Por alguna razón que no comprendo en absoluto, Katrina tenía ciertas cosillas distintas y eso lo noté cuando empezó a vestirse y de más para irnos a la universidad.
Y lo peor es que todos parecíamos notarlo, menos ella.
—¿Qué le hiciste?— me pregunta Namjoon, me encojo de hombros.
—Nada, la mordí.
Su cabello nunca había sido tan largo, casi le llega a mitad del trasero y todo rastro del tinte fantasía púrpura que tenía, se perdió, recuperó el cobrizo, su piel antes un poco canela se ve más pálida y creo que está un poco, solo un poco más alta.
De resto, todo está igual.
—Es normal— Yoongi palmea mi espalda—Cuando mordí a Gyuna, también tuvo algunos cambios físicos, nada alarmante.
—Igual— musitó Hoseok— mi chica era castaña, la mordí y al día siguiente era rubia, hasta la fecha seguimos sin saber porqué.
Ella se ríe de algo que Seokjin dijo pues subió de copiloto, Jungkook suspira.
—Es raro— cerró los ojos, dejando ir la cabeza hacia atrás para dormirse— supongo que tiene que ver con eso de unirse a alguien por amor y no por obligación.
Asiento. Cuando Jungkook habla, al menos es para decir cosas con sentido y no cualquier estupidez.
No, que Jungkook no se exprese no es con el fin de hacerse el interesante, a ese niño simplemente no le gusta hablar.
Cuando bajamos del auto, Katrina inmediatamente me busca, toma mi mano— cosa que nunca hace porque le da vergüenza que nos miren— y jala de mi para que entremos, comprendo que tiene clase muy temprano y está apurada, además de que para llegar a su edificio debe pasar por el mío, así que le sigo el paso para que no se altere.
—¿Con quién tienes clase?
—Con tú hermano— debe ser Seokjin— si él llega primero que yo, no me dejará entrar.
Qué hombre más estricto.
—No te apures, que está loco.
—Ve a clase, yo puedo irme desde aquí.
—¿Segura?—nos detenemos, en mi aula solo hay pocos estudiantes, el maestro aún no llega— puedo llevarte hasta allí.
—No, Solji está cerca, estaré bien.
Asiento, la veré en el almuerzo, entonces.
—Vale, dame un beso— toma mis mejillas, da uno pequeño y dulce— llámame, te amo.
—Yo a ti, nos vemos.— sacude la mano y retoma su trote.
Tan bonita, me derrito.
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Tuvieron que pasar cuatro horas con dos minutos para darme cuenta de que le profesé mi amor y ella igual, así, como si nada.
Ninguno se enteró.
Estoy muy a gusto dándole un mordisco a mi almuerzo cuando una presencia desagradable se me sienta al lado y de nuevo, invade mi espacio personal.
—Muy bien, Bogum, ya me encontraste— aplaudo— ¿Qué carajos quieres ahora?
—¿Cómo que estás saliendo con Jung?
—Ese es chisme viejo.
—¿Qué? ¿Desde cuándo?
—Casi dos meses, o más, ya no sé.
—¿Es porque Yuna se fue porque su reputación se dañó? Creí que salías con ella.
—Creí que tú te acostabas con ella para intercambio de información— enrojece— me preguntas lo que ya sabes.
Coloca ambos brazos sobre la mesa y me roba una papita frita. Lo odio.
—Bueno, le di un vistazo a Jung esta mañana— mastica— en realidad todos le dimos un vistazo, las extensiones le quedan bien, está muy bonita.
Por supuesto que ahora sí le parecería bonita, imbécil.
—Como sea, antes te llenabas la boca diciendo que ella era muy fea y no sé qué otras babosadas.
—Pues es que hoy llegó con un aire distinto, está buena— le miro mal— es tú novia, lo capto.
—Prometida.
Arruga la nariz, deja de comerse mi almuerzo y me mira como si estuviese loco.
—¿Qué dijiste?
—Es mi prometida, no mi novia— levanto mi mano izquierda, yo también tengo un anillo, casi parece que se va a atragantar—vuelvo a escucharte hablando así de ella y juro que haré que la pases muy mal.
—Bueno, relájate, hombre, que no lo sabía— se levanta— mm, nos vemos luego.
Y una hora después, el chisme se regó.
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