9. Des murs

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Capítulo 9.

— ¡Eres un maldito loco!

—Relájateeee, nos bajaremos cuando pare por combustible—dijó divertido, sentándose en el borde de la entrada del vagón por donde nos subió.

—No te sientes ahí, te puedes caer, Avilar—murmuro molesta, jalando mi cabello.

—No te veo y sé que estás tensa.

— ¡¿Cómo quieres que no esté tensa?!—exclamo sarcástica.

—Siéntate, he hecho esto más veces de lo que crees—el tono que usa es lo que más me altera, Alejandro da unas palmaditas al suelo a su lado.

No conozco ni el principio ni el final.

Suspiro cansada y me siento a su lado. El fuerte viento choca contra nuestros rostros, es bastante fresca la brisa en estos momentos, después de que corrimos para alcanzar un tren.

Un maldito tren.

Noto como el chico a mi lado acomoda su guitarra en su pecho, mirando el paisaje.

—Eres la primera persona que traigo conmigo—murmura, tomándome por sorpresa. —No muchas chicas deciden saltar.

La verdad es que no se que decir, Alejandro ante mi silencio mueve sus dedos por las cuerdas de la guitarra con una habilidad que me deja fascinada.

— ¿Alguna en particular?—me pregunta de repente, viéndome nuevamente.

Los rulos en su pelo vuelan contra el viento, extrañamente haciéndome suspirar.

Finalmente respondo. —Tu canción favorita.

Alejandro sonríe ante mi petición y justo como hace un momento, sus dedos se mueven con facilidad en la guitarra creando así distintos acordes.

No tardó mucho en reconocer la canción.

"Take me to church" de Hozier.

Alejandro comienza a cantar, sorprendiéndome por completo, es muy bueno.

My lover's got humor, She's the giggle at a funeral—el chico se deja ir con la música, cerrando los ojos con naturalidad.

Me sorprende la elección de su canción, se puede interpretar de muchas maneras pero ¿de qué forma hacerlo?

Todo el mundo tiene algo que ocultar. No podemos exponer nuestros secretos al mundo. Así es como nos hacemos daño. Es como si nos arriesgamos a herir a los demás. Tenemos que decidir cuándo mostramos y guardamos la verdad para nosotros.

Da miedo revelar todo sobre nosotros mismos. El miedo nos impide avanzar ¿Es eso tan malo? Quizás. Probablemente. Aún así, ayuda ser un poco astuto, un poco protector. No es sano soltar todos nuestros secretos.

No podemos poner toda la verdad, exponernos a nosotros mismos y a todo el mundo. Eso no me hace una estúpida. Porque una vez que se sabe la verdad... Tenemos que enfrentarnos a ello.

We were born sick; you heard them say it...

Una parte de mi se siente transparente, estoy viendo en vivo y en directo una de las muchas caras de Alejandro Avilar.

Las cosas no son siempre lo que parecen. A menudo son un indicador de que está pasando algo más grave, muy en el fondo.

En algún momento hay que decidirse, los muros no mantienen a los demás fuera, si no a ti dentro. La vida es un caos, somos así. Puedes pasarte la vida levantando muros, o puedes vivirla saltándolos. Aunque hay algunos muros demasiado peligrosos para cruzarlos. Lo único que sé, es que si finalmente te aventuras a cruzar las vistas al otro lado son fantásticas.

Take me to church; I'll worship like a dog at the shrine of your lies...

No puedo parar de ver su rostro, tiene los ojos cerrados dejándome ver sus largas pestañas caídas en sus pómulos. Es como si fuera un retrarto viviente, el como arruga su nariz cuando está haciendo una nota relativamente alta, su camiseta larga que tiene una manchas de sudor y como tiene una de sus uñas pintadas de negro.

Sin terminar la canción, el tren se detiene y eso lo incluye a él.

El silencio invade la pequeña burbuja que creamos y el chico resopla para después mirarme por unos minutos.

—Bueno, nuestra aventura ha llegado a su fin—afirma mientras se pone y se acomoda nuevamente su guitarra en el hombro.

Me intimida un poco su repentino cambio de humor, ya no sé cómo actuar con él después de que acabara de derribar un muro frente a mí.

— ¿Quieres que te lleve a tu casa?—pregunta de repente, es como si nos pasara lo mismo.

—De hecho tengo que ir a tu casa...—murmuro con timidez.

El chico frunce el ceño pero no tarda mucho en atar cabos.

—Oh claro, las clases de Agustín—me sonríe, extendiéndome la mano, dudo por un instante—. Levántate Juls, no quieres quedar mal con mi padre.

Una sonrisa aparece en mis labios y recibo su gesto.

Decidí venir aquí y no me arrepiento. Aunque casi muera aterrorizada por saltar hacia un tren en movimiento.

El camino de vuelta es silencioso, temo decir algo y arruinar todo pero aun así, debo admitir que me la pase bien, extrañamente bien.

—Gracias—murmuré, Alejandro me miró de reojo, mientras caminábamos por la banqueta hacia su casa.

— ¿Por qué?—pregunta confundido.

Tomó un momento para formular una respuesta, el chico se detiene frente la puerta de su hogar esperando a que responda, mientras mete su llave a la perilla.

—Por derribar uno de tus muros frente a mí.

Alejandro se detiene antes de abrir la puerta completamente. Lo dejo sin palabras, de eso estoy segura. El chico me mira de reojo, nuevamente el pánico se apodera de mi cuerpo y sin dudarlo, entró a la casa.

Mala decisión.

Inmediatamente cuando pongo un pie dentro, noto como a pocos pasos, Alexis y Agustín hablan entre sí. El rostro del mayor cambia cuando me ve, una sonrisa que rápidamente desaparece cuando Alejandro llega detrás de mí.

— ¡Juliett, que bueno que llegas!—Agustín exclama.

Oh mon Dieu...

<<Oh Dios mío...>>

[...]

Traducciones:

Des murs: Muros

¡Segundo capitulo del maratón!.

2/3

Si les gusto el capitulo no se olviden de comentar y regalarme una estrella. <3

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