- No juegues conmigo de esa manera otra vez ojitos lindos - se quejó Mevkibe terminando de colocar los platos sobre la mesa.
Leyla asintió sin verla haciendole cariño a su esposo rosando su nariz contra su mejilla rasposa sin afeitar, Sanem los veía con un codo sobre la mesa y su mano aplastando su mejilla, extrañaba ese tipo de mimos,, sonrió con ternura a Emre cuando volteó a verla.
- Verdad que esta mañana han despertado más enamorados que nunca? - la emoción en la voz de su padre les sorprendió, el hombre mayor se veía más risueño que de costumbre - tal vez incluso Allah ponga un bebé de verdad en sus brazos pronto - Su esposa acarició su brazo soñadoramente sonriendo.
- Un bebé pequeñito pequeñito, con los ojitos lindos de papá y mamá - Murmuró la señora de la casa haciendo que ambos adultos vean al joven matrimonio que los veían con ojos abiertos en shock - si justo así, esos bonitos rostros de nuestros hijos -.
Sanem rió bajo pateando a Leyla por debajo de la mesa - Creo que primero deberíamos darles privacidad para que el bebé llegue al fín - sus padres fruncieron el ceño volteando a verla - qué? - Emre rió nervioso limpiando su boca con la servilleta rápidamente.
- Sanem! se hace tarde para abrir - se levantó tomando de la mano de la joven castaña y tirando de ella fuera de la casa.
- Creo que podemos esperar un poco para el bebé - murmuro Leyla a sus padres recibiendo dos suspiros decepcionados - ya habíamos planeado buscarlo de echo, eso fue lo que viste ayer pero no sé si estamos realmente listos para eso -
-Bebé, nunca se esta listo para comenzar una familia, mucho menos para asumir la responsabilidad de cuidar de un ser pequeñito que depende completamente de ti - Mevkibe palmeo su mano con suavidad, su padre asintiendo detrás de ella - aunque si Emre consigue un empleo de verdad ayudará a la situación de confianza entre ustedes - Leyla asintió volviendo a picar de su comida pensativamente.
- Gracias tía, enviele saludos al pequeño - Saludó con la mano antes de guardar el dinero en la caja, podía ver de reojo al mayor limpiando uno de los estantes tranquilamente - está todo bien entre tú y tu padre? -
Emre ladeó la cabeza pensando antes de mirarla de reojo - no lo sé realmente, la última vez que lo ví estaba molesto ya sabes... escuchó algunas cosas de mí que no le agradaron - suspiró volviendo a mojar el trozo de tela con el que limpiaba - no puedo culparlo por ello, pero de todas formas iré a su cumpleaños si es lo que realmente quieres preguntar -
La castaña asintió con una media sonrisa, ella no esperaba ver...al hermano de Emre, pero aún así un cosquilleo extraño subía por su vientre avisandole que algo estaba mal o que al menos estaría mal.
Le gustaba la vida en casa, los mimos de sus padres, las bromas de su hermana, las conversaciones y peleas amistosas con su hermano. Sentía que no era suficiente, a veces sentía una presión en el pecho que le obligaba a parar de sonreír y entonces el ambiente se volvía extraño, incómodo y lugubre.
El trabajo en la tienda la distraía hasta que alguna vecina asomaba su cabeza tan sólo para preguntar por él, para preguntar por su trabajo. No podía concentrarse en nada más que mantener su sonrisa en su rostro y eso no debía ser así.
Estaba bien, completamente bien de salud, quizá no tan bien en su cabecita, pero se sentía bien.
Denise la visitaba en ocasiones repitiendole que debía intentar sacar todos los pensamientos molestos de su cabeza, aquellos que no le quería contar y aquellos que ignoraba cuando cruzaban su cabeza.
Por más que intentó comenzar otro cuaderno no pudo hacerlo, y Ceycey le comentó por teléfono que seguramente tenía un bloqueo de escritor y que si no quitaba la idea de su mente y lo escribía entonces no podría escribir nada más, lo encontró bastante lógico para alguien tan despistado como Ceycey, claramente eso es lo que ella entendió de todas las palabras que Cengiz le dijo en un audio por demás corto con su voz cada vez más lejana como si estuviera haciendo algo más ademas de hablar en su teléfono, quizás estaba cayéndose o algo.
Rió volviendo a reproducirlo y caer en cuenta que eso era exactamente lo que haría, incluso si no podía recordarlo todo, las exactas palabras de lo que había escrito tanto tiempo atrás aún podía recordar las sensaciones de todo aquello, de toda su historia juntos, de los altos y bajos, de los obsequios, de los errores, de los besos, del amor y la traición.
Comenzó a escribir desde aquel día que su madre le amenazó con casarla con Muzaffer y de allí adelante.
Había olvidado la burbujeante sensación de conocer todas aquellas personas, la variedad de colores frente a sus ojos, las sonrisas de sus compañeros, las anecdotas de la publicidad y sus derivadas aventuras con él.
Vió de reojo la bandita que aún estaba en su rodilla y rió recordando que justo allí también se había lastimado la vez que huyó de la casa de los Divit, recordó su vestido rosa y el vestido azul, recordaba todas las veces que fue amenazada o chantajeada, recordó como jugaron con ella.
Apesar de su reciente buen humor, sentirse totalmente bien no era algo que su mente le dejara poseer, aún tenía mucho que hacer en su travesía por la terapia. Denise tenía que visitarla de vez en cuando y aunque siga empujando un esfero en su mano no podía reunir sus ideas juntas, las imagenes se agolpaban en su mente con rapidez sin dejarle respiro alguno entre las tomas del drama en su cabeza.
Resoplaba haciendo bailar la pequeña llama de la vela sobre el escritorio, respiro profundo sujetando el perfume contra su alma. Una vez abierto el cuaderno no hubo vuelta atrás, recordaba como comenzó, recordaba sus sueños inocentes y como la imaginación de aquellos tiempos le hacía flotar en medio de su inexperiencia en el mundo real, cruel.
Sus pesadillas se remontaban a cuando las medicinas dejaron de llegar a sus manos, solía soñar con él, con sus ojos salvajes, el tacto de su barba contra la palma de sus manos, acariciando su mejilla, incluso podía soñar con el perfume que revoloteaba como un aura alrededor de su ancho cuerpo, ese halo de perfume que dejaba cuando caminaba con rápidez. Podía recordar la última vez que respiró directamente de ese halo, llenandole de angustia y ansiedad.
Fue muy dura con él, pero no podía culparse por eso, todo fue confuso y extraño, inesperado.