09. MENSAJE INESPERADO

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《 •Elizabeth White• 》

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《 •Elizabeth White• 》

Era fin de semana, estaba en casa con mi padre esperando que llegara la hora para ir hacia el hospital.

Tenia una cita médica, me sentía un poco mal estos días. Fiebre, náuseas, vómito, y sin apetito. Le dije que podía ser un simple indicio de un resfriado.

Por eso mi padre decidió llevarme para que los doctores nos ayudaran a saber que era.

-Listo, vamos, tenemos que llegar a tiempo -dijo mi padre caminando hacia la puerta.

Yo lo seguí y nos dirigimos hacia su coche.

-¿Qué crees que sea? -le pregunté un poco nerviosa.

-No lo sé, de pronto tienes las defensas bajas.

-Si, seguro.

-Bueno, espero que podamos saber de que se trata.

Yo deseaba que no fuera nada grave. Esto me había sucedido un par de veces hace algún tiempo, y que volviera a suceder me alarmaba, ya estaba saludable y sin "ninguna" enfermedad.

—Pero tú también tienes que pedir una cita —le indiqué.

—¿Por qué? Yo estoy bien —respondió él.

—Tus fatigas y dolores estomacales no me dejan del todo tranquila.

—No te preocupes por eso, es normal.

Asentí dudosa y lo dejé pasar. Probablemente no era nada grave...

Camino al hospital me dispuse a mirar por la ventana a las nubes agrietarse del frío, dejando que entre el silencioso sol. vino un vago recuerdo a mi mente del día que estuve en casa -de- con Jack.
¿Será que Jack me atraía?, ¿o solo era la intriga que el emanaba en mi? Tal vez solo mi intriga hacia él hacia que me acercara. Pero si lo seguía haciendo corría un gran riesgo. Uno que varias veces me había cuestionado si estaba decidida a correrlo.

Aparté esos pensamientos cuando llegamos al hospital. Tuvimos que esperar unos quince minutos antes de que nos llamaran para pasar al consultorio.

Estando allí me preguntaron sobre mis síntomas y hace cuánto tiempo los tenía. Yo respondía nerviosa, el hospital nunca me había gustado, su olor me mareaba y sus colores igual.

-¿Qué síntomas has sentido? -Preguntó una enfermera.

Yo miré a mi padre para que él respondiera por mí, pero no lo hizo, así que con todos los nervios del mundo hablé.

-Ah... Fiebre, dolor de cabeza y en las extremidades.

-Bien, sígueme -Dijo la enfermera.

Me dirigieron hacia otro cuarto donde habia una silla con una pequeña mesita para apoyar el brazo. Oh no. Iban a tomarme una muestra de sangre.

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