Capitulo 08.

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Ni siquiera soy capaz de subir la mirada después de haberme dejado llevar y abrazarla. Y sé que Beverly no esperaba que dijera eso pero... ¿Que quería?
¿Que saltara de alegría? ¿Que fingiera que nada ocurrió? ¿Que hablara con ella como si no fuese la culpable de mi depresión?

No, no era culpable. El culpable fui yo por enamorarme de una niña caprichosa y mimada que no supo valorar a alguien que la amaba.

— Justin... Yo... —Dice ella confundida. No puedo dejar que me vea mal.

— ¡Que te largues de mi puta vista! —Casi grito. Apretó mis puños para controlarme.

Estaba totalmente fuera de mi, lo peor de todo es que las ganas que tenía de golpearla y destruirla me dominaban, la maldita lucha que tenía mi mente y mi cuerpo me estaban consumiendo, comienzo a pensar en lo mala que fue la idea de venir con Christian sin preguntarle antes.

Aunque logró con éxito mantener la calma puedo sentir como las palmas de mi mano son perforadas por mis cortas uñas de tanto hacer presión en ellas.
Trago nervioso, intentando mantener mi respiración tranquila.

— Beverly, entra por favor. —La voz de Christian me relaja.

La escucho suspirar y ella obedece por fin. La puerta vuelve a cerrarse detrás de Christian y yo caigo de rodillas rompiendo en llanto otra vez.
Maldita sea, la odiaba tanto. La odiaba por no poder dejar de amarla y porque literalmente dependía de ella incluso después de dos años...

— Justin, lo siento. —Dice Christian agachandose para acariciar mi espalda.

Pero no puedo responder nada, ahogo un grito tan fuerte que siento que mi garganta se desgarra. Mi rostro no tarda en empaparse mientras me invadían las ganas de drogarmeotra vez.

¿Por qué aún dejaba que me afectara así?
Ya no quería más, estaba abrumado, ahogado en dolor.

— Si quieres saber mi opinión... Deberías hablar con ella. —Continua con voz tranquila mientras yo sollozaba.— Solo para que ambos terminen con esta mierda, han pasado dos años y siguen afectándose.

— Voy a destruirla... —Le advierto lleno de rencor.

— Puta madre, Justin. —El suspira enojado, lo se.— Sé un maldito hombre y afronta la realidad. ¿Enserio crees que evadiendo vas a salir de todo esto? —Me increpa y yo tomo aire fuerte para recobrar mi entereza.— Lo primero que debes hacer es cortar todo desde el origen, yo siempre estaré contigo. No importa que pase, siempre estaré de tu lado.

Cuando por fin me calmo luego de unos minutos quedo con Christian para vernos otro día. El se ve bastante entusiasmado por querer ayudarme pero yo, yo solo quería devolverle un poco de toda la mierda que me hizo pasar.
Me quedé en mi auto, encendí un cigarrillo y en silencio me quedé pensando en que debía hacer.

Mis manos temblaban mientras apretaba la jeringa en mi bolsillo, luchando por las ganas de pegarme un viaje de heroína.
Luego de unos minutos volví a mi departamento.

Subí a mi habitación, tenía la cabeza hecha un lío. Reviviendo ese reencuentro en mi mente una y otra vez, pensando en distintas formas en que pude haber respondido e incluso, formas de vengarme. 

Aunque intentaba mantenerme calmado no podía, las horas pasaban y la noche estaba mas silenciosa que nunca. Logré apaciguar mis ideas y por alguna razón llegue a la conclusión de que Beverly seguía tan hermosa como la recordaba.

Sus ojos, su sonrisa, su cabello... El calor de su abrazo calaron profundo en mi corazón.
Si ella quería hablar, hablaríamos. Y que fuera lo que el destino quisiese.

× × × × × × ×

— ¿Esta seguro? —Me pregunta Christian dudoso por tercera vez.

Por fin me había dado el tiempo de ordenar y limpiar mi departamento, también había pagado el recibo de la luz y para mantener mi mente ocupada llame a Chris para pasar la noche y no tener que desgastar mi energía batallando conmigo mismo por no meterme heroína. Llevaba una semana limpio y quería mantenerme de esa forma.

Así que estábamos en mi pequeña mesa jugando cartas, compartiendo un cigarro cuando se me ocurrió la idea de pedirle el número de Beverly.

— Si, no es como si fuera a hacerle algo malo... —Le respondo botando el humo de mis pulmones.

Su mirada dudosa me pone ansioso, sin embargo luego de unos minutos accede y el nuevo número de Beverly está anotado en mi agenda.

— No se te ocurra jugar al chico malo otra vez. —Me advierte.— Si te lo doy es para que hablen y aclaren las cosas.

— Para eso será... Ya estoy más tranquilo y con la mente fría. —Le sonrio de lado, aunque pudiera sonar extraño por algun motivo no mentía.

Me sentía mucho mejor, había estado haciendo algo de ejercio, también me di el tiempo para comprar algo de comida y buscar trabajo.
Eran pequeñas cosas que me ayudarían a volver a la normalidad, si seguía una semana más sin meterme droga tenía planeado visitar a mi madre.

— No quiero que vuelvas a recaer en eso... Aunque llevas solo una semana es un gran progreso. —Me dice Christian dejando sus cartas por un momento.

— Lo se... —Suspiro. Estaba siendo difícil, pero debía superarlo.

El resto de la noche fueron conversaciones algo triviales, algunas bromas y Christian me contó como fue la junta de ex compañeros de clase.

— Todas preguntaban por ti, creo que aún las tienes locas amigo. —Se burlaba Chris pero algo había cambiado en mi.

Incluso me sentía avergonzado por sus palabras. Quizás hace algún tiempo me encantaría recibir esa atención de las chicas, pero el sexo había pasado a segundo plano luego de conocer los efectos de la heroína.

— Luego se emborracharon y quizás que cosas pasaron... Me fui con Vanessa antes de la locura.

Me tenso un poco al escuchar el nombre de Vanessa, a una parte de mi conciencia le pesaba la culpa por haberme acostado con ella por desquitarme de Beverly.
Se que en algún momento se lo tendré que contar, pero no estoy preparado para eso ahora. Me pregunto si esa rubia se sentira igual, después de todo la traicion de ella fue más grande confesandome sus sentimientos e incluso me besó... y yo busque consuelo en ella.

Era un mal amigo, sabía que si Christian se enteraba de eso probablemente lo perdería.
No podía dejar que eso pasara.

— ¿Estas bien?

— Si... —Le respondo suspirando algo abrumado.

× × × × × × × × ×

Remuevo mi cabello en un grueso suspirando dejando caer las pesas. El bullicio de mis vecinos por primera vez comenzaba a irritarme y tenía unas ganas enormes de salir a golpear a cualquiera que se me cruzara.

Pero no tenía derecho de quejarme, al menos era consciente de que yo sufría crisis de pánico y los efectos de la droga a veces me hacían gritar toda la noche y nunca nadie se quejo de mi. Lo mejor seria rebuscar mis tarjetas en las que tenia dinero guardado y comprarme un departamento en otra zona.

Alcanzo una toalla para secar mi cuello del sudor, y tomó un poco de agua helada para dejarme caer en mi cama.
Busco en mi teléfono alguna canción pero me distraigo en redes sociales y por alguna razón que no me moleste en comprender, termine en mi agenda telefónica con el número de Beverly en la pantalla.

Lo dude muy poco, pero lo hice.
El pitido sono tres veces hasta que descolgó la llamada.

— ¿Hola? —Escucho su voz al otro lado de la línea y mis dedos se apretan en el teléfono al igual que un ligero dolor en mi pecho.




paralyzed [jb]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora