Epílogo

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— Entonces, ¿sobreviviste a sus padres? — preguntó James mientras bebía de su cerveza.

— Sobreviví a sus padres. — afirmé después de beber de mi botella de agua porque por mis medicamentos prefería no tomar alcohol.

– ¿Y qué tal ha ido?

— De puta maravilla, muchas gracias por preguntar. — el chico rió ante mi sarcasmo y negó con una sonrisa.

— ¿Del uno al diez? — insistió y puse una mueca mientras pensaba.

— Ocho. — levantó sus cejas.

— Nada mal.

— Te lo he dicho, sobreviví. — repetí viendo como mi novia volvía de la pista. Había estado bailando con Nick y ahora seguro venía por mí.

— Vamos, acompáñame. — pidió extendiéndome sus manos y acepté enseguida.

— No sé bailar muy bien. — recordé pero ella enseguida negó.

— No mientas, sabes que sí.

— No, no, tú sabes que no sé bailar. — volvió a negar pero esta vez solo con su cabeza.

— Solo déjate llevar, mi amor.














                                     [ . . . ]















Cuando abrí los ojos, estaba en la habitación de mi novia y la verdad era que me sentía bastante bien. Su cuerpo desnudo descansaba junto a el mío y mi cara se llenaba de felicidad al contemplar la escena. Nada me hacía tan completamente feliz.

Me levanté con cuidado de despertarla y luego de tomar un baño, busqué algo en su armario y me lo puse. Me senté frente a su computadora porque tenía curiosidad de ver si ya habían publicado las notas de mis exámenes. Eran las 8 de la mañana y sospechaba que Camila se iba a tomar mucho más tiempo porque aunque yo no bebí, ella definitivamente sí lo hizo, casi hasta desmayarse.

Cuando abrí la página de la universidad, el usuario de la latina estaba allí, así que quise husmear un poco entre sus notas, pero me llevé la sorpresa del siglo. Camila había estado a punto de perder el semestre. Leí las anotaciones de algunos de sus maestros y en varias ocasiones había faltado por entregar trabajos u otras veces los entregaba incompletos. Tomé aire y traté de pensar qué pudo haber puesto a Camila en aquella posición, de ser la mejor de su clase a ser una de las peores. Busqué su móvil y digité la clave para desbloquearlo, entre sus chats fui a el más reciente que era con Dinah.

Dinah: ¿Y si le cuentas? No creo que se enoje mucho.

Camila: Ni de chiste, ella se va a enojar. Primero, consigo misma, porque va a creer que es su culpa y en definitiva no, yo fui la que tomó la decisión de ir a visitarla todos los días. Y segundo, porque no fui sincera antes.

Bloqueé el celular nuevamente envuelta en rabia y tristeza. No quería hacerle ese daño a Camila, no quería que su estudio se viera perjudicado por mis putos problemas.

Me levanté del escritorio con lágrimas en los ojos yendo hasta su mesita de noche y con cuidado abrí tratando de volver a guardar su teléfono pero al hacerlo, vi lo que parecía una carta y me extrañé por completo. Fruncí el ceño sin entender muy bien pero cuando abrí aquello, todo se me vino abajo.

— ¿Mi amor? — llamó ella con una voz adormilada.

— ¿Se puede saber por qué ibas reprobando el semestre? — su cara enseguida cambió y se puso nerviosa. — Mejor aún, ¿me puedes explicar porqué mierda tienes una carta de Sebastian y no me habías dicho? — decir que estaba furiosa era muy poco porque mi enojo iba más allá de cualquier cosa.

Dream of YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora