Trece

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Abrí mis ojos y la luz del sol pegó en mi cara. Me levanté enseguida y fui hasta el baño para hacer mi higiene matutina y tomar una ducha; debía prepararme para ir a poner la demanda en contra de Sebastian.

Fui hasta la cocina, papá aún no bajaba pero Carolina, la empleada, ya tenía el desayuno listo. Al momento llegó papá, casi como si lo hubiera atraído, y desayunamos juntos.

Salimos de casa; yo subí en el asiento del copiloto, de paso iríamos a recoger a Camila, quién iría a poner otro denuncio en contra de el castaño.

Yo: Mila, ¿estás lista? Estamos yendo hacia allá. [9:12 am]

Camila: Estoy lista. Los esperaré en el porche. [9:13 am]

Justo como ella lo dijo, allí estaba cuando llegamos. Vino hasta el auto y subió a la parte trasera con una amable sonrisa; tan pronto entró en el auto, sentí su delicioso olor, estaba usando una colonia que me volvía loca.

— Buenos días, señor Jauregui. Buenos días, Lauren. — saludó cortésmente.

— Hey. — susurré con simpleza porque verdaderamente no tenía ánimos de hablar mucho.

— Hola, Camila, ¿cómo estás? ¿Qué tal dormiste? — preguntó mi padre.

— No fue mi mejor noche pero traté. — respondió. — ¿Qué tal ustedes?

— Podríamos decir lo mismo. — respondió él por mí; sentí que me miraba pero no volteé, permanecí viendo la ventana.

— Lauren. — escuché varios segundos después la voz de Camila. Reaccioné y volteé.

— ¿Si? — pregunté.

— Quería preguntarte cómo seguías de tu oído, si seguías sin escuchar correctamente. Llamé varias veces por tu lado derecho. — dijo ella.

— Sí, sigo algo sorda por el lado derecho, así que háblame por este otro lado. — señalé mi otro oído. — Incluso no puedo mantener mi equilibrio a la perfección.

— ¿Y eso es normal? — cuestionó asustada.

— Sí, sí, completamente. El doctor nos dijo que su sordera podría durar unos días más, pero que por lo general no tardaba en volver a la normalidad. — contestó mi padre. Pude ver como la chica asentía comprendiendo.

— ¿Y sigues con dolor de cabeza? — preguntó, medio asentí.

— Ahora no me duele tanto por la pastilla que tomé, pero si sigo así, tendré que hacerme otro examen más profundo. — contesté con simpleza.

— Dios, que lío. — murmuró ella.

Nadie dijo una palabra más hasta que llegamos a la comisaría. Nos bajamos y caminamos hasta dentro en donde nos dijeron que debíamos esperar un par de minutos para pasar.

Allí pude observar mejor a Camila y notar el moretón de su pómulo que aún se veía a pesar del maquillaje. Eso me hizo recordar que ella se había peleado con Sebastian por mí, solo por mí, por querer defenderme; ahora las mariposas corrían por mi panza sabiendo lo mucho que me quería.

Pusimos la demanda con las respectivas pruebas médicas que llevábamos. Un rato después, salimos de allí.

— Vamos, las llevaré a casa. Debo irme ya al trabajo. — contó mi padre.

— Si quieres, puedes irte ya. Camila y yo tomaremos un taxi. — le respondí. Él me miró desconfiado.

— ¿Seguras? — afirmé y Camila asintió conmigo. — Bien, pero tengan cuidado. Bye, hija. — besó mi mejilla. — Adiós, Camila. — dijo mientras sacudía su mano.

Dream of YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora