[ TERMINADA Y EDITANDO ]
Él, un naufrago dentro de sí mismo, perdido, sin rumbo alguno, completamente jodido, sin una salida o algo que le de una razón o sentido para vivir.
Ella, su faro de luz, su razón para vivir, su luz al final del túnel. Pero...
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《• Jack Williams •》
Nunca me he considerado una persona sentimental. De esas que se ponen sensibles, y les afecta cualquier cosa. De hecho, nunca había sufrido por alguien amorosamente, pero tal parecía que ahora todo eso estaba sucediendo. Todo a lo que alguna vez le temí, estaba haciendo presencia en estos momentos.
Quizá me estaba encariñando, quizá me estaba aferrando a un imposible, o solo quizá, estaba pensando de más y estaba dejando que mi mente me engañara. Pero, sin embargo, no estaba impidiendo que ninguna de esas cosas pasara, las estaba dejando fluir. Y no sabía si estaba cometiendo un error.
Temía que si bajaba la guardia permitiera mi propia sentencia. Temía que, si dejaba de mirar hacia tierra firme, una marea arrasara conmigo e hiciera que me hundiera por completo. Odiaba sentirme así, no estaba relacionado con este tipo de sentimientos.
Odiaba sentirme culpable nuevamente.
Los días han sido demasiado largos hasta para mí, hasta para esta persona que hace como si no le importara nada. No habían sido unas buenas semanas, habían sido unas pesadas semanas, porque, demonios, tratar de ignorar a alguien nunca fue tan difícil. Antes se me daba muy bien y ahora me estaba costando trabajo.
No podía estar tranquilo ni un minuto, no podía dejar de estar nervioso. El impulso se estaba empezando a adueñar de mi cuerpo y estaba seguro que pronto lograría vencerme. Debía resistir un poco más, debía tratar de ser más fuerte si quería que las dos partes estuviéramos bien.
Quizá estaba siendo egoísta al querer que ella se sintiera de la misma manera, al querer que ella también estuviera luchando con su interior. Nunca había vuelto a extrañar tanto escuchar la voz y la risa de alguien. Nunca me había sido tan duro no mirar unos ojos brillantes.
"Estúpido Jack" me dije a mi mismo.
Ni siquiera el mirador me estaba ayudando. Que patético, se suponía que venía aquí para huir hasta de mí mismo, para huir de todo lo agobiante. Pero ahora ya ni siquiera sentía esa calma que buscaba, tal parecía que si no hacia lo que mis impulsos querían no podría descansar.
¿A quién le mentía? Esto no se trataba de impulsos. Se trataba de mí y mi maldito carácter de mierda. Me sentía culpable porque sentía que había herido a, tal vez, la única persona que trataba de quedarse y entenderme.
La ansiedad me carcomía por dentro. Los pensamientos me daban dolores de cabeza, era como una lucha constante entre lo que quería hacer y lo que debía hacer. Y lo que debía y quería hacer eran las mismas cosas, la decisión era fácil, pero mi orgullo trataba de interponerse.
Miraba al cielo mientras trataba de buscar la respuesta como si un avión o algo pudiera pasar volando mientras escribía lo que era correcto. O tal vez tenía la esperanza de que alguien me diera esa respuesta.
