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A medida que recorrió los atestados pasillos de la enorme estación de policía, los cuchicheos y susurros a sus espaldas fueron cada vez más constantes. Fácilmente pudo imaginar a esas personas como una horda de mosquitos que zumban en el oído a mitad de las calurosas noches de verano.

Puso sus ojos en blanco con actitud cansina "Si con estas mismas ganas de curiosear hicieran su trabajo, el mundo sufriría un desequilibro a niveles apocalípticos que afectarían el balance del universo." Pensó irritado, no era ni su primer día y ya quería tomar el vuelo más próximo a la soledad de los Alpes Suizos, quizá para criar ovejas y vender leche de cabra.

Un suspiro de resignación brotó desde lo más profundo de su ser, ese día se estaba presentando formalmente a su nueva ubicación, la estación policial central de Seúl. Un sueño para muchos y recientemente un dolor de cabeza para él.

Mes y medio atrás, su ahora ex jefe, el capitán de la estación policial de Daegu, Kwon Woong Yung, le había dado la repentina noticia de que sería trasladado a la capital. La noticia, como fue de esperar, lo había tomado con la guardia baja, imposibilitándole a negarse. Aunque, pensándolo mejor, dudaba seriamente haber podido decir que no a las decisiones que aparentemente, ya habían sido tomadas por él.

Además de eso, y si lo tomaba como la persona madura que debía ser, un cambio de ambiente no le vendría nada mal, Seúl parecía ser el lugar idóneo para los criminales, desde los más estúpidos hasta los más inteligentes, y eso, supondría un gran reto para su carrera y su mente inquieta.

—Sin embargo, no puedo descartar la idea de vender leche de cabra en los Alpes tan pronto. —murmuró para sí mismo.

—¡Detective Min! ¡Detective Min! —De pronto alguien lo llamó de manera escandalosa obligándolo a detener sus pasos.

Por el rabillo del ojo, fue capaz de observar cómo un hombre uniformado se acercaba a él a trompicones, y una vez que quedaron a escasos metros del otro este extraño sujeto con un peculiar corte de cabello se inclinó sobre sus rodillas para recuperar el aliento perdido.

Sin poder evitarlo, sus ojos se dispararon hacia aquella llamativa y rizada cabellera dorada, teniendo la capacidad de imaginar que lucía como los fideos de un enorme tazón de ramen.

Sí...era exactamente eso, un gran tazón de ramen sobre un largo y delgado cuerpo.

—Soy el sargento Choi Minki. —Se presentó con una inclinación formal una vez que recuperó el aliento—. He oído que vino desde Daegu para trabajar con nosotros detective Min, así que vine tan rápido como pude para verlo con mis propios ojos ¿Puedo ayudarlo en algo?

Fue inevitable para Yoongi comparar el tono empalagoso de su voz a los gorjeos alegres de un perro tras ver a su dueño luego de un largo día de trabajo fuera de casa. Incluso, y con poco esfuerzo, consiguió visualizar una cola agitándose frenéticamente de un lado a otro.

—Busco la oficina del capitán. Se supone que tengo que informar mi llegada. —respondió guardando sus manos en los bolsillos de su pantalón de manera despreocupada.

Algo dentro del detective Min, una pequeña vocecita proveniente de su subconsciente, le susurraba al oído que ese hombre, sin lugar a dudas, estaría detrás de sus pasos sin descanso y por un buen tiempo, y por lo regular, sus instintos trágicamente nunca le fallaban, por esa razón, por su salud mental, necesitaba trazar una línea que los separase desde ese preciso instante. No necesitaba ni deseaba a ningún lamebotas besando y adulando el camino por donde pisaba.

—¡Oh! Puedo llevarlo hasta ahí. Vamos, sígame por favor —dijo con la voz unos tonos más aguda de lo que podría ser su voz normal.

Demasiado entusiasta para el gusto del detective.

📿D A R K N E S S 📿 Vol.I ||YM||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora