Capitulo 24.

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Su índice impulsado por su pulgar golpeó la jeringa tres veces para subir las burbujas de aire, empujó el apoyo de esta hasta que un par de gotas escurrieron por la aguja y Beverly trago sonoramente llamando su atención.
Justin la miró sin poder creer lo que estaba haciendo, pero lo necesitaba tanto que ya no tenia una razón para detenerse. Beverly lo había convencido y solo cabía espacio para la ansiedad y las ganas de volver a sentirlo.

— ¿Y eso... como lo inyectas? —Pregunta Beverly realmente interesada en lo que veía.

Justin guardó silencio, tomó un trozo de tela de una polera que rompió con anterioridad y lo envolvió un par de centímetros arriba del codo de Beverly.

— ¿Enserio quieres hacerlo? —Preguntó con su mentón temblando. Ella asintió, sus ojos brillaban con tanta ilusión que Justin no tenía la fuerza para negarselo otra vez.

Apretó la tela para marcar las venas de su brazo, mientras esperaba a que eso sucediera preparo su dosis.
Era una locura, una maldita locura.

— Solo será una vez... —Le recordó ella al ver su rostro afligido.— No volverás a caer, te lo prometo... —Insistió y le sonrió.

¿Como podía sonreírle tan tranquila?
Justin tragó y bajó la mirada al brazo de Beverly.

— ¿Lo haces tú...? —Preguntó temeroso.

— ¿Puedes hacerlo por mi? —Pidió.

Jamás iba a perdonarse por ceder al más oscuro deseo y la más alocada petición que ella había hecho. Asintió mientras las lágrimas comenzaban a acumularse en sus ojos.
Beverly sabía que estaba mal, que no debía hacerlo y podía ver como lo lastimaba con lo que pedía pero lo necesitaba.

Recordaba esas noches llorando, el vacío volvía a ella, la necesidad y la descripción tan tentadora de algo que estaba a su alcance fueron suficientes para arrastrarla a ello y cegarse por el deseo de aquella experiencia.

— Sen-Sentirás el líquido espeso recorriendo tu brazo... Es normal. —Le advirtió con intención de hacer su experiencia lo más agradable posible, tragó cuando alzó la dosis y puso la punta de la aguja en su vena marcada.— Puede doler un poco, pero no dura mucho... —Siguió hablando buscando el valor para hacerlo pero su mano temblorosa era un enorme problema para continuar.

— Hazlo... —Pidió ansiosa viendo como él dudaba.

En un respiro fugaz lo hizo. La punta entró en su piel y mientras el soltaba la tela que apretaba su brazo presionó el apoyo de la jeringa para comenzar a inyectar el contenido en su interior.
Mordió su labio para no llorar al hacer contacto visual con ella.
Una vez que acabó dejó la jeringa a un lado, se quedaron en silencio durante algunos segundos y Beverly no podía creer lo que acababa de hacer.

— Justin... —Dijo con temor al sentir como su cuerpo comenzaba a relajarse y la somnolencia se apoderaba de ella.

— ¿Estas bien? —Le pregunta al ver como comenzaba a tambalearse y parpadeaba lentamente.

— Si... —Le sonrió.— Estoy bien... —Alargó cuando sus ojos se cerraron y cayó en la cama con una sonrisa mientras balbuceaba palabras que Justin no fue capaz de descifrar.

Con cuidado acomodó su cuerpo, uso sus almohadas para inmovilizarla de lado en caso de que vomitara para que no se ahogara. Acaricio su frente cuando ella rió de forma casi inaudible y las lágrimas comenzaron a caer por su rostro al asimilar la situación.

— Mierda... —Dijo en un sollozo.— ¿Que acabo de hacer? —Se preguntó rompiendo en llanto al ver a Beverly drogada viviendo la experiencia de euforia más falsa de la historia.

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