Me encerré en mi habitación, no quería hablar con nadie puesto que me encuentro bastante confundido y sorprendido por lo que mis ojos acababan de presenciar.
Yo había deshecho un matrimonio cuando una acción de esas era imposible.
Dos toques en mi puerta se escucharon, no me moví, no abrí. Necesitaba pensar.
—Tae— Hoseok— tranquilo, Namjoon está perfectamente bien.
Namjoon.
Me levanté, abrí la puerta pensando que solo estaba Hoseok ahí, pero me encuentro con los seis queriendo hablar conmigo cuando no sé qué decirles.
Regreso a la cama, tomó mi teléfono buscando el contacto de Katrina, necesito pedirle que venga.
—Tae, ya basta— Seokjin me arrebata el teléfono— nada malo pasó.
—¿Nada malo pasó?— resoplo— Gema se acaba de hacer polvo frente a mis narices y tú dices que nada pasó, vamos, que me importa un carajo ella, pero Namjoon-
—Yo estoy bien. Recuerda los deseos que pedí, entre ellos estaba el no sufrir consecuencias por ello.
—¡No se supone que yo pueda conceder ese tipo de deseos!— tomo mi teléfono de regreso— ¡¿Qué hubiese hecho si te haces polvo tú también?!
Prefiero dejar de existir a vivir en un mundo sin alguno de mis hermanos, sería el fin para mí, simplemente no puedo.
Cuando ví el anillo de Gema en el suelo y luego su cuerpo comenzó a desintegrarse hasta reducirse al polvo, entré en pánico pensando que tal vez lo mismo le pasaría a Namjoon, pues no es un secreto que ningún Dios una vez casado, está condenado a permanecer así para la eternidad. Namjoon tiene más de cien años, acaba de divorciarse a costa mía y está intacto.
—Está bien— se abre paso entre los demás, acercándose— sigo aquí, no pasa nada.
—Yo nunca-
—Lo sé— suspira, su mano da palmaditas en mi espalda— sé que nunca me afectarías de algún modo. Y aunque por primera vez en toda mi existencia no tengo una respuesta al porqué de lo que pasó... lo investigaré.
—¿Qué habrá pasado con Gema?
Namjoon se encogió de hombros.
—Supongo que lo que pasa con todas los que se hacen polvo en nuestro mundo.
—Lógicamente su alma descansa en paz—habla Yoongi— ella no pertenece a esta época, debió morir hace años cuando era humana.
Entonces no la maté, o sea, si, pero no.
Otros dos toques a la puerta que permanecía abierta se escucharon y casi me da algo cuando veo al familiar presente. Este sonríe.
—Muy bien, niño tonto— entra, me escondo detrás de Namjoon, únicamente mi cabeza se asoma— no tenías que llegar a este extremo para contactar a tú tío.
El Dios vampírico de la muerte. Es que estoy jodido.
—Creo que hubo un error, tío— Jimin habla por mi— Tae no ha matado a nadie.
—¿Entonces porqué tengo un reporte en mi mesa sobre la muerte de una Diosa? Una muerte que yo no autoricé.— sin embargo, no suena molesto— Creí que cuando el Dios del amor decidiera conceder deseos de este tipo, me buscaría para realizar el respectivo balance.
¿Qué? No entendí un carajo de eso último.
—¿Qué quieres decir?— observo a Namjoon— ¿Qué quiere decir?
—Uh, un balance entre Dioses se trata de... a ver, por ejemplo; tienes a dos Dioses con cargos similares, como la vida y la muerte, estos Dioses se reúnen y hacen un balance en el que ambos consultan las decisiones del otro, es decir, si el Dios de la muerte quiere acortar la vida de alguien, debe consultarlo primero con el Dios de la vida. Balance.
Mi tio asiente, pero su expresión confundida permanece.
—¿Cómo es que no sabes sobre algo tan importante?— me pregunta, señor, con esfuerzo sé cuál es mi función—Tienes un balance con tu padre.
Niego, ew, no.
—No tengo ningún balance o lo que sea con mi padre— hago una mueca— ni siquiera sé dónde está ahora mismo, no ha vuelto a casa hace semanas.
Se frota el rostro con ambas manos y me mira como si no pudiese creer que existe alguien tan estúpido. Lo comprendo, yo también pienso que soy estúpido.
—Él es el Dios vampírico del matrimonio— asiento— tú eres el Dios vampírico del amor. Desde tú nacimiento, él no puede hacer uniones matrimoniales sin consultar contigo porque debe existir una conexión amorosa entre las parejas que pretende unir ¿se entiende? así como autorizaste la unión de tus hermanos...
Lo detengo.
—Yo no autoricé nada.
Arquea ambas cejas.
—Entonces me temo que tu padre está metido en problemas.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.