29. DECLARACIÓN ANTES DE MORIR

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》• Elizabeth White •《

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Elizabeth White •《

Las gotas de la reciente lluvia terminada caían por mi ventana. Esta estaba algo empañada, así que dibujé una carita feliz mientras seguía observando hacia afuera. Las calles estaban húmedas y todo se veía tan fresco.

Las casas vecinas estaban decoradas con sus respectivos adornos de navidad. Todas se veían muy bien y me preguntaba si la nuestra se vería igual de bien desde otros ojos. Suponía que sí.

Me alejé de la ventana y caminé hasta la puerta para salir de mi cuarto e ir hasta la cocina. Hace no mucho había almorzado, pero ya tenía hambre de nuevo. Culpaba al frío.

Cuando llegué a la cocina vi a mi padre hablando por teléfono, generalmente él nunca susurraba en una llamada, pero esta vez lo hacía.

—Oh, ¿en serio? ¿Esos son tus planes? —lo escuchaba preguntar.

—Pa…

Intenté llamarlo, pero en cuanto me escuchó, se dio la vuelta y me miró con sorpresa. Al parecer lo había asustado.

—¡Elizabeth! —Hizo énfasis mi nombre—. ¿Hace cuánto estás ahí? Dime que no hace mucho.

—Ah… no —respondí y entrecerré los ojos—. Solo venía por algo de comer.

Lo miraba con confusión, se estaba comportando muy extraño. Al parecer era una llamada muy importante ya que volvió a concentrarse en ella.

—Solo que cuando acabes vuelves aquí y hablas conmigo —impuso, con autoridad.

Luego asintió con una sonrisa de satisfacción en su rostro.

—Yo eh… quiero comer —avisé en un murmullo, haciendo una seña para que me diera permiso.

—Bien, así quedamos. Ya sabes, ten cuidado —habló al teléfono, ignorándome.

Mi propio padre me ignoraba.

Chisté y sin más, pasé por su lado y casi pude escuchar la voz de la otra persona con la que hablaba mi padre, pero no lo logré. Fallé.

—¿Vas a comer algo? —preguntó mi padre, al fin prestando toda su atención a mí.

—Sí… ya te he dicho que tengo hambre —farfullé—. Y no es como si mi cuerpo aguantara mucho.

—Oh, querida. No comas —pidió con una inocente sonrisa en su rostro.

—¿Qué? ¿Por qué no?

—Mejor ve y arréglate que vas… vamos a salir.

—¿A dónde? Hace mucho frío, es casi de noche, no quiero salir a ningún…

—Te lo ordeno, ve y arréglate, ponte linda ropa y un lindo abrigo, si quieres pinta tu cara y bajas de nuevo.

—¿Por…?

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