CAPÍTULO I: DESEO

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Me desperté con una certera sensación de total descanso sobre mi cuerpo. Siempre me sentía cómoda al dormir sin ninguna clase de ropa haciendo de esta manera la más libre para mí.

Cuando el olor a café llegaba al piso de arriba, avisaba que mis padres hacía varios minutos atrás se habían ido a trabajar como la rutina de cada mañana. Lo que me daba rienda suelta a despertar a mi querido hermano, de la manera que a mí más me gustaba y que llevaba haciendo desde el comienzo del verano.

De una manera optimista bajé de la cama, cogiendo la ropa interior limpia que me pondría hoy para ser el despertador humano de él. Abrí la puerta de mi habitación con sumo cuidado, saliendo de puntillas hacia su habitación sin realizar un mínimo de ruido.

Gracias a los constructores de esta casa, su puerta estaba justo frente a la mía, por ello mis pasos eran mínimos, teniendo así más probabilidad de éxito a que nada pudiera interrumpirle el profundo sueño, excepto lo que iba a hacer a continuación.

Continúe bajo sigilos, entreabriendo su puerta, desplazándome hacia dentro y cerrándola suavemente tras de mí. Los pocos rayos de sol que entraban por su ventana se centraban tan solo sobre su cuerpo semidesnudo, únicamente cubierto por ese molesto bóxer, que dejaba todo oculto para el sentido de mi vista.

Para ser sincera, no me molestaba en exceso, ya que, gracias a eso, dejaba rienda suelta a seguir imaginándomelo y continuar esperando ansiosa al misterio de verlo al descubierto.

Me acerqué con cuidado mientras divisaba su rostro dormido y su cuerpo plácidamente descansado sobre el colchón, la fina sábana únicamente cubría una de sus piernas. Me tumbe a su lado observando mejor su cuerpo bien formado sin ser exageradamente musculoso.

Bajé la vista a lo que más me interesaba, su miembro aun que estaba escondido, dejaba ver la preciosa forma que realizaba debajo de la tela, algo que no me cansaba de mirar. Su amiguito siempre tenía el mismo ritual de despierte, empezando con energía por las mañanas.

Me acerqué a él humedeciendo mis labios cerca de su oído, susurrando algo, solo rozando levemente cuando creaba las vocales; Despierta hermanito. Pero su rostro seguía manteniendo la misma expresión de descanso. Sin inmutarse de mí presencia.

Alcé mi dedo índice y corazón comenzando desde sus labios a caminar con ellos dando pequeños pasitos, descendiendo por el cuello, acariciando la nuez que dejaba marcarse inocentemente. Continuaba bajando por su pecho acariciando la forma que le hacían y posicionándose de nuevo en el centro de ambos pectorales. Bajé un poco el ritmo para ver su reacción, aunque ansiaba que mis dedos hicieran un sprint para poder tocar por fin aquello tan anhelado para mí.

Apenas rozaba el ombligo rodeándolo con las yemas de mis dedos, jugueteaba un poco con aquel fino vello que sobresalía inocentemente. Ojeaba que su respiración se agitaba un poco al notar mi tacto en contra su piel. Regrese bajando un poco más, sin quitar la vista de su rostro, sabía que le estaba costando hacerse el dormido, pero parecía que quería ver mi límite, hasta donde era capaz de llegar.

Escasamente me encontraba en el comienzo de su bóxer, tan solo me faltaban unos pocos centímetros para llegar a la meta. Di otro pequeño pasito más, apoyando el índice en la costura de su ropa íntima. Ahora tan solo tenía el comienzo de su virilidad a pocos milímetros sintiendo casi su roce, aunque fuese invisible.

Tan solo debía hacer jaque al rey realizando el último movimiento. Levanté mi dedo índice una vez más, cerrando los ojos y deseando que, dentro de nada, tocase al rey, ambicionando quedarme con el recuerdo de haber podido palpar por poco que fuera aquella parte de Derek. Solo de pensar en que podía rozarlo, mi parte intima se emocionaba de manera palpitante, creando un notable calor ahí abajo, despertando más mis ansias. Una pizca más, tan solo un mini movimiento.

Un sabor agridulce ♀ (Libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora