Professeur

563 69 124
                                    

Prólogo.

Mi historia comienza aquí, necesitando dinero extra porque a mis diecinueve años no tengo ahorros debajo del colchón y mis padres dicen que es hora de que consiga un trabajo decente para pagar las cuentas.

El francés...

Muchos dicen que es el idioma del amor, el que se habla en la ciudad de las luces, pero el francés es más que eso y te aseguro que no es tan fácil de aprender, si tú lo hablas y te resultó fácil, déjame preguntarte algo, ¿cómo lo hiciste?

Ya que el francés me unió a una familia que le faltaba una figura femenina en el hogar y no resultó nada bien.

Los A.A son los hombres más guapos que he visto en toda mi vida, salidos de una película, como dice Alice. Su padre no se queda atrás y la Señora Francesca tampoco.

Recuerdo la primera vez que los vi...

Llegamos junto a mis padres al vecindario, mi padre había sido transferido y junto a él tuve que dejar mi país natal, Francia. Eso fue cuando tenía alrededor de cinco años pero aún así, recuerdo como Adam junto con su madre nos dio la bienvenida regalándonos galletas con chips de chocolate.

Siempre destacaron, no eran una familia común pero eso no era malo. Muchos tachaban a Francesca por loca al querer que todos sus hijos tuvieran las mismas iníciales.

Para mi es algo muy original.

Un año después la mujer falleció por causa del cáncer y esa casa se volvió un desastre.

El señor Antonio ha tenido más de diez esposas y por cada una realizan una enorme fiesta aunque se divorcien seis meses después. Desde ese instante no volví a ver a esa familia de la misma manera nuevamente.

Todos cambiaron, pero ahora...

Solo diré que el francés no es solo el idioma del amor, también el de los problemas.

—Estoy segura que te equivocaste de dirección—niego rotundamente cuando Alice se estaciona frente la casa.

—Bueno yo estoy segura que no —contesta.

Ella me mira con una sonrisa traviesa.

— ¡Ni loca!

― ¡Oh vamos, Juliett! Todas las chicas cuerdas de este mundo quieren estar en esa casa—alega, señalando a través de la ventanilla del vehículo.

— ¿Qué dices? Una casa con seis hombres, si claro, el sueño de toda mujer—le reprocho de manera sarcástica volviéndome a poner el cinturón.

—Se te olvido mencionar que esos seis hombres parecen sacados de una película.

—Una película muy mala—respondió.

Mentira.

Recibo un golpe en el hombro.

— ¡Tu es stupide je n'entreraipas! ―pronuncié en francés.

Ella me miró confundida sin entender absolutamente nada.

«¡Eres estúpida no voy a entrar!».

—A mi me hablas español. ¡Ahora entra!

Mi mejor amiga prácticamente me corre de su coche, dejándome parada en la cera.

Creo que hasta ahora no hay necesidad de una explicación, solo que la familia que vio el anuncio en la calle de mis servicios resultó ser la casa de los A.A.

Imposible no quedar maravillada viendo la casa.

Los A.A. tienen dinero y su casa solo es una prueba de aquello.

Los A.A © [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora