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Era intrigante que cada vez que lo viera se siguiera sintiendo así, con el corazón salteando un latido, sus manos temblando por distintas razones a la enfermedad o la cura, sus labios cosquilleando de necesidad.

Por que para su pesar no era la primera vez que la gente no le hacía caso y al llegar a casa además de no estar vacía como esperaba que estuviese, todos estaban allí. Absolutamente todos y no llegaba a comprender porque les encanta inmiscuirse en su casa sin permiso.

Sus padres y su hermana estaban en el jardín otra vez, bebiendo de su té y comiendo de su fruta mientras que Emre y Can se encontraban más lejos hablando tranquilamente con el padre de ellos y la dueña de casa quien al parecer se lleva muy bien con el hombre canoso, resopló notando como Ceycey y Muzaffer se acercaban peleando por otro camino.

Sanem se quitó los tacones en la entrada y se encerró en su cuarto pretendiendo que ellos no estaban allí, sin más problemas, aseguró su puerta sólo por las dudas.

Quitó su ropa y la cambió por a comodidad de su ropa de casa, hizo un moño en su cabello y abrió la primer libreta que encontró, la rocio con perfume y abrió el pequeño tintero que había sobre su escritorio, delineó con delicadeza en el centro de la hoja áspera que había secado perfectamente hacia relativamente poco tiempo.

" Váyanse de mi casa "

Sonrió amplio viendo a nota planeando decirle a su amiga que estaba aplicando la técnica que le enseño y que al parecer funcionaba, se sentía mejor después de escribir aquello que su mente gritaba. Dejó la pluma mojada a un lado, suspiró y con una sonrisa tirando de sus labios se colocó de pie para ir afuera y preparar su merienda sin prestar atención a los ojos chismosos de la gente del otro lado de la ventana.

- Hermanita - Emre fue el primero en acercarse y realmente agradecía aquello, no soportaba a nadie más por el momento - Te ves cansada, ninguno de ellos me hizo caso cuando sugerí que pidieran permiso para venir - Explicó palmeando la espalda de la castaña que le había correspondido el abrazo sin más preámbulo.

- Lo sé, eres la voz de la razón y ellos padecen de sordera preferencial - Bromeó robando una carcajada baja del rubio - Me alegra verte, Leyla se ve - dió una repasada a su hermana con disimula - radiante y embarazada -

- Sí, se ve embarazada - Molestó Emre ganando un empujón juguetón de la castaña.

- Hey, no sabía que ustedes se llevarán tan bien -

- Hay muchas cosas que tú no sabes - Sanem no miró a Can más tarde él percibió una pequeña chispa de diversión en su voz, por lo que sonrió.

- Eso es totalmente cierto - Cedió atrayendo la atención de la mujer - Lo es - Se atajó levantando ambas manos con inocencia.

- Bueno, esto es raro - Opinó Emre sonriendo y dejando la chica sola detrás de la barra.

- No tiene idea - Can se acercó sentándose junto a el rubio

- Raro es que no me hayas contado como va con el trabajo que te encargué - Sanem pinceleo una tostada con dulce.

- Trabajo? - Can preguntó

- Oh, muy bien de hecho... Voy a enviarte todo por mail, lo prometo -

- Muy bien - Ambos comieron bajo la mirada confusa de Can dirigiéndose de uno al otro.

- De qué hablan? -

Sanem abrió la boca para responder pero la puerta corrediza se abrió y una muy embarazada Leyla la abordó haciéndola retroceder unos pasos.

- Sanem! Por qué no respondes mis mensajes? Tengo algo importante que decirte! Iremos a una consulta pronto y quiero que vayas a ver la ecografía - La rubia explicó jalando y empujando a la castaña que sólo le sonreía con algo de pánico desbordando sus ojos - Qué dices, sí? -

CanemDonde viven las historias. Descúbrelo ahora