Epílogo

187 28 4
                                    

Epílogo

Años después...

Mis pies duelen y la cabeza me punza un poco, pero cuando entro a la casa con olor a canela y a granos de café, una sonrisa se impregna en mis labios.

— ¡Abuelo, ya estoy aquí!—exclamó justo en la entrada, mientras me recargo en la puerta para quitarme los incómodos tacones que me obligan a ocupar en la oficina.

— ¡En la cocina!—exclama.

Camino hacia esa dirección, encontrando al hombre mayor pelirrojo cocinando lo que parece su famoso estofado.

— ¿Estofado?—pregunto, acercándome.

El asiente. —Estaba inspirado.

— ¿Ah, si?

—Vamos, Juliett no me mires así y mejor pon la música—mi abuelo hace que suelte una carcajada, pero, cumplo su petición.

Paso mi mirada rápidamente por los vinilos en el estante, decidiendome por el de Oasis, sonrió y finalmente colocándolo en el tocadiscos.

Wonderwall comienza a sonar, haciendo que mis hombros se relajen y mi cuerpo se deje llevar con la música.

—Es una preciosa canción—la voz de mi abuelo hace que me detenga para mirarlo.

—Oui—afirmó.

—Solo te falta con quien bailarla—dice, tomando asiento en uno de los sillones a mi lado.

Suelto una risita.

—Aun no encuentro a la persona indicada—respondo.

—Puede que ya la hayas encontrado pero el destino aún no tiene planeado que lo sepan.

—Puede ser—me encojo de hombros, sentándome junto a él.

—Si nos quedamos en él puede... nunca llegaremos a ningún lado—murmura, observándome con sus ojos grises, igual a los de mi padre, igual a los míos.

— ¿Entonces qué debo hacer?

—Eso lo tienes que decidir tú—me sonríe para después levantarse y dirigirse a la cocina.

Mi mirada lo sigue hasta que desaparece de mi campo de visión.

¿Cómo es que este hombre llega a ser tan sabio?

Es la edad.

El sonido de mi celular hace que salga de mis pensamientos, notando un mensaje de Alice.

<< "Ya casi vamos a abordar, ¡nos vemos pronto! <3" >>

Sonrió viendo el pequeño mensaje, e inmediatamente me imagino a Alejandro y Amelia haciéndose burlas para después besarse y Alan y Alice siguiendo siendo ellos.

— ¡Juliett!

— ¡¿Si, abuelo?!—contestó, dejando el celular a un lado mío.

— ¡Llego correo para ti, está en el comedor!

Me pongo de pie, caminando hacia la mesa con papeles sobre ella.

Varias cartas con cuentas y recibos están a primera mano. Cuando voy pasando todas ellas e incluso varios cupones, noto la carta con varias estampillas.

Es la única carta para mí pero... no dice de quien.

Rompo el sobre de un rápido movimiento, sacando el papel blanco con una letra conocida.

"Te dije que mandaría al carajo al destino si era necesario, es probable que cuando estés leyendo yo esté doblando la esquina de tu calle para en unos segundos tocar tu puerta. Nunca dejaste mis pensamientos. -A.A".

— ¿A.A?—pregunto—, ¿Qué acaso estos hermanos no entienden que todos tienen las mismas iníciales?

— ¿De quién es la carta, Juls?—mi abuelo pregunta, llegando a un lado mío.

—De A.A pero ¿Cuál de todos...?

El timbre de la casa suena, interrumpiéndome.

Mi abuelo ríe. Lo miro, encarnando una ceja.

—Creo tener una idea, mi querida nieta.

Mi abuelo abre la puerta, encontrándome cara a cara con él.

Con su cabello oscuro pero poco más largo, haciendo que sus pequeños rizos cuelguen de su frente, su camiseta de tiras negra dejando ver su tatuaje y finalmente sus ojos verdes.

—Alexis...

Una sonrisa torcida aparece en sus labios, una sonrisa que solo le pertenece a él.

—Hola, Ángel.

FIN.

Los A.A © [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora