hogar.

— ¿No hay problema en que me acompañes, cierto?―pregunta preocupada.

Creo que mi vista se había perdido bastante.

—Ninguno, mis padres llegan tarde.

— ¿De nuevo?

—Sí, ya sabes, lo de siempre —murmuro sin decir más.

Alice sabe que ese tema es delicado, digamos que pasó más tiempo sola de lo que debería y, en ocasiones el silencio; algo que muchas personas desean, a mi me consume lentamente todos los días.

El resto del camino se mantiene en silencioso, pero no es incómodo o abrumador, más bien es reconfortante, un silencio que solo se puede conseguir con tu mejor amiga.

Llevamos conociéndonos un poco más de quince años, suena demasiado tiempo pero es la verdad.

Todos tenemos a una Alice en nuestras vidas, supongo que a cada quien le corresponde su persona individual. Por ejemplo, probablemente exista la pareja de amigos deportistas, los nerds, populares, artistas e incluso los hackers. Mi persona individual fue Alice James, mi vecina.

Sé que es muy de la época de nuestros padres que salgas a jugar con los vecinos, pero en nuestra urbanización, mis padres y los padres de Alice empezaron a vivir puerta con puerta casi al mismo tiempo.

Nuestros padres son de esos típicos que se la pasan viviendo en el trabajo por lo que nuestra compañía es lo que nos mantiene en cordura. Siempre hemos sido ella y yo, hermanas de otra madre, las amigas que se compran un pastel cuando pierden la virginidad y estás segura que si hubieran cometido un asesinato; ella te ayudaría a enterrarlo.

Los A.A © [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora