24. MINI DONA Y CHOCOLATE GIGANTE 2

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《• Jack Williams •》

El fuerte sonido de la música ya me tenía algo aturdido y los colores cambiantes mareado. Pero aparte de eso, alguien parecía estársela pasando muy bien.

Elizabeth, o Mini dona, ya parecía estar borracha porque su sentido del humor se había incrementado notablemente. Sus mejillas estaban coloradas y sonreía muy seguidamente. Una verdadera dona feliz.

Mis pies dolían porque la castañita me había hecho saltar como un canguro en la pista de baile más de tres canciones seguidas. Eso parecía disfrutarlo, así que yo lo hice igual.

—¡Necesito otro trago! —gritó Elías, quien también estaba borracho.

—¡Yo también! —avisó Lizzy.

Oh. Mierda. No.

Si se tomaba otro trago de esa bebida con alcohol posiblemente perdería su juicio y sus límites. No sabía cómo la llevaría a casa así de ebria, posiblemente su padre se molestaría.

—Elizabeth, no creo que debas… —traté de decir, pero esta ya se estaba acabando la bebida.

—¡Esto está muy bueno! —elogió—. Deberías tomar, Jack.

—¡Él no bebe porque él está a cargo de nosotros! —informó Elías, con un dialecto algo difícil de entender.

Alana, la amiga de Elizabeth, estaba sentada en silencio en su lugar mientras miraba con mucha atención el centro de mesa. Ella tenía una manera más moderada de embriagarse, mientras los otros dos parecían tener ocho años.

Elizabeth estaba frente a mí, sentada al lado de Elías hablando en su idioma raro mientras se carcajeaban. No era muy fan del licor, pero ellos se la estaban pasando muy bien.

Había un vaso, al parecer de Elizabeth, medio lleno de bebida. Curioso, me apoyé en la mesa y lo cogí, vi que ambos me miraron con asombro y una pequeña sonrisa traviesa en sus rostros. Lo olí un poco y no parecía ser muy fuerte.

Así que sin miedo, lo bebí. Su sabor era algo amargo, pero no intolerable. Sentí como bajó por mi garganta e hice una mueca al sentir como este dejó un camino caliente hasta mi estómago.

—¡Sí! —celebró el rubio—. ¿Qué se siente estar en el mundo de la diversión?

—Sí, Jack. ¿Qué se siente? —cuestionó con diversión, Elizabeth.

—Se siente como… como si tomara ácido —les respondí, con repudio.

Ambos se miraron entre ellos como si les hubiese dicho las cosa más hiriente del mundo y luego se encogieron de hombros. Elías le susurró algo al oído a Elizabeth y esta gustosa asintió, de inmediato él se levantó y se fue hacia algún lado.

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