—Muy bien— Namjoon me entrega los formularios— Jimin aquí presente, habló con sus Dioses amigos y te consiguió los permisos necesarios para que actúes según quieras.
—Nuestro queridísimo tío no respondió— asentí, no me sorprendió— de todas maneras, conseguir un permiso del Dios vampírico de la muerte es imposible, sin embargo existen los Dioses del dolor, de la penitencia y del karma, esos aceptaron darnos los permisos.
—¿Con qué condiciones?
—Les concedí un favor— vaya, que milagro— es decir, que me debes tres favores, hermanito.
—Y a mi me debes dos— ahora resulta que estoy endeudado— te acompañaré a ver a los dos hermanos.
Me crucé de brazos, de nuevo sorprendido por la amabilidad de Jimin.
—Creí que no te agradaba Katrina.
—Vale, que no es mi persona favorita en el mundo— suspira, encogiéndose de hombros— pero es amable y graciosa, además, nadie merece pasar por algo así y... creo que es obvio que a todos nosotros nos agradó ¿bien? deja de preguntar.
Me reí malévolamente en mi interior porque sabía que terminarían a los pies de mi chica mejillas color cereza, les dije e insistí en que le dieran una oportunidad y bualá, ya hasta les da empatía.
—¿Katrina sabe que harás esto?— negué.
—¿Estás loco?— terminé de llenar las formas, entregándole los papeles a Namjoon—Si le digo, enloquecerá, dirá que no hay que ser malos con las personas, porque ya viste que es buena hasta con quién le hace mal y de igual manera, no tiene forma de enterarse puesto que el imbécil de Hansung ya no asiste a nuestra universidad— sonreí— todo perfecto.
—Bueno, apoyo eso.
Hablamos sobre la próxima reunión de Dioses, es dentro de dos semanas y no estoy seguro de asistir puesto que se espera que lleve a mi pareja y aunque ya la tengo— sigue siendo sorprendente para mí decir que tengo novia— no puedo llevarla sin haberla transformado antes.
Ya escogí su anillo, incluso, pero sé que podría pensar que es muy pronto y lo comprendo.
—Muy bien, Nam— doy un apretón a su hombro— dime qué quieres a cambio de estos favores, que no me gusta deberle nada a nadie.
—Ah, pero te encanta que te deban a ti.
—Por supuesto, nunca se sabe cuando puedas sacar provecho de eso— ambos ríen— aunque ya traje a Solji a tú vida, ese es un deseo concedido.
—No te lleves todo el crédito por eso, que fue Katrina más que nada.
—Yo di la idea, cállate.— volvió a reír— Te regalo una tarde en un motel.
—No, gracias.— ensancha los ojos— No se me ocurre nada justo ahora.
—Piensa bien, algo tiene que haber.
—No sé qué podría pedirte a tí además de látigos sexuales.
Jimin soltó la carcajada mientras yo me ofendí.
—¡No voy por ahí regalando juguetes sexuales para un mejor sexo!
Sonrió, negó con la y miró al suelo.
—Tae— murmuró— lo que yo quiero, ni siquiera tú, el Dios del amor, puede dármelo.
Oh. Entiendo.
—Aún así, pídelo y te lo concederé— sonreí, intentando regresar el buen humor a nuestra conversación— mira que, estás casado con Gema por obligación, pero tú alma sigue disponible, tienes todo el derecho sobre ella y de elegir con quién compartirla.
Jimin sonrió con dulzura por primera vez desde hace mucho tiempo y sé qué a él también lo tocaron un poco mis palabras.
—Gracias, hombre.— para eso estamos— Bien, entonces, deseo amar a Solji libremente, sin ataduras de ningún tipo, deseo el divorcio y deseo que no hayan consecuencias por eso.
—Te concedo cada uno de esos deseos, querido Dios vampírico de la sabiduría.— tomo su mano, estrechandola— Concedido.
Los tres reímos, hasta que algo que jamás en mis tantas años he visto.
El anillo de compromiso de Namjoon se partió y cayó al suelo frente a nosotros, la argolla dividida en dos piezas nos causó un susto gigantesco, observé a mi hermano y este estaba igual o peor que yo. Escuchamos un grito en la habitación conjunta, estábamos en el estudio de nuestro padre el cuál se ubica en el primer piso, salimos corriendo en busca del origen y razón del grito.
Gema estaba de pie en medio de la sala, todos los demás la observaban consternados y vi su anillo en el suelo, me cubrí la boca con una mano.
¿Yo hice eso?
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