Capitulo 05.

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— ¿Por qué te has perdido tanto? —Me pregunta Christian sin apartar su vista de mi, con ternura como si fuera una niña pequeña.

— No lo se... —Respondo tocando el pasto bajo nuestros cuerpos aún nerviosa por la situación.— Bueno, si lo sé... Pero hasta hace un rato no lo sabia muy bien.

— ¿Es por todo lo que ha pasado, no? —Dice el con una sonrisa nostálgica.— Puedo imaginar que te da miedo acercarte a mi.

— Bueno, eso creí yo. —Confieso.— Pero creo que me daba más miedo los recuerdos que vienen cada vez que estoy contigo y pensar que todo... podría repetirse...

— Lo entiendo. —Dice y suspira algo decepcionado.

Me quedo en silencio un rato, cuando miro a Christian enseguida recuerdo a Justin, era inevitable.
Un año lo pasé trabajando para mi padre y lo único que me motivaba era buscarlo luego, pero nada salió como esperaba.
Había pasado otro largo año en donde me dediqué a estudiar medicina veterinaria y mi mente pocas veces tenía espacio para el.
Intenté mantenerme fuerte y evitar tocar el tema con Christian porque no me parece prudente, pero no aguanto las palabras que llegan a mi boca casi cómo vómito.

— ¿Como está Justin? —Pregunto con la voz temblorosa sin darme cuenta.

Christian me observa confundido, puedo pensar que jamás imaginó que querría hablar de Justin en esta instancia, después de dos años aún mi cuerpo y mente se debilitaban algo al recordarlo.

— Bien. —Su respuesta es seca, evita mi mirada y algo en mi interior no se convence.

— ¿Solo bien?

— ¿Enserio quieres hablar de él? —De pronto su voz se quiebra, su mirada se apaga al verme y puedo sentir la tristeza que se apodera de él.

— ¿Que le ha pasado? —La preocupación en mis voz es evidente, de hecho más de lo que hubiera querido para ser sincera.

— Desde que entraste a la Universidad he visto a Justin solo un par de veces, hace unos meses fui a visitarlo y... —Se detuvo y tragó fuerte, me miró con sus ojos brillantes y negó con una mueca.— No se si debamos hablar de esto ahora.

— Solo dilo, ¿Que tan malo puede ser? —Mi insistencia me desconcertaba incluso a mi.

— Estaba inconsciente, Beverly. —Suelta con dolor luego de segundos de silencio en los que me miró fijamente, como si realmente luchara por hablar.— Drogado hasta la última maldita neurona en heroína. —Dice al fin.

Sentí mi pecho comprimirse y una extraña angustia se apoderó de mi, mis ojos se llenaron de lágrimas al escuchar e imaginar aquella escena desgarradora. No quería que me afectara, de hecho me convenzo de que pregunte por curiosidad... ¿Pero como alguien como él llegaría a eso?

— ¿Q-que? —Las lágrimas cayeron por mi rostro pero las limpié rápidamente.

— Desde ese día me intentó alejar pero no desistí, he intentado ayudarlo, me preocupo por que coma y que este despierto cada día... —Suspira y hace una extraña mueca que parece una sonrisa.— Te culpa de todo.

— ¿A mi? —Trago nerviosa, eso sí no lo esperaba.

Siento como mis manos comienzan a temblar y mi respiración aumenta su frecuencia a un ritmo peligroso.
¿Como diablos, después de todo lo que pasó, me va a culpar a mi?
Si lo primero que hice apenas pude fue buscarlo para explicarle, para volver a estar juntos y el no quiso. ¿Pensó que rogaría por su atención?
Veía los labios de Christian moverse pero no lograba escuchar una sola palabra que salía de su boca.

Como en una maldita pesadilla reviví nuestra tortuosa historia, recordé todo lo que lo amaba y cuanto luché porque lo nuestro funcionara. El había cambiado mi vida, mi forma de verla, me hizo enfrentar a mi familia, acepté sus mentiras y errores para convertirlos en nuestra escalera a lo que sería un destino y futuro precioso, pero el lo lanzó todo a la basura.
Recordé como iba cada día a mi casa para hablar conmigo y volver, incluso recordé la forma en que mi padre se había peleado con el inagotables veces para mantenerlo lejos mientras a mi me mantenían dormida.

Recordé con tanto dolor todo lo que mi mente suprimió durante tanto tiempo. Todo lo que sentí los dos años en que reordené mi vida, y en un segundo mi pasado se volvió mi presente.
Era mi culpa por no alejarme de él apenas supe que era parte de una maldita mafia, o mucho antes desde la primera vez que me engañó, de la primera vez que me hizo sentir menos.
¿Por qué no podía odiarlo? ¿Olvidarlo?

— Beverly, ¿estás bien? —Escuché en un vacío y en un pitido volví a caer.

Mi respiración poco a poco se calmó, al igual que el río de lágrimas que no pude controlar cayendo por mi rostro. Lo que no lloré en dos años lo voy a llorar con Christian.
¿Como era posible que incluso sin verlo me haga sentir así?

— Si... —Mis palabras salen de mi boca casi sin aire, por lo que respiro profundo antes de mirar a Christian otra vez.— Estoy bien... —Digo más para convencerme a mi misma que a el.

En segundos me recupero, intento mantener la cordura y mente fría. Pero en mi corazón duele saber que el infierno no lo he vivido solo yo, que si el me hubiera escuchado y perdonado estaríamos juntos ahora.
El era un egoísta, y en su momento fue un hombre que jugó a ser indestructible.
Mi padre me había obligado a decirle que no lo amaba, cuando si lo hacía... Yo perdoné tantas cosas de el, y cuando me tocó fallar el no me dio la oportunidad de hablar.
Lo que me contó Christian me quebró pero llegué rápidamente a la conclusión de que Justin se había convertido en un cobarde.
Estaba pagando por todo el daño que me hizo, por haberme engañado, por exponerme a sus juegos ilegales... Por él casi me quitan la vida y yo aún así pensé que podríamos tener una hermosa relación.
¿Acaso era una tonta?
Una cachetada abrumadora y mental me llegó.
¿Por qué tenía tanto miedo de asumir que podía cambiar de página?

— Christian soy una estupida. —Concluyo.

¿Por qué en mi sano juicio yo querría volver con alguien así? ¿Por qué perdí mi tiempo en una persona que se rindió antes de intentarlo?
No podía creer lo ingenua que había sido, todo este tiempo el miedo me invadió, no quise amar a nadie porque pensé y sentí en lo más profundo de mi corazón que Justin también luchaba por volver a juntar nuestros caminos.
Todo lo había hecho por el.
Todo por el.
Todo por alguien que solo seguiría hundiéndonos como siempre lo hizo, el nunca me amo de verdad y por fin veía con claridad.
El y yo no íbamos a volver ni ahora, ni nunca. No me lo iba a permitir aunque tuviera que arrancar mi corazón.

Asumir que aún lo amaba fue un alivio, pero aún mejor fue asumir que esa conclusión me liberó. Un peso enorme que se reprimía en mi pecho dejo de ahogarme, y con un enorme y largo suspiro acepte mi realidad.

— ¿Enserio estas bien? —Volvió a preguntarme Christian, supongo que vio toda la transformación de mi rostro y debe pensar que ya me volví loca.

— ¿Vanessa está en casa? —Le digo ignorando su pregunta.

Debía rehacer mi vida desde cero, y lo primero que haría era pedir perdón por mis errores de niña pequeña que no afrontaba la realidad.

— Si, ¿Por qué? —Me dice confundido.

— ¿Que tal si vamos a tu casa y cenamos los tres? —Propongo. Después de todo Vanessa siempre estuvo pendiente de mi, y yo la rechazaba y me alejaba de ella. Fui una mala amiga, y para nadie fue fácil nada de lo que ocurrió. Si seguía viviendo de eso estaría estancada siempre.

— Claro... —Dice confundido, pero luego me sonríe.

Nos pusimos de pie para ir a su hermoso auto, y Christian condujo hasta una tienda para comprar algo delicioso.
Entonces llegando a su casa recordé a Zac y una idea cruzó mi mente.

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