11. Café

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Capítulo 11.

—Wow...—Amelia apenas y parpadea cuando terminamos de contarle todo.

—Y creo que ahora Alan piensa que tengo algo con Alejandro—murmuro, dejando caer mi cabeza en la mesa de la cafetería de la universidad.

—Bueno yo lo pensaba—alegá, escucho como Alice da un puñetazo a la mesa casi de inmediato.

— ¡¿Cómo?!—exclamó, llamando la atención de todos a nuestro alrededor—. ¿Que nadie más que yo ve que tiene onda con Alexis?

Mis mejillas se tornan de rojo rápidamente.

— ¡Aliceee!—Amelia chilla haciéndola callar.

—Si, bueno, tu no estabas cuando salió de su casa como loca desquiciada debido a que el pelinegro la prendió más que un microondas—alegó nuevamente, encogiéndose de hombros, mientras le daba un sorbo a su jugo de naranja.

—En mi defensa tenía que ir...—murmuro—. Yo no siento nada por Alexis.

—Ajaaa...—Amelia asiente, viendo de reojo a Alice que sigue devorando su rebanada de pizza—. Entiendo, pero ahora pasó lo de Alan y ambas entraron en crisis así que acudieron a... ¿mi?

—Eres la única persona que sabemos que no está colada por alguno de los Avilar—argumenta Alice, asiento concordando con pizza en mi boca, señalando a Amelia con un dedo.

—Bueno...

Casi de inmediato, escuchó como Alice se ahogó con su bocado, dándose unas palmaditas en el pecho, mientras que yo intento no asfixiarme con mi jugo.

Una escena nada bonita.

¿Tú crees, conciencia?

—No digas eso...—Alice dice, recuperando el aire y la compostura, mientras se limpia con una servilleta—. ¡Nunca!

Yo solo miro a Amelia.

— ¿Amelia, te gusta algún Avilar?—le pregunto, la chica se sonroja.

— ¡No puede ser!—Alice exclamó dramáticamente—, ¿Que acaso a nosotras nos persigue la desgracia?

—Al igual que ustedes, par de bobas, tengo historia con uno de ellos.

Alice y yo intercambiamos miradas, ¿a que se refiere?

— ¿No nos vas a contar?—le pregunto, la chica de grandes ojos cafés hace una mueca.

—Resumiendo la historia, digamos que fui amiga de alguien que lastimó mucho a Alejando—al decirlo, su voz es avergonzada. Tanto Alice como yo, sabemos que no debemos insistir más con el tema.

— ¿Qué vamos a hacer con el guapo de Alan?—Alice cambia de tema, mientras se atraganta nuevamente con la pizza.

—Por favor—Amelia rueda los ojos, sarcástica—. Tú...—señala a Alice—, tienes un enamoramiento con Alan, y tu—ahora me señala a mi—, tienes algo con unos gemelos pelinegros.

— ¡No es verdad!—niego rápidamente con la cabeza.

—Eres la pareja de Agustín para la boda de su padre—Alice me acusa, escucho como Amelia se pega en la frente.

—Tienen un problema—Amelia afirma.

—Lo sabemos—comentamos al unísono, dejando caer nuestras cabezas a la mesa.

—Yo digo que lo más lógico es que se separen de ellos, yo lo hice—la castaña argumenta—. Además, somos tres extraordinarias mujeres que no necesitan ningún hombre para ser felices.

Los A.A © [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora