22. DISFRACES

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《• Elizabeth White •》

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《• Elizabeth White •》


Mis piernas se sentían cansadas y mi espalda adolorida. Estaba cansada del vuelo de regreso a casa, había sido un poco demorado ya que los vuelos salieron retardados. Pero a pesar de todo, ya estaba de vuelta en Los Ángeles.

-¡Por fin llegamos! -habló mi padre a mi lado.

Asentí pesadamente y seguí caminando mientras arrastraba la maleta y llevaba el maletín en la espalda. Ya quería llegar a casa.

-¿Que no son esos tus amigos? -preguntó mi padre.

-¿Qué? ¿Dónde? -inquirí.

Señaló con su dedo al frente y seguí al dirección. Reconocí a una cabellera rubia y a dos castañas discutiendo mientras sostenían algo entre sus manos.

Me acerqué curiosa a ellos y pude escucharlos.

-Elías, solo tenías una tarea que hacer y la hiciste mal -gruñía Alana.

-No fue mi culpa, pensé que se escribía así -explicaba el rubio.

-Claramente White lleva la H después de la W, y no después de la T.

-Pero se pronuncia igual.

-¡Pero no está bien! -regañó Alex.

Al parecer su discusión era tan enserio que no se percataban de que la persona que esperaban estaba frente a ellos.

-Eh-hem, chicos.

Los tres giraron hacia mí asustados. Tiraron el cartel al aire y este voló hacia otro lugar. Los tres se fueron contra mí para abrazarme y por poco perdí el equilibrio.

-¡Estás de vuelta! -dijo felizmente, Elías.

-¡Te extrañamos mucho! -habló Alana.

-¡Muchísimo! -siguió Alex.

Traté de abrazarlos a todos mientras al mismo tiempo trataba de respirar. Me sentía muy emotiva, sentía que en cualquier momento podía llorar.

-Yo también lo extrañé mucho, chicos -les dije.

Todos se separaron de mí y recuperé mi postura. Elías miró a mi padre, quien nos miraba como si fuéramos algo raro y le dijo:

-A usted también lo extrañamos, señor Jeffrey.

Elías le iba a dar una abrazo a mi padre, pero este lo detuvo con una mano. Elías entendió la señal y asintió mientras estrechaba su mano.

-Oigan, ¿por qué el cartel mal escrito estaba en el suelo?

Esa voz...

No podía ser... ¿o sí?

Miré por encima del hombro de Alana y reconocí esa cabellera castaña ondulada enseguida.

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