CAPÍTULO VI: BROOKE

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Me desperté cuando los primeros rayos de luz azotaban mis párpados obligándolos a abrirse. Tenía un amargo sabor en mi boca seca. Miré alrededor notando un ligero dolor de espalda, me encontraba en el sofá con la misma manta con la me cubrí la cara anoche. Intenté moverme de mi sitio, pero algo me lo impedía.

Giré mi mirada mientras palpaba con mi mano lo que mi tacto sentía. Era Derek quien estaba a mi lado dormido plácidamente. Me quedé por unos minutos observando su rostro dormido y suspirando por mis adentros. Pero que... Cerré los ojos recordando lo que había sucedido anoche. Instintivamente mis manos volvieron a rozar mi boca recordando el tacto de sus labios contra los míos. ¿Podía haber sido un sueño? O ¿Realmente pasó? ¡Mierda! No lo recordaba.

Levanté la manta mirando ambos cuerpos que seguían vestidos de la misma forma en la que habíamos ido a cenar con mis padres. Eso solo significaba que seguía siendo virgen y nada más. Sonreí al ver el bulto de mi hermano algo elevado tras esos pantalones. Su amigo era siempre el primero en despertarse cada mañana. Imaginé traviesa que su amiguito quería que alguien le diera los buenos días. ¿Si me hiciera pasar por dormida podría posar mi mano por ahí? No sé, tal vez.

Cerré los ojos y moví en falso mi brazo, sabía que solo tenía una oportunidad de posar mi mano en su miembro sin que se despertara. Cuando inicié el movimiento sentí que mi brazo estaba medio dormido y caía solo, posándose en algo duro. Mi cara se tornó roja imaginando donde había caído. Miré debajo de la manta, pero aquella "cosa dura" era la hebilla del cinturón, ¡Maldito brazo dormido! El cuerpo de mi hermano empezó a reaccionar de la simultánea presión que mi mano ejercía sobre él, haciendo que despertara inmediatamente mientras yo me hacía la dormida, escuchando su bostezo cerca de mí.

—Mierda —escuché proveniente de su voz —Mi cuello —quejó. Sigue haciéndote la dormida, pensé.

Noté como me apartaba de él para poder incorporarse del sofá, escuchando al momento sus pasos alejándose de ahí. Esperé unos minutos para levantarme de ahí sin que fuera sospechoso. Me desperecé ahí mismo yendo directa a la cocina a por algo de beber. Encontré zumo en la nevera bebiendo directa del envase. Sin apenas pegar un trago escuché a alguien acercarse.

—¿Todavía estás así? —preguntó Derek con pesadez, cogiendo una tostada.

—¿Así como? —respondí perdiéndome en sus verdes ojos.

—Eres un desastre, tenemos que ir a por el regalo de aniversario. ¿Recuerdas? —Dijo obvio, aunque yo solo podía mirar sus labios moviéndose, igual que anoche sobre los míos y solo con eso llegaba a excitarme.

—¡Lo había olvidado! —exclamé.

—Da igual, iré sin ti, total...

—Dame diez minutos. La idea fue mía —contesté evitando su borde comentario, mientras asentía lentamente con su cabeza.

Subí corriendo las escaleras agarrando ropa limpia yendo directa a la ducha. Al entrar sentí su olor dentro del baño, esa mezcla de colonia masculina con su genial olor corporal, que volvía loca a cualquier mujer sobre este planeta. Me duche como un rayo, lamentando no poder masturbarme un poco antes de salir pensando en todo lo ocurrido.

Derek me estaba esperando montado en el coche mientras escribía algo en su móvil desde el asiento del conductor. Me monte en el copiloto dedicándole una medio sonrisa.

—Lista, vayámonos —hablé apretando mi cinturón de seguridad.

—Está bien —contestó sin dejar de mirar la pantalla del móvil.

—¿Quién es? —pregunté curiosa.

—Una de tantas —añadió levantando sus cejas.

—Puf —Resople cruzándome de brazos —menudo arrogante. Démonos prisa o pillaremos atasco.

Un sabor agridulce ♀ (Libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora