CAPITULO XV; ¿SEGUIMOS?

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Me desperté sintiendo como si mi cuerpo todavía siguiera inquieto, como si mi corazón continuase palpitando sin control alguno, como si mi cuerpo actuara de una manera de peligro sin siquiera haberla.

Me rondaban todavía las palabras formuladas por Nathan, tan concisas y seguras, que sabía que por ende no se daría por vencido, que hablaría con Derek, hasta hacerle ver que lo nuestro podría llegar a pasar.

Hablando de Derek, miré hacia ambos lados de la cama, sin encontrarlo. Creo que fui muy clara cuando le dije que utilizaba la carta con él de manera que no se podía levantar de mi lado hasta que yo me despertará.

Siempre andaba haciendo lo que le diese la gana, sin tener en cuenta nada.

Me levanté sin mucho esfuerzo, tampoco había que exagerar esto más tiempo. Encontré la puerta de Derek medio abierta, me asomé con sumo cuidado. Ahí estaba jugando con un bolígrafo mientras mantenía una conversación telefónica con alguien. Coloque la oreja directamente. Debía y quería enterarme de quién estaba al otro lado de la línea. Está bien hoy, si es tan importante eso que tienes que decirme. Logre escuchar por su parte.

Siempre tan amable ¿Con quién habla? Colgó el teléfono mientras resoplaba con desanimo. Me aparté un poco de la puerta, y sin llamar ni esperar a que nadie me diera permiso para entrar, lo hice.

—Derek, has faltado a tus obligaciones con la carta blanca —repliqué a modo de protesta.

—Se ve que ya estás recuperada —me miró, sin contestar mi queja.

—Ese no es el asunto, el trato era que te quedabas hasta que me despertara. Lo dejé claro.

—A ver niñata, me han llamado al teléfono, ¿querías que te despertara de golpe mientras hablaba? Sería poco considerado por mi parte —. Como si eso le importara.

—Podías no haber contestado —. Mira que tenía opción.

—Si te hubieras quedado en la cama, puede que hubiera ido y ya. No hagas dramas de esto.

—Entonces me queda una pequeña parte de la carta que deberías de cumplir por haberte saltado este pequeño apartado, ¿no? —rectifiqué. Ojalá esa carta durase por siempre.

—Lo que tú digas, aunque te has vuelto un poco aburrida. Mira que pedir que durmiera contigo...

—Qué pasa Derek ¿esperabas hacer otra cosa conmigo? —pregunté en tono irónico.

—¡Qué dices! —exclamó en un tono más nervioso.

—Tal vez ahora el que tiene ganas de tocarme y hacerme disfrutar seas tú.

—Ja, ja, ja creo que el desmayo te ha dejado aún más tocada de lo que estabas.

—Sí, sí... —sonreí mientras observaba su reacción.

—Deja de decir bobadas, desayunemos que me muero de hambre.

Decidido. Empezó a venir hacia mí con el deseo de llegar a la puerta, salir de ahí y bajar a la cocina con el mero propósito de llenarse el buche. ¡Pero no! ¡Esta era la mía! ¿Dejar pasar yo una oportunidad? Nunca.

Cerré la puerta con el pie sin siquiera girarme a mirar a donde le daba. Me apoyé en ella mirándole directamente, cerrándola de manera más segura.

—¿Qué crees que haces?

—Jugar.

Se quedó algo confuso ante mi respuesta, algo que aproveché muy bien. Sostuve su mano y directamente la pasé al tacto de uno de mis pechos. No la solté ya que me gustaba mover su mano sobre mi pecho a mi antojo. Ahora yo tenía el control y creo que eso al igual que a él, me ponía todavía más.

Un sabor agridulce ♀ (Libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora