28. ASUNTOS PARA ARREGLAR

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《• Elizabeth White •》

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《• Elizabeth White •》

Diciembre…

Quizás una de las fechas más esperadas por unos, pero tal vez odiada o sin importancia para otros.

¿La razón? En algunos casos las familias no estaban completas, siempre había alguien que faltaba y ese hoyo nunca se llenaría. En mi caso, nunca pude disfrutar una navidad con mamá. Siempre fuimos mi padre y yo, a veces también mis acompañada la tía Claire y Lou, así no nos sentíamos tan solos.

De vez en cuando, deseaba poder tener a mi madre conmigo para no sentirme tan sola a veces. Papá trabajaba mucho en algunos días, lo que implicaba que yo tendría que poner los adornos sola.

Como en estos momentos, que me encontraba decorando el árbol de navidad que tanto me había costado armar. La primera razón: era algo grande y pesado para mi. La segunda: mi perro.

—¡No juegues con las esferas! —reprendí al pequeño animal.

Gruñí y quité toda la decoración que estuviera cerca de él para que no la arruinara o escondiera. Estaba pensando seriamente en encerrarlo en mi cuarto hasta que terminara.

—No podría hacerte eso así que vete a otro lado —le ordené, aún así él no me entendiera.

Lo siguiente que hizo fue acostarse en el suelo apoyando su cabecita en sus patitas delanteras y mirarme con ternura. Los perritos y sus formas de atacar.

Lo dejé estar ahí, ya que parecía que se había cansado de jugar y de hacerme la vida imposible. Mientras, yo seguí decorando el árbol. Mi estatura no me permitía llegar a las partes altas y me sentía frustrada.

Entonces tuve una excelente idea.

—¿Qué te parece si llamamos por ayuda, huh? —le pregunté a mi perro con una sonrisa pícara—. Llamemos a alguien realmente alto.

El teléfono comenzó a timbrar. Mordía mis labios con entusiasmo mientras esperaba a que el castaño contestara.

—¿Aló?

Modo dramática: activado.

—¡Jack, Jack! Te necesito, es una emergencia —hablé tan rápido y desesperado como pude.

—¿Qué? ¿Qué pasó? ¿Todo bien? —preguntaba él.

Perdóname la vida por hacerte esto…

—¡No! Es algo realmente grave y siento que me estoy muriendo. —okay, demasiado dramática.

Y colgué. Así era mejor, dejarlo con la duda y el miedo. Así vendría más rápido y más pronto lo tendría aquí en casa.

—A esperar… —sonreí a mi perro quien me miraba con interés.

Minutos después… varios golpes hicieron presencia en la puerta.

Sonreí triunfal y luego me puse en modo sufrida. Si iba a hacer algo tenía que hacerlo bien.

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