Catorce

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Miré mi reloj de mano; marcaba las 10:25 de la mañana. La citación al juzgado había sido a las 10 en punto, habían pasado 25 minutos y no había rastro de Sebastian. Yo estaba bastante ansiosa, movía mis piernas de arriba a abajo con nervios.

— Esperaremos 5 minutos más, si nadie llega entonces tomaremos las medidas adecuadas. — avisó la mujer. — Abogado Hansen, acérquese por favor. — le dijo a Oliver. Lo miré con inseguridad pero me dio un apretón en mi hombro y se levantó.

Miré hacia atrás en donde estaban mis padres quiénes mostraban molestia respecto a la irresponsabilidad de Sebastian.

Casi al segundo, se escuchó la puerta abrirse y detrás de esta entró un hombre con traje y barba canosa muy definida.

— Al fin. — murmuró Oliver cuando volvió a mi lado.

— Señora Juez, me disculpo por la tardanza. Vengo en representación de mi cliente, Sebastian Marchand. Mi nombre es...

— Sé cuál es su nombre, lo conozco muy bien. — interrumpió molesta. — Por eso mismo me extraña mucho su irresponsabilidad respecto a la puntualidad. — dijo fuertemente. Él permaneció en silencio mirándola fijamente. — Y se necesita la presencia del señor Sebastian, quién ya es un adulto de 23 años y puede responder por sí mismo.

— No pudo presentarse. — aclaró el hombre.

— No se trata de poner o no, se trata de que tiene que hacerlo. — mandó ella. — Esto no es una simple mediación, es una demanda. Su hijo está siendo demandado por daños y lesiones personales, porque es un agresor abusivo. — habló mirándolo a los ojos. — E irresponsable. — agregó al final. El padre del muchacho apretó su mandíbula.

— Usted sabe muy bien quién soy, señora Juez. Sabe quién es mi familia y quién es mi hijo. Sabe que somos responsables. — habló y negué mirando a Oliver, este solo suspiró.

— Pues no, definitivamente lo único que sé es que usted y su hijo son igual de irresponsables e impuntuales, por ende, tomaré las respectivas medidas de re programar el juicio para cuando la señorita Cabello y su abogado lo deseen. — dijo anotando algo en un papel. — Y, además, tendrá que haber cambio de abogado, usted no podrá representar a su hijo.

— Señora Juez, escúcheme. — dijo este velozmente. — Hablemos esto, hagámoslos rápido, aquí estoy haciendo presencia y sabe muy bien que la ley dice que mi cliente no debe estar presente a no ser que se amerite urgentemente, y este no es el caso. — volvió a hablar. La mujer apretó sus labios y lo miró.

— Se ha presentado una demanda en contra de su cliente, Sebastian Marchand, por daños y perjuicios personales a la señora Camila Cabello, quien presenta las respectivas pruebas. — habló tomando una carpeta rápidamente y a medio discurso ya todos estábamos en nuestros puestos. Yo estaba muy nerviosa pero la presencia de Oliver me relajaba un poco. — Dos golpes en la espalda. Uno a la altura de media columna y otro al final de esta, justo en su coxis. Un moretón en el pómulo izquierdo de su rostro ocasionado por un golpe a mano cerrada. También muestra perjuicios psicólogos, como dificultad para dormir, insomnio y miedo e inseguridad constante puesto que el agresor y la víctima estudian en la misma universidad. — terminó de leer y luego de que las imágenes se mostraran en la pantalla ella vio al hombre. — ¿Cómo responde a la demanda?

— Se acepta la demanda. — me sorprendió lo fácil que pasó y lo vi. Él miraba fijamente hacía nosotros, exactamente a Oliver.

— ¿No niega que su cliente cometió las agresiones mencionadas? — indicó la mujer.

— No, no lo niego. — respondió. — Mi cliente accede a hacerse cargo por sus acciones cometidas y a realizar el acuerdo que la señorita Cabello y el abogado Hansen indiquen. — dijo mirando hacia nosotros y luego volvió a verla a ella.

Dream of YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora